EL HIJO DE HADES [ Descendants 3 ]

1 | Mini Hades

Heist Peter

— Ya entrégame la brasa — exigió Mal, tratando de quitarle la brasa a mi padre.

— Aquí tienes — se la extendió, pero la retiró antes de que pudiera tomarla — , aunque tiene un precio.

— Claro, contigo todo es así ¿cuál es el precio? — cruzó los brazos sobre el pecho, arqueando una ceja.

— Qué lleves a tu hermano contigo.

A pesar de que la actitud de papá era seria, a mi hermana le pareció que estaba bromeando.

— ¿Es en serio? — sonrió irónica  — . No lo haré.

— Oh, claro que lo harás, a menos de que en verdad no te importe Auradon.

La sala quedó en absoluto silencio, mientras que padre e hija tenían un cruze de miradas retadoras.

— Entonces — hice retumbar un hueco  aplauso en toda la sala, emergiendo de la oscuridad de una esquina — , ¿qué decisión tomarás, hermana?

Mal giró la cabeza, viéndome por primera vez — Heist Peter... — murmuro. La expresión en su rostro indicaba rabia.

— Llevas a tu hermano ¿o acaso es que prefieres poner en riesgo la vida de todos tus leales súbditos?

— Lo que me pides es inaudito, padre — batió las manos en aire, demostrando que tan cabreada estaba — . No pienso permitirlo.

— Bien, supongo que hallarás otra forma de salvarte — se encogió de hombros, haciendo una mueca de lástima.

Oh, mi padre era un rey en el chantaje.

Rodó los ojos, estirando la mano para recibir la brasa y finalmente lo dijo —: De acuerdo, vendrá.

— Toda tuya — sonrío victorioso y depositó la brasa en la mano de su hija.

— Nos vamos — demandó.

— Nos vamos — repetí burlón, caminado detrás de ella.

— Muchacho— Hades me llamó, aproximándose a mí. Le dio una rápida mirada a Mal — Espera afuera.

Ella como de costumbre rodó los ojos — ¡No tardes! — su voz haciendo eco en todo el lugar.

— Ya sabes lo que tienes que hacer, Heist Peter. has dedicado toda tu corta eternidad para este momento — me recordó, la voz seria presente en cada palabra. Me sujeto por los hombros.

— Así será, padre — sonreí un poco y lo abracé fugazmente —. Los echaré de menos.

El rostro de Hades se contraía en tristeza.

Tristeza por ella, por mi hermana.

Aunque mi padre se cansara de negarlo, yo era consiente de su preferencia por Mal, siempre había sido ella antes que yo, y era algo que no lograba comprender.  Ella, la menos afectiva con él. La menos aplicada. La menos poderosa. El producto de una traición a su reina ¿en verdad eso era su orgullo?

Apreté las manos a mis costados, tensando la mandíbula — Me despides de mi madre — me di la vuelta para salir. No quería verle la cara a ese hombre, no por los momentos.

— Apresurate — fue lo primero que dijo al verme.

— Su majestad — hice una reverencia en forma de burla.

—  Procura mantenerte en silencio — comenzó a andar, dejándome Totalmente atrás.

La seguí hasta que se detuvo en la entrada junto con su grupo de imbéciles. Ellos miraron con sorpresa.