Mi nuevo Roomie (Roomie 2)

Parte 82

Abby

Dos.

Jason se cayó... bueno más bien se desmayó.

— ¡Jason! — grité.

Pero su cuerpo ya estaba en el piso.

—Já, y vaya que él no los va a cargar — dijo el doctor acomodándose su pelo negro.

***

Jason estaba al lado de la cama con una enrome sonrisa mirándome.

— ¿Qué? — dije quitándome los lentes y mirándolo.

Tomó mi cara y la besó en repetidas veces, mis ojos, mejillas, nariz, frente y labios.

—Te amo — dijo sonriéndome.

Reí y me abracé de su torso desnudo.

—Soy la mujer más feliz del mundo — dije sonriendo.

Comenzó a acariciar mi barriga que no se notaba.

—Yo siempre lo he sido a tu lado.

Unas lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.

—Te amo — dije abrazándome más a él.

Me abrazó de igual manera haciéndome sentir protegida.

—Te amo — contestó besándome.

+

—Voy a morir.

Miré a Jason y rodé los ojos.

—No seas dramático

Comenzó a hacer su corbata.

—No soy exagerado, soy realista.

—Jason — terminé de aplicarme mi labial y lo miré — solo es una cena familiar, le vamos a contar la coma más fabu fantástica de la historia.

Él sonrió.

— ¿Quién dijo que estoy nervioso?

Levanté una ceja incrédula.

—Amor, llevas jeans y una camisa cualquiera con tenis y te estas poniendo corbata — dije apuntándolo.

Miró hacia abajo y rio.

—Es la moda en Europa

Negué con la cabeza y me acerqué a él y comencé a quitarle la corbata.

—Todo va a estar bien — le sonreí y besé su mejilla.

—Solo quiero vivir.

Reí.

— ¿Están listos? — Miré y Aly estaba en el marco de la puerta.

— ¿Tú lo estas Einstein? — preguntó Jason sonriéndole.

—Más que tú — entró con una sonrisa en los labios — te ves muy guapa.

Le sonreí y la abracé.

—Tú eres la que estas despampanante — dije tomándola de la mano y dándole una vuelta para que mostrara atuendo. Llevaba puesto una falda de cuadros negros y blancos con una blusa color blanco resaltando su pelo negro largo con unos botines negros — me gusta ese nuevo estilo tuyo.

Aly a sus veintiún años ya era una importante arquitecta de Italia, muy solicitada.

—Algo tenía que tener de bueno ser tu cuñada — rio.

Reí y dejé la corbata a un lado.

—Bueno, creo que todos estamos listos — dije mirándolos.