-Quiero el divorcio, Steve.
Un dia podíamos estar riendo y al otro podiamos matarnos con unas simples palabras declarandonos la guerra. Ahora todo es diferente a lo que éramos sin embargo terminamos en el mismo lugar, el mismo lugar donde empezamos...
Te escuche respirar profundamente, tratando de calmarte.
-Tony
-¿Qué?
-No has estado comiendo bien ¿Verdad? Al abrazarte note que estabas más delgado, pero no pensé que habías bajado tanto ¡Diez kilos ya es demasiado!
-¿Cuándo puedo irme?
-Anthony
-¡Ya no me llames así!
-A tu noviecita al parecer no le importas, que ni cuenta se da.
-Pepper no es mi novia, Steve. Y por mucho que me gustaría enamorarme de ella, no puedo.
Te vi sonreir, pero rápidamente cambiaste tu semblante y te pusiste serio.
-Tienes anemia y de la grave, Anthony
-¿Sólo eso? Genial ya me puedo ir.
-Cuando llegamos aquí, tu presión estaba hasta el suelo, me asustaste...
-Ya me quiero ir.
Baje la cabeza, era cierto estos años no me cuidaba, cuando recordaba comer lo hacia, Pepper ya me había regañado decía que cualquier día me iba a desmayar, eso me pasa por no hacerle caso. Ahora estoy sólo con Steve en una habitación.
-Sabes que odio los hospitales...
-Te daré de alta en la noche.
Miraste unas hojas que tenías, tu cabello rubio estaba bien peinado, nada fuera de lo normal. Cuando estábamos casados siempre llegabas peinado y decías que tenías que lucir así de bien para tu esposo.
-Tony...
-Dime, Rogers
Levantaste la cabeza, dejaste las hojas en la mesa y estabas acercándote y eso no era bueno, al menos no para mi, estabas tan cerca que ya podía sentir tu respiración calmada cerca de mi cara.
-¿Por qué me besaste?
-Rogers, estaba mal, tu mismo lo acabas de decir, seguro me abre caído encima tuyo, algo parecido.
En tu cara podia saber que esa respuesta no te la tragabas para nada.
-Decías mi nombre.
-No eres el único Steve en mi vida.
-Mencionaste mi apellido también, Tony.
Un silencio se instaló en esa maldita habitación de hospital, miraste mis ojos y yo mire los tuyos seguían siendo tan hermosos, como lo recordaba.
-Te extrañe, Tony.
Te estabas acercando más, te aleje con las manos. Y te mire serio, tu esperabas unas palabras de mi parte.
-¿¡Por qué?! ¡Tres malditos años!
-Porque ya lo logré.
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.