"Hay momentos en la vida donde, a pesar del caos, el simple acto de seguir adelante se convierte en una promesa de que todo puede mejorar."
- Autora
El sonido de los pasos apresurados resonaba en los pasillos mientras corría hacia clase, el reloj marcando que llegaría tarde. La ansiedad se apoderaba de mí, y con cada zancada, la multitud parecía volverse más densa. De repente, sin previo aviso, tropecé y caí hacia adelante, preparándome para el impacto. Pero en lugar de golpear el suelo, unas manos fuertes me atraparon.
—Whoa, fácil ahí —dijo una voz profunda y suave, mientras me enderezaba con cuidado. Al levantar la vista, me encontré con los ojos oscuros de Kim Seung Lee.
Lo reconocí al instante, no solo por las habladurías que habían circulado en la universidad, sino también por su presencia. Kim, con su atractivo asiático, tenía un aire que me recordaba a los protagonistas de los K-dramas que tanto disfrutaba. Su cabello negro liso caía de manera desenfadada sobre su frente, y sus rasgos eran tan definidos que casi parecían sacados de una serie de televisión.
—Gracias —respondí, apartando rápidamente la vista, sintiendo que un leve rubor me subía a las mejillas. Aunque agradecida, había algo en él que me hacía sentir incómoda.
—No hay problema, parece que tenías prisa —dijo, su tono juguetón revelando que disfrutaba de la situación.
—Sí, estoy tarde para clase —dije, intentando sonar indiferente. No quería que supiera que su cercanía me afectaba.
Kim sonrió, pero algo en su mirada me hizo dudar. En el fondo, sabía que había más detrás de su sonrisa. Su atractivo podía ser envolvente, pero también había oído rumores que insinuaban que era de aquellos que solo atraían problemas.
—Soy Kim —dijo, extendiendo la mano. Me quedé mirándolo, dudando.
—Isabella —dije finalmente, estrechando su mano brevemente, sintiendo una chispa incómoda al contacto.
—Así que tú eres Isabella. He oído tu nombre, pero nunca creí que nos encontraríamos así —dijo, su tono ligero, casi como si estuviera jugando.
Traté de mantener una expresión neutral, pero no pude evitar que la desconfianza se filtrara en mi voz.
—He escuchado sobre ti también —respondí, apenas audaz—. Espero que no sea todo lo que dicen.
—¿Y qué dicen? —preguntó, arqueando una ceja, pero su sonrisa seguía allí, como si no le importara.
—Que eres problemático —solté, casi sin pensar, y vi cómo su expresión se tornaba en sorpresa, pero rápidamente volvió a sonreír.
—Bueno, no me gusta que me cataloguen —dijo, un brillo de desafío en sus ojos—. Pero te prometo que no soy como dicen.
Justo cuando pensé que la conversación podría profundizar, un grupo de estudiantes pasó corriendo a nuestro lado, rompiendo el hechizo.
—Bueno, no quiero retrasarte más. Suerte en clase, Isabella —dijo, dándole un ligero toque a mi brazo antes de seguir su camino.
Mientras lo veía alejarse, una mezcla de confusión y desconfianza se enredaba en mi mente. Había algo intrigante en él, pero también algo que me hacía recordar la historia complicada de mi entorno.
Después de correr para lograr llegar a clase a tiempo, la lección transcurrió con normalidad, pero mi mente estaba en otra parte. El timbre del receso resonó por todo el campus, y decidí que un poco de café y una charla con Audrey y Joseph eran justo lo que necesitaba para despejarme. Caminé hacia la cafetería, sintiendo que el bullicio de los estudiantes a mi alrededor me envolvía, pero la inquietud de la mañana todavía pesaba en mí.
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Mundos Oscuros [Editando]
Teen FictionIsabella Fernández ha construido muros altos y gruesos alrededor de su corazón, levantados por la traición de su padre y la pérdida de su madre. Aunque vive en la vibrante ciudad de Los Ángeles y asiste a una prestigiosa universidad, se siente atrap...