Después de una agotadora noche, sin poder conciliar el sueño, pasadas las cuatro se la madrugada, por fin el cansancio tanto físico como mental, me llevan al extremo de la inconciencia.—Isabella... Isabella – llaman tras la puerta seguido de uno golpes en ella. — Dilan está aquí.
— ¿Que hora es?– respondo aún con mis ojos adormilados.
— Casi el medio día, no quise levantarte porque me imaginé que estarías muy cansada por todo lo acontecido.– responde Nathalia a través de la puerta. — ¿Puedo pasar?
— Claro, adelante. – cuando entra, ya estoy sentada en la cama.
— ¿Como te sientes?. – me pregunta con una cálida sonrisa, de esas características de una madre cuando se preocupa por su hijo.
Madre.
Por poco olvido el sueño y la sensación que producía esa palabra.
— Estoy bien, gracias Nathalia. – respondo con una mano frente a mi boca, debido que aun no me he lavado los dientes. Ella capta el gesto y sonríe.
— Dejaré que te alistes, te esperamos a fuera. – dice antes de cerrar la puerta tras ella.
Aún sentada en la cama, llega a mi mente las imágenes del sueño; los ojos de la niña, su suave caricia, esa forma de llamarme. Muevo la cabeza sacando las imágenes de mi mente, mi corazón nuevamente latía desbocado al instante que una duda llega a mi mente.
— ¿En que día estamos? – susurro para mí a la vez que busco el teléfono que hace poco me entregaron.
Hasta el momento no lo había usando, y por esa razón estaba al fondo de toda la ropa que había comprado el día anterios junto con la ropa que traía. Saco el teléfono y miro en él la fecha que muestra la pantalla principal.
— No puede ser. – me siento en la cama, apoyando mi cabeza en las palmas de mis manos. — No puede estarme pasando esto, no ahora.
Llevo dos semanas de retraso, dos semanas de lo que hace que Damon estuvo fuera de sí. No puede estar sucediendo esto precisamente en éste momento.
Saco un pantalón Jean junto una blusa de tirantes y entro al baño; frente a mí hay un espejo donde mi reflejo, ahora rubio —teñido— me mira con unos ojos inexpresivos. Entro a la ducha y después de diez minutos bajo el agua, al final salgo y me visto rápidamente.
En la sala principal están hablando Dilan y Nathalia y al verme, callan instantáneamente.
— ¿Como están? – dije tratando disimular que note su rápida reacción al verme, sus rostros se tranquilizan.
— Nosotros estamos muy bien, ¿tú como te sientes? – Dilan se acerca y posa su mano en mi frente. – te noto algo pálida, estás sudando frío. ¿Pasa algo?.
— No, no. Todo está bien – miento cuando veo a Nathalia acercarse preocupada. – ire a alguna farmacia por mis pastillas de tratamiento.
— ¿Tratamiento? – dicen los dos al unísono, se miran y sonrien a lo que yo, ruedo los ojos por inercia.
— Estoy bajo un tratamiento debido a un problema en mi cabeza, lo que provoca que tenga dolores e incluso a veces, desmayos. – digo restándole importancia.
— Entonces, no deberías salir. – Nathalia se adelanta a decir. – Dilan y yo podríamos traerlas.
— No es necesario. – digo sonriendole para calmarla. — Además, necesito un poco de aire libre, no demoraré.
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Mundos Oscuros [Editando]
Teen FictionIsabella Fernández ha construido muros altos y gruesos alrededor de su corazón, levantados por la traición de su padre y la pérdida de su madre. Aunque vive en la vibrante ciudad de Los Ángeles y asiste a una prestigiosa universidad, se siente atrap...