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Richie volvió a darse una mirada a través del espejo, las manos le temblaban ligeramente y deseó estar fuera para fumar un cigarro. Eso lo tranquilizaba.

Suspiró, se encaminó fuera de su habitación para ir por algo para tomar, una vez en la planta baja entró a la cocina y se sirvió un vaso de agua. La puerta principal fue abierta e ingresó un hombre alto de cabello oscuro, traía un maletín y lucía cansado. Richie lo examinó entre extrañado y asombrado.

—¿Papá?

—Richie, hijo. ¿Cómo estás? — el de lentes dejó a un lado el vaso y se acercó para saludar a su padre con un ligero abrazo. No lo había visto hace varios días.

—Bien. — sonrió. —¿Tú?

—Bien también. — miró a los lados. —¿Tú madre sigue en el living? — Richie asintió, podría haber dicho algo como «ahí vive» o «no se a movido hace años» pero mantuvo silencio. —Vengo por algunos papeles, iré a buscarlos.

Antes que el hombre pudiera darse paso por la casa para ir en busca de sus cosas, el de lentes lo detuvo.

—¿No te quedarás? — preguntó con cierto toque de esperanza, las pocas veces que veía a su padre eran muy rápidas y aunque ya estaba acostumbrado —por parte— de ello. Lo extrañaba constantemente.

—Lo siento, Rich. Ya sabes como es el trabajo.

Richie asintió. Wentwort Tozier era dentista y usualmente no se encontraba en casa por «el trabajo» aunque Richie conocía que no era por ello.

Se sentía una carga. Cuando era más pequeño, su padre solía llamarlo «estúpido» por lo que él consideraba «la tontería de Richie» cuando se metía en problemas. Con el tiempo había dejado eso, cada vez lo veía menos y lo poco que se lo encontraba parecía bastante sereno y cansado. Ya no lo insultaba, mucho menos lo retaba.

Y Richie definitivamente prefería tener a su padre retándolo a que lo ignorara la mayoría del tiempo.

Pero no podía decir nada, aún era menor de edad, y no lo tomaban en serio. Sería una pérdida de tiempo intentar razonar.

Lo dejo seguir, su padre a los pocos minutos se fue mientras repetía: «Vendré pronto» como solía dejarle dicho cada vez que lo veía. Era mentira evidentemente.

Caminó escaleras arriba y tomó su chaqueta, aún quedaba bastante para la hora que había acordado juntarse con Eddie, pero no le importaba, necesitaba tomar aire y no sabía a que otro lugar más ir aparte de la casa de su amigo castaño.

Mientras caminaba prendió un cigarro, siguió sumergido en sus pensamientos por varios minutos hasta que divisó la casa de los Kaspbrak y se escabulló hasta la parte trasera. Observó el gran roble que decoraba aquel lugar y con un rápido y ligero salto, se tomó de sus ramas para escalar hasta el más próximo a la ventana del «ahora no tan pequeño» Eddie.

Estaba acostumbrado a subir por aquel árbol así que le fue fácil llegar, una vez arriba abrió la ventana y se sumergió a la habitación de quien era su amor juvenil.

Una sonrisa se le escapó de los labios al verlo en pijama sobre la cama mientras mantenía los auriculares puestos y los ojos cerrados.

Se acercó cuidadoso, quiso aprovechar esos escasos segundos para disfrutar de su armoniosa figura y una vez estuvo frente a él, se le lanzó encima colocando sus manos en su torso para apretar ligeramente.

—¡Boo! — soltó mientras Eddie abría los ojos alarmado.

—¡Mierda! — el menor exclamó asustado, su cuerpo reaccionó por inercia y golpeó a un costado a Richie con su pie. —¡¿Richie?!

𝐋𝐎𝐕(𝐒)𝐄𝐑 | REDDIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora