03 de septiembre, 1991.
—¡Jodida mierda! — Richie exclamó mientras quitaba el casete de la grabadora y lo tiraba a una esquina de su habitación. Ahí habían otros tres más.
—¡Richie! — escuchó una voz desde el piso de abajo, bufó y se levantó del suelo para salir de su habitación e ir al living.
—¿Si, mamá? — divisó a la mujer de mediana edad en el sofá, tenía una manta sobre sus piernas y miraba televisión sin girar su vista hacia el de lentes quien se encontraba a su espalda.
—Ve a comprarme unos cigarrillos, hay dinero sobre el refrigerador. Solo saca dos dólares.
Demandó aún con la vista en la pantalla, Richie asintió mientras iba a la cocina y sin inconvenientes sacó el dinero donde su madre le había indicado. Lo guardo en sus gastados pantalones y salió de aquella casa para caminar al local que estaba a escasas dos cuadras, mientras seguía su camino vio una roca y la pateo flojamente hacia adelante, después de que aquel pequeño juego lo entretuviera en su paseo, está cayo a un lado de la calle y prefirió dejarla ahí.
Entro al local haciendo tintinear una pequeña campaña sobre su cabeza, hizo una mueca molesto por el chillante sonido y caminó al mostrador.
—Dos paquetes de cigarrillos. — dejó el dinero a un lado y tomó los paquetes que le proporcionaba el vendedor. —Gracias.
Se fue de ahí sin recibir ninguna palabra por parte del viejo vendedor de aquel local, aún era menor de edad pero eso hace mucho había dejado de importar para el canoso que lo atendió.
—Hey, Richie. — el de lentes observó a su lado notando que Bill el Tartaja, su viejo amigo de infancia se acercaba. —¿Cómo estas, amigo?
Bill con el tiempo había aprendido a controlar mejor su tartamudeo, y aunque aún se enredaba con algunas palabras, el tartamudeo había disminuido notablemente a tal punto que a veces ni parecía que alguna vez lo tuvo.
—Bien, Gran Bill. — sonrió. Guardo un paquete de cigarros en su bolsillo y el otro lo abrió para posicionar uno entre sus labios.
—¿Incrementando el vicio? — el ojiazul le señaló el cigarro. Richie negó.
—Uno es de mi mamá, este es mío. — mostró el paquete abierto.
—Te creeré. — el de lentes sonrió, prendió su cigarro e inspiró el humo. —¿Vas donde Stan l-luego?
—Claro, no me lo perdería por nada.
Bill asintió.
—Eso creí. — golpeó su hombro. —Debo irme, nos vemos luego.
Richie se despidió de su amigo, suspiró mientras nuevamente se llevaba el cigarro a los labios.
Mierda, llevaba toda la maldita noche y parte del día intentando grabar un casete decente para regalarle a Eddie esta tarde. Hoy era su cumpleaños, y habían acordado ir a casa de Stanley para celebrarlo aprovechando que los padres del judío no estarían.
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𝐋𝐎𝐕(𝐒)𝐄𝐑 | REDDIE
Hayran Kurgu𝐋𝐎𝐕(𝐒)𝐄𝐑 | ❝ Richie Tozier amaba a Eddie Kaspbrak, y a los 13 años fue capaz de escribirlo sobre el Puente de los besos. Ahora con 16 años, ¿será capaz de por fin confesarle su amor? ❞