02 | Viejos recuerdos p. 2

851 92 26
                                    

—Mierda. — Eddie tropezó con algo en el agua casi haciéndolo caer, Stan logro sujetarlo así evitándolo. El castaño agradeció.

—E-Estamos ce-erca, ma-anténganse u-unidos.

Los siete integrantes del club de los perdedores conservaron el silencio, acababan de salir de Neibolt Street mientras con un nudo en la garganta veían la espeluznante casa frente a ellos.

—¿Realmente todo acabó? — el rubio preguntó observando la entrada del lugar donde enfrentaron al payaso.

Bill el Tartaja asintió, con cierta esperanza de que eso realmente haya terminado.

—Eso e-esper-ro. — observó a sus amigos. —A-Ahora vámon-nos de a-aquí.

Los demás perdedores asintieron, tomaron sus bicicletas y caminaron lejos de aquel lugar donde tanto habían temido pero de igual manera habían sido valientes. Cruzaron a través de la plaza de Derry, Richie tragó saliva al ver la gran estatua de Paul Bunyan en el centro del lugar. Cambio su vista al frente y siguió a paso lento a sus amigos.

Cruzaron la avenida y fueron por la calle, Bill se detuvo frente a un escaparate y pronto todos los demás hicieron lo mismo contemplando sus reflejos bajo la frase «Derry te está llamando».

Eddie hizo una mueca, estaba embarrado de ese líquido espeso y oscuro que el payaso había vomitado sobre él.

—No puedo ir a mi casa así. Mi mamá va a matarme.

—Desapareciste 24 horas seguidas. — el de lentes hablo observándolo. —Seguro tu cara ya está en la televisión. Y ese vomito huele peor que los zapatos de tu madre. — el castaño hizo una mueca.

—Ya cállate, Richie. — la pelirroja bufó.

—Oye, para empezar; los zapatos de mi mamá huelen a popurrí, idiota.

—No es cierto. — el judío exclamó.

—Si es cierto. Y además, ¿cómo sabrías a qué huelen? para empezar.

—Podemos ir en silencio a nuestras casas. — Mike los observó. Le causaba gracia que sus amigos pelearan, pero estaba agotado.

Los demás lo omitieron y siguieron su discusión, el castaño como siempre hablaba tan rápido que sacaba de casillas a Stan quien sólo rodaba los ojos exasperando.

De a poco todos se fueron despidiendo, primero se fue Mike quien al vivir fuera de la ciudad debía ir en lado contrario a ellos, consecutivo Stanley el cual quedaba cerca del teatro de Derry. Siguieron caminando lentamente hasta dejar a la pelirroja, y posteriormente a Ben. Solo quedaban Richie, Eddie y Bill, y ya habían llegado a la casa de este último.

—P-Puedes pasa-ar a ba-añarte. — el ojiazul le mencionó a su amigo. —Mis padre-es no e-están.

Eddie dudo unos segundos, si llegaba así a su casa su mamá lo retaría por varios minutos hasta que lograra bañarse, y posteriormente lo arrastraría al hospital para hacerle diversos exámenes.

—No tengo más ropa. — se excusó.

—Te puedo p-presta-ar.

𝐋𝐎𝐕(𝐒)𝐄𝐑 | REDDIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora