Prólogo

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¡No, no, no! ¡Esto es una maldita mierda!

Apresuro el paso, corriendo hacia los peldaños que dan al segundo piso.

No voy a dejar que me humille de nuevo. No otra vez.

Camino por el corredor hasta llegar a mi habitación dando un portazo. Me acerco a la cómoda y tomo el boleto de avión que he comprado. Lo sostengo entre el dedo pulgar e índice de mi mano derecha, lo observo por unos segundos. Para luego dejarlo en el mismo sitio.

Busco la maleta en mi armario, al encontrarlo la llevo a mi cama. Hago lo mismo con mis blusas,  Jeans y tenis.

Mi mamá entra en la habitación.

—Pero hija, no puedes hacer esto...

—Mamá, ya lo he decidido y no hay marcha atrás —refuto—, estoy harta. He tratado de olvidar lo que me hizo, lo que paso y... Y no quiero volver a pasar por lo mismo —Doblo mis jeans y las meto en la maleta—. Sabes... —En mi mente aparece la imagen de mi encuentro con él— ahora que me volví a cruzar con él, otra vez me llamo... Me... Me...

No pude terminar la frase.

En instantes, los recuerdos volvieron a mi mente: las humillaciones, las burlas, los murmullos, los...

Las lágrimas se agolpan en mis ojos. Pero las reprimo y me obligo a no llorar. Tomo una inspiración profunda. Y sacudo la cabeza en una negativa.

"No llores" me dije a misma mentalmente.

—Yo no quiero que te vayas...  —dice mi mamá.

—Que él sea nuestro vecino no ayuda en nada. ¿Es que por qué justo aquí? ¿Por qué tuvo que venir a vivir aquí? ¡Solo lo hace para fastidiarme! ¡¿Es qué nunca se cansa?! —chillo, ante la rabia que siento hacia él.

—Esta bien, hija —dice de pronto—. Pero te voy a extrañar —Se acerca a mi, para darme un abrazo. La cual le correspondo.

—Ya... Además, ya soy una adulta y como tal tengo que independizarme —digo, con la voz ronca por las emociones y lentamente me aparto de ella.

—Si pero... —Se detiene. Pero momentos después vuelve hablar— bueno, creo que tienes razón, y confío en que lo harás bien. No olvides que puedes regresar cuando quieras. Y si necesitas ayuda no dudes en pedirlo.

—Lo sé, mamá. Gracias —digo—. Yo también los voy a extrañar.

Me siento en el extremo de la cama junto a ella.

—¿Y la universidad? —pregunta—, solo falta una semana para que empiecen las clases.

—Voy a tomar un año sabatino —contesto—. Después regresaré a las clases.

—¿Ya tienes en dónde quedarte? —pregunta de nuevo con voz preocupada.

—Tranquila —le digo—, ya he buscado un apartamento en internet.

—¿Puedes acomodarte?

—Esta amueblado.

—¿Podrás costearlo?

—Tengo mis ahorros —contesto—, que me pueden ayudar con eso. También buscaré trabajo.

—Entonces te dejo descansar —dice mi mamá. Para después salir de mi habitación.

Dejándome sola.

Sé que huir no es la mejor solución. Sé que soy una estúpida, una cobarde por hacerlo. Sé que debería de quedarme y enfrentar todo esto. Pero no puedo... No puedo quedarme un día más, y sentir que el miedo me está consumiendo lentamente.

NO ME DEJES IR © COMPLETA✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora