Capítulo 40 | Andrew

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‹‹Andrew››

—¿Crees que hicimos lo correcto al no desconectarla? —pregunta la señora Luisa, apenas entro a la habitación. Ella no se molesta en voltearme a ver mientras sostiene la mano de su hija. Y después de cerrar la puerta me detengo a un lado de ella.

—Quiero creer que si —le contesto después de unos segundos.

—¿Sabes? —la veo limpiarse una lágrima—. Becca, mi pequeña... Ella me devolvió la alegría, las ganas de vivir la vida desde el primer segundo que la tuve entre mis brazos… —dice ella. Y quiero decirle que a mi también me pasó lo mismo. Que Rebecca fue la luz que iluminó mi oscuridad. Que me sacó de ese maldito lugar de mierda en el que estaba, para darme alegría y felicidad. Pero ella prosigue—: Mi pequeña… —solloza mientras le acaricia la mejilla, y gira el rostro hacia mí—, dime que pronto va a despertar, ¿verdad? —me observa, esperando por mi respuesta.

—Yo… —quisiera decirle que así va a ser. Pero no quiero mentirnos a ambos.

—No digas nada —me corta, y hace un ademán de mano de que le reste importacia.—, yo… tu… —traga saliva.

—Luisa…

Esto cada día es más difícil. Y no sé si somos tan fuertes para seguir así.

—Becca ha pasado por muchas cosas… pero desde que llegaste a su vida. Andrew, nunca la había visto tan feliz —sonríe con lágrimas en los ojos.

—Rebecca también me hizo feliz. Estábamos muy felices... —apreto los labios.

Soy incapaz de proseguir, así que, con lágrimas en los ojos me doy la vuelta, y salgo de la habitación. Para irme a llorar en un rincón de la sala, recordando los momentos vívidos con Rebecca.

Después de estar como media hora más con su hija, la señora Luisa, ahora se dirige hacia la salida, acompañado de mí.

—Vendré mañana —me dice cruzando el umbral. Le doy una leve sonrisa de boca cerrada.

Subo de nuevo a mi habitación. Cierro la puerta y me recargo en ella por unos segundos. Después de varios segundos de observar a Rebecca me dirijo hacia el baño, después de observarme en el espejo y darme cuenta de que Jhulie tiene razón. Decido que ya es hora de cortarme el cabello y de rasurarme le barba.

Un par de horas después, de haber terminado todo, salgo del baño ya 'un poco' mejor. Termino de vestirme. Y tomo la silla para acercarlo... junto a la cama y tomo asiento. Tomo la mano de Becca.

—Amor, por favor, despierta… —me detengo unos segundos—. ¿Sabes? Tenía miedo de enamorarme. Tenía miedo de que me rechazaras. Pero, no pude evitarlo. Me enamoré desde el primer instante en el que te vi. Eres lo mejor que me ha pasado. Y, y, no sé cómo podré seguir así… Te necesito, te necesito conmigo, viva, feliz. Como antes… como antes, Becca —lágrimas se deslizan por mis mejillas—. Tú fuiste esa luz al final del túnel. Tú me sacaste de la oscuridad en el estaba. Y no puedes dejarme otra vez de esa manera. Te necesito más a ti que el aire que respiro… Te prometí no dejarte ir y no pienso hacerlo, ¿me escuchas Rebecca? Tenemos… tenemos mucho por hacer… por favor, resiste. Por favor despierta —la voz se me quiebra. Pero siento un ligero apretón de mano. Es tan ligero que por un momento pienso que me lo he imaginado. Así que, con la otra mano me quito una lágrima en la mejilla con el dedo índice.

No obstante, segundos después, vuelvo a sentirlo. Observo a nuestras manos, pero nada. No hay movimiento de parte de Rebecca. "Te lo estás imaginando", dice una voz en mi mente. Pero no le doy importancia y le acaricio la mejilla.

—Rebecca, ¿me escuchas? Por favor despierta. Hazlo —pido—. Reacciona… te necesito tanto… —veo un leve movimiento de sus párpados. ¡Me quedo estático, quieto! ¿Lo hizo...? Que no sea imaginación mía, por favor.
Y lo vuelve hacer, ¿en serio? ¡Está parpadeando!, ¡Oh, por dios! —. Rebecca, amor —finalmente abre los ojos—. Despertaste, ¡cariño lo hiciste!

Estoy asombrado, feliz, estupefacto. Quiero tocarla pero a la vez mis manos se quedan a unos centímetros de su rostro.
¡Oh, mierda! No sé qué hacer.

Ella parpadea un par de veces más. Apenas acostumbrándose a la luz. Y después me observa por un momento. Observa a los lados. Mueve ligeramente los labios.

Tomo rápidamente mi celular del buró y marco el número del doctor.

—¿Bueno? —dice él, al otro lado de la línea.

—Rebecca ¡despertó! ¡Doctor, ella despertó! —no puedo ocultar el asombro y la felicidad que me embarga en estos momentos.

—Eso es una muy buena noticia, ya salgo para allá —por como suena su voz, puedo notarlo contento y me lo imagino con una ligera sonrisa en el rostro.

Cuelgo y les envío un rápido mensaje a todos y dejo de nuevo el aparato.

—¿N-necesitas algo? —le pregunto.

Ella solo me observa por un momento sin decir nada. Y frunce ligeramente el ceño.

—¿Q-quién eres? —pregunta ella. Su voz es rasposa y ronca.

La felicidad se desvanece rápidamente al escucharla mencionar eso.

¡No! ¡No puede ser! Ella no puede…

—¿No te acuerdas de mí? —inquiero.

—No —tarda en contestar.

‹‹No››.

‹‹No››.

‹‹No››.

No se acuerda de mí. No sabe quién soy…

Me la quedo observando, negándome a creer lo que dijo.

—¿Es mentira?... Dime que me estás mitiendo —sueno dolido.

Trata de mover la cabeza. Pero luego detiene el movimiento.

—¿En dónde estoy? —pregunta.

Perdió la memoria... Olvidó todo.

—En nuestra casa.

Al escucharme decir eso. Observa en cada rincón de la habitación. Y después me observa nuevamente a mí.

—No... —niega ligeramente con la cabeza—, yo no... No...

—Cariño, amor... —me detengo unos segundos—. Tranquila, ¿si? —tomo de nuevo su mano—. Tranquila, aquí estoy, contigo.

Ella boquea, pero no dice nada más. Entonces, me mira con recelo.

—————

¡¡¡Mi peque despertó!!! ¡Ajúa! 😅😂

😢

NO ME DEJES IR © COMPLETA✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora