Capítulo 4

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Nota: Hello~ nuevamente yo aquí sola como el perro ya que así soy, una solitaria sin remedio... Bien sigamos con nuestro problemático trío, recuerden que pueden apoyar visualmente a la historia creando un dibujo de la escena que más les halla llamado la atención o que más les moviera sus fibras sensibles... Sin más, el capítulo anterior nadie participó, así que se queda sin su portada.  

Comencemos... :D

El regreso a casa en la patrulla fue bastante silencioso, detrás de la misma se encontraba el auto de Toriel quien era acompañada por Honey; Sans estaba un poco cansado por su estadía en el hospital, así que permanecía recostado en el vidrio de la patrulla mirando cansadamente hacía el retrovisor donde podía ver a Honey, aún con el cejo molesto, sus sentimientos estaban encontrados, por una parte se sentía mal por ver la mejilla abierta y el ojo morado que ahora portaba su hermano, por otra parte, sentía un poco de emoción al saber que alguien ajeno a Papyrus estaba preocupado por su bienestar; ese sentimiento era cálido y lograba que su corazón palpitará con fuerza, era normal para alguien como él, que nunca había sabido que era ser tratado amablemente.

No podía apartar la mirada de su tutor y no era para menos, en pocos meses le había demostrado lo importante que era, cosa que Papyrus no pudo lograr en los años que llevaba haciéndose cargo de él.  Papyrus no era tonto, sus guantes rechinaron sobre el cuero que recubría el volante de la patrulla cuando los apretó por el pensamiento turbio que estaba pasando por su mente, ese hombre le estaba robando su única razón de vivir.

- Sans es enserio... no quiero que estés cerca de ese tipo después de clases... tengo un muy mal presentimiento con él. - pronunció de la manera más calmada que pudo, intentando calmarse, su hermano se encontraba delicado de salud y no debía alterarse mucho, órdenes del doctor.

Sans no contestó nada, simplemente bajó la cabeza y comenzó a jugar con sus dedos, sintió que la sangre comenzaba a bajar desde su cabeza hasta agolparse en sus pies, era completamente absurdo, Honey no estaba haciendo nada malo, al contrario, desde que él había aparecido en sus vidas se sentía mucho mejor de ánimos, las pesadillas fueron menos recurrentes y el miedo a quedarse solo había disminuido de manera tal, que prácticamente las orejas debajo de sus ojos habían desaparecido.

Para Papyrus las cosas no eran tan simples, sabía que Honey no estaría para siempre con Sans y que si éste llegaba a encariñarse con él la separación no solo sería dolorosa sino devastadora para el pequeño.  Por lo que no permitiría que un malnacido que se ganaba la vida mintiéndole a los niños indefensos, destrozará los sentimientos de su hermano; le partiría la cara antes de que aquel desgraciado osara tan siquiera pensar en desmoralizar a su hermano, mucho menos en hacerle algo o meterle mano.

Una vez regresaron a casa, Papyrus se marchó a la cocina para darle un poco de sopa caliente, servida en la cama con cuidado, Honey no pudo hacer nada más que quedarse en el marco de la puerta, ese hermano sobre protector siempre descuidaba al pequeño y encima se indignaba cuando alguien más le prestaba atención, aun así Honey se rehusó a irse del lugar hasta que Sans se encontrará descansado y en recuperación.

- Te lo advierto, aléjate de mi hermano. - Honey encendía un cigarrillo en la entrada, recargando su cuerpo de manera pesada en la pared, expulso el humo de una sola bocanada, mientras alzaba su mirada al cielo, cosa que hizo a Papyrus comenzar a molestarse.

- De una vez le digo, "hermano mayor" si estoy metido en esto no es porque quiera, pero una vez que sé qué necesitan estos niños, no puedo simplemente dejarlos a su suerte... hasta que se gradúe creo que nos veremos bastante seguido... - dio una última calada a su cigarrillo y lo arrojó al piso, pisando la colilla con su tenis al mismo tiempo que miraba de forma retadora a Papyrus quien solo pudo apretar los puños con rabia.

Lo sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora