Capítulo 9

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Sans se fue a su cuarto con la mente en blanco, Papyrus lo dejó estar; pues era normal que en ocasiones su mente divagara a otro lugar, en embargo, esta vez no había pensamientos oscuros que lo llevaran a pensar que el mundo sería un lugar mejor sin él; ni recuerdos tortuosos del pasado que le recordaran el porqué le habían apodado el Rojo y mucho menos el recuerdo de todas las miradas desaprobatorias que siempre le perseguían de gente que no conocía la verdadera historia.  En esta ocasión Sans estaba sumido en el recuerdo de lo que había pasado en el salón de clases, en la hora de detención, cuando no había nadie más que Black y él.

Podía sentir la calidez de su aliento chocando contra su cuello y lo frío de las puntas de sus dedos al tocarlos, recuerda la sensación de sus caricias desde su clavícula hasta donde termina el cierre de su pantalón; ese conflicto interno entre hacer lo correcto y seguir en la curiosidad del momento, una parte de su mente le gritaba detente, pero los cálidos besos y los dedos gráciles de Black le pedían a gritos continuar; estaba curioso y hambriento de descubrir nuevas sensaciones.

Sans había correspondido al tercer beso y los que llegaron después de ese; la lenga de Black era habilidosa y una experta para proporcionar caricias placenteras y Sans se estaba haciendo adicto a ellas.  Fue inevitable para Sans reaccionar ante sus recuerdos y sus manos viajaron todo el trayecto desde sus labios, donde presionó levemente, hasta llegar al broche de su pantalón.  Desabrochó el botón con cuidado, vigilando la puerta, respirando de manera pesada y esperando por lo que venía.  Metió las manos dentro de sus ropas y comenzó a acariciarse; Sans se dejó llevar por sus recuerdos.

Cuando Papyrus fue a llamar a Sans para cenar, detuvo sus pasos al escuchar los leves jadeos de autoplacer que se estaba proporcionando su hermano mientras recordaba el pecado que había cometido en la escuela.  Papyrus lo dejó estar, le daría quince minutos o quizás un poco más, Sans estaba creciendo y lo que estaba ocurriendo era parte de su desarrollo, él también lo había hecho mucho tiempo atrás.  Sonríe de lado y se marcha nuevamente a la cocina, a esperar a que su hermano "despeje" su mente.  Sans estuvo recordando unos minutos la sensación del cuerpo de Black, el roces de sus caricias y la dulzura de sus besos, Sans terminó descargando todos sus deseos en un sonoro gemido que culminó en la punta de sus dedos.

Estaba cansado, agitado, extasiado de probar por primera vez sensaciones tan intensas y agradables.  Una cosa era seguro, Black dijo que lo que habían hecho solo era el comienzo, que había un mundo de posibilidades siempre y cuando estuviera dispuesto a descubrirlas a su lado, dejando de lado a Honey, a su hermano; tenían que ser solo ellos dos y si había más cosas que se sintieran así de bien Sans deseaba descubrirlas todas.

Por su parte, Black sentía un extraño sentimiento aflorando en su pecho, no era la primera vez que lo hacía con un varón, pero se sintió diferente; era la primera vez, desde que había comenzado con su vida sexual, que no sintió asco o repulsión una vez que hubo terminado el acto.  Black culpaba de todo a Papyrus, de no haber sido arrestado por él; no hubiera terminado en la cárcel, ni hubiera tenido que convertirse en la puta de alguien más por protección.  Sans se volvería su puta y sufriría la misma humillación que él había recibido, pero primero, Black sabía a la perfección que antes de poder disfrutar del placer de adentrarse en ese pequeño y regordete cuerpo, tenía que ceder el poder penetrar.  Una vez que Sans no pueda soportar el no hacerlo, entonces sería su turno y es ahí cuando Papyrus pagará todas las que le debe.

Black podía sentir las cálidas y regordetas manos torpes de Sans en sus caderas, sus suaves y vírgenes labios rosando los suyos, marcando su clavícula, su pecho, recuerda su respiración alterada y lo tembloroso que se había vuelto su cuerpo una vez que los dos tuvieron sus caderas expuestas; había sentido con toda claridad los espasmos de su cadera y los leves jadeos provenientes de su boca cuando terminó en sus entrañas, Black siempre se encontraba con la puerta cerrada, Money se encontraba en la planta baja, perdido en su mente como siempre, llamó a un sirviente, atendió un chico con cabeza de venado, callado y escurridizo que siempre lo miraba con miedo y no era para menos, Black descargaba toda su frustración, sexual o no en él.  Y esa noche, gracias a Sans estaba a punto de estallar nuevamente.

Lo sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora