Capítulo 15

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Sans se enfrentó al delincuente, mostrando los ojos fieros y los dientes, el ladrón dio un paso hacía atrás, dudoso de lo que haría a continuación, Sans empujó con fuerza al ladrón tirándolo de nalgas al suelo, aturdido y desorientado, pues lo último que imaginó sería a un niño protegiendo a un adulto de un atacante armado.

Sans no espero, tomó la mano de Honey y corrió lo más fuerte que sus piernas le permitieron, corrieron hasta que se encontraron en otro barrio, demasiado diferente al que estaban escasos cinco minutos antes; Sans no supo si el ladrón los perseguía, el simplemente siguió corriendo hasta que se sintió a salvo gracias a las luces y la cantidad de gente que pasaba por el lugar.

- Gracias, pero no lo vuelvas a hacer, te pusiste en peligro. - dijo Honey tratando de recuperar el aliento.

Sans no contestó, más importante que eso, estaba preocupado porque no se encontrara herido ninguno de los dos, sabía perfectamente que ese tipo tenía la manía de herir a sus víctimas de robo, esto con la finalidad de que no lo delataran, pero que hieran a Honey no estaba en sus planes, alzó la mano para decirle con señas que se encontraba bien; no podía hablar aún.

El estruendo de una explosión les hizo levantar la mirada, estaban en medio de la calle, la noche iluminada por las estrellas se vio interrumpida por el colorido estallido de la pólvora al estallar en el manto nocturno con fuerza, estaban estallando fuegos artificiales, las flores de fuego se veían realmente hermosas, Honey buscó en su celular la fecha; era un festejo a un santo patrono local, había una feria adelante; Honey sonrió levemente, quizás esa era una buena oportunidad para limar asperezas, Sans necesitaba un descanso.

- Vamos a ver. - Honey extiende su mano, Sans se incorpora dudoso, no sabe si realmente creer nuevamente en él y tomar esa mano, después de todo el daño que le causó está temeroso de volver a eso, sabe que Honey no tiene la culpa, por lo que no tiene motivos para despreciar la invitación.

Las calles estaban iluminadas con pequeñas farolas que colgaban de las luces de la calle, con colores llamativos, los puestos dispersos tenían muchas cosas para ver, algunos juegos y comida, Honey paró en el primer puesto para comprar algo para comer, era obvio por el sonido de la barriga de Sans que no había comido desde hace tiempo.

Con una papa en espiral frita marcharon por las calles, Sans no podía despegar la mirada de Honey, quien se mantenía sereno mientras caminaban tomados de la mano, ocasionalmente le indicaba que mirara algo o le preguntaba si deseaba ir a algún lado en especial; Sans no podía responder, estaba tan ensimismado en sus pensamientos que sentía que todo era una simple ilusión.

Honey decidió darle un día especial a Sans, especialmente después de que tendría que darle la noticia, recientemente le habían dado la calificación necesaria para poder regresar con su hermano, en su departamento se encontraba la carta que acreditaba que podía encargarse de Berry, su hermano; por lo que esta semana sería la última, quizás esta oportunidad fue dada por el destino para poder corregir los errores que cometió con Sans.

Para Sans era tan irreal, al punto que llego a pensar que había sido asesinado por Dan, el hombre que intentó asaltar a Honey, siempre deseo pasear de esa forma con él, pero el tiempo que pasaron juntos mayormente era parte del trabajo de Honey y cuando formalmente se volvieron pareja, su relación duró relativamente poco por lo que nunca se dio la oportunidad; podía escuchar su corazón palpitar con fuerza, era completamente algo fuera de este mundo.  No pudo evitar olvidar todos los problemas, una parte de su cabeza le gritaba que algo andaba mal, pero no perdería la oportunidad de pasar tiempo con él.

Como era costumbre, Honey siempre fue un caballero, atendiendo a cada uno de los caprichos silenciosos de Sans, pues el pequeño no se atrevía a levantar la voz cuando deseaba algo, como el algodón de azúcar o el peluche del primer premio en el concurso de dardos.  Honey se sentía realmente agradecido de volver a ver la sonrisa de Sans, pues tenía varias semanas sin aparecer en su rostro.

Lo sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora