DEMASIADO QUE DECIR

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Es un beso rápido pero aún así lo noto en mis labios cuando se aparta muerto de vergüenza. ¿Isaiah? ¿De verdad? Sí que me siento a gusto con él aunque nunca me lo he planteado. ¿Me gusta? No lo sé. Su cercanía me da seguridad y siento que puedo ser yo misma con él, casi tanto como con Hugo, sólo que Isaiah conoce mi secreto. Al igual que Ezel. Su beso ha despertado cosas y aunque mi cabeza anda hecha un lío últimamente no puedo negar que me siento atraída por Isaiah.

-Oh Dios. Olvídalo por favor ha sido una tontería. – hace amago de levantarse pero no le dejo. La bolsa de patatas cae al suelo.

-No, Isaiah, la verdad es que me ha sorprendido nada más.

-No hace falta que respondas sólo...era algo que...algo que quería decirte...no hace falta que respondas, sé que hace poco que empezamos a hablar de verdad, pero yo estoy seguro de lo que siento.

Parece decidido y muy seguro.

Le agarro la mano, está un poco sudorosa, pero extrañamente fría.

-No pasa nada, la verdad es que yo no sé lo que siento ahora. Sí que me siento atraída por ti y no puedo negar que tu compañía estas últimas semanas ha sido genial. Contigo me siento bien y aparte sabes de mi...problema.

Me siento nerviosa. Es la primera vez que hablamos de lo que me pasa. Tengo la pequeña sospecha de que su constante compañía es también una forma de asegurarse de que esté bien.

-Claro. El hecho de que me gustes no cambia que siempre vaya a ser tu amigo.

Le sonrío. ¿Por qué me hace sentir tan bien? No sé si está bien, o es la emoción del momento. Pero le beso. Besa muy bien, esta vez es intenso, profundo. Hace que pequeños bebés pterodáctilos circulen por mi estómago. Recorro su nuca con mis dedos, notando su respiración entrecortada. Cuando nos separamos, veo sus ojos acuosos y brillantes, sus pupilas dilatadas.

¿Qué es este sentimiento?

No lo sé. Pero no se parece ni de lejos a ningún beso con Coral.

Nos pasamos toda la tarde hablando de libros, de la vida, de por qué el cielo es azul, y los olores de las estaciones. Estamos tumbados en la cama, a veces nos cogemos la mano torpemente como tanteando el camino, pero todo parece tan...natural como si el encuentro en el supermercado solo hubiese sido el preludio a todo eso. Alguna vez me besa la mano, la frente, me acaricia el afro.

Parecemos dos críos.

Se va un par de horas más tarde casi a la hora de cenar. Nos citamos por whatsapp como siempre. Me encuentro con Latoya y Wendy en nuestra mesa habitual. A Wendy se la ve distraída, al igual que Latoya que mira con ojos asesinos a cualquiera que se encuentra. Ninguna está de un humor normal.

-Hey...mmmm esto... - en realidad no sé cómo empezar. La confesión de Isaiah, mi confusión con todo, mi relación con Ezel, el tema de Wendy con Hugo, Sylvio. Lo que daría por un poquito de normalidad.

La cena transcurre en un silencio incómodo y tenso. Esto nunca había pasado, no desde que Wendy se fue a ver sin nosotras Capitán America 2: El Soldado de Invierno.

Después de veinte minutos sin hablar Latoya estalla:

-Kim me ha besado.

Casi me atraganto con el agua. Wendy le mira con los ojos desmesuradamente abiertos.

-¿Kim? ¿Kim, el playboy?

Latoya asiente.

-¿Y qué hiciste? – pregunta Wendy.

Escondida En La MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora