LA CHICA DE OJOS AZULES

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Pese a todo lo que me he prometido a mí misma, las palabras se me atragantan y deciden morir antes de poder soltarlas. Si se lo cuento se darán cuenta de lo que me pasa. Wendy me mira preocupada, agarra mi mano y yo trato de ocultar lo máximo posible mis cicatrices mientras espera ansiosa a que diga algo.

-No tienes que decir nada ahora Lee. – dice Hugo. – yo al menos no necesito saberlo de momento…

-Pero tendremos que saberlo para que no se repita lo que sea que te haya pasado. –dice rotundamente Latoya.

Su mirada es tan intensa que apenas puedo sostenerla.

Así que nadie les ha contado nada. No saben lo que pasa ni nada sobre mi problema.

-Hemos oído a la doctora esa decir que tienes que pasar un tiempo más aquí, pero que a lo mejor el mañana por la tarde estés fuera. – añade Wendy.

-Entonces quizá pueda ir a la fiesta, Hugo. -  son las primeras palabras que les dirijo y siento mi voz extraña y hueca.

-Ni hablar. Tienes que descansar – ruedo mis ojos. Realmente exagera.

Lo único grave es que necesitaré el ventolín por unos cuantos días, lo otro…bueno, ya veremos. Me entra un escalofrío de pensar en la “cita” con la doctora Jones.

-La buena noticia es que el colegio no se ha derrumbado en tu ausencia. – dice Isaiah. – Keri se está ocupando de todo. Eso sí, eres trending topic.

La doctora Jones entra de nuevo llevando a Ezel, que está bastante seria. Me mira intentando sonreír pero apenas curva la boca, se tumba de espaldas a mí y la doctora corre la cortina par darla intimidad. Hugo se queda mirándola entre curioso e interesado, Wendy apenas la presta atención al igual que Latoya.

La loquera viene y empieza a mirar las máquinas a mi alrededor que lanzan pitidos a un ritmo regular.

-Tus niveles de oxígeno se están estabilizando. Deberías descansar. Mañana es un día ajetreado. – mira significativamente a Wendy, Latoya, Isaiah y Hugo.

Wendy me da un beso en la frente, Latoya aprieta mi mano y Hugo me revuelve el pelo. Isaiah se queda parado sin saber qué hacer, finalmente me da un abrazo, algo tosco.
Apenas unos segundos después se me cierran los ojos sin poder evitarlo.

· · ·

Una luz blanca se filtra a través de mis párpados y me despierta. Con lo a gusto que estaba…Lo primero que hago es quitarme la máscara de oxigeno que ya empieza a molestarme. El dolor de los pulmones se ha transformado en un picor sordo.
Noto la boca seca y mis músculos están doloridos. Además tengo hambre.

Me levanto pero no puedo evitar soltar un par de quejidos en el proceso de poner los pies en el suelo.

-¿Has pasado tan rápido a la tercera edad Shedrack?

Al girar la cabeza (crujido de cuello incluido) veo un par de ojos azules que me sonríen divertidos.

-Buenos días a ti también. – la verdad es que siento como si cien elefantes hubieran decidido aprender a hacer masajes en mi cuerpo.

-¿Agujetas eh?

Asiento y me fijo en que ya no lleva la cosa que llaman bata de hospital. Su pelo está atado en un moño en lo alto de su cabeza aunque algunos mechones están sueltos y adornan su cara. Lleva un jersey ancho con unos vaqueros. Debe ser al menos una cabeza más alta que yo.

-¿Te vas?

-No puedo hasta que termine contigo aquí.

No entiendo nada y antes de que pueda decir nada ella responde.

Escondida En La MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora