6. Burbuja

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Me dolía mucho la boca. Odiaba tener dentista a la mañana, porque aparte de que llegabas tarde a clase y podía ser que te perdieras cosas importantes, el resto del día te lamentabas de tus dientes. Al menos me había dicho que tenía los dientes perfectos desde que me quitaron el aparato y que en un año no tendría que volver a ese infierno.

Andaba por el pasillo directa a mi clase, cuando me encontré con Alex.

-Y yo que pensaba que había sido el último en llegar a clase...

Ni le miré, pero sabía que estaba sonriendo y que le habrían salido esos hoyuelos que tenía en las mejillas.

-Tenía dentista. -le contesté.

Me cortó el paso de la puerta de clase colocando una mano sobre el umbral.

-Si entras ahora, te pondrán falta. Es mejor que esperes aquí fuera a que acabe la hora.

-Eso no es verdad, porque tengo un informe del dentista de que he llegado tarde.

-Ya conoces al cabrón de inglés, le dará igual. Te dirá que podrías haber cogido la cita por la tarde y te la pondrá igualmente.

Parodió su voz y sus gestos, e incluso estuve a punto de sonreír.

Me senté sin decir nada en la pared y él se sentó al lado. Deseaba que el timbre sonara más que nada en ese momento, porque no iba a conseguir estar mucho tiempo cerca de él sin mirarle a los ojos. Si lo hacía, mi barrera de serenidad se derrumbaría.

- ¿Estás bien, chica rara?

- Sí.

-Te noto extraña. Es decir, casi no te conozco, pero mi instinto me dice que te comportas diferente.

-Creo que tu instinto se equivoca. ¿Cómo cree él que me comporto normalmente?

Vi por el rabillo del ojo que reflexionaba unos segundos, acto seguido se giró hacia mí. Yo seguí intentando no mirarlo, pero cada vez era más difícil.

-Cree que te intentas apartar de las personas que no conoces y que podrían cambiar un poco o mucho tu vida. Que tomas decisiones impulsivas y que más tarde no eres capaz de asimilar que te equivocaste. Y también, que tienes miedo al cambio. Tu vida lleva mucho tiempo siendo igual y estás medianamente cómoda con ella, pero está claro que te falta algo. A veces no está mal arriesgarse y cambiar tu manera de ver las cosas, ¿sabes?

Hizo un pequeño parón, para terminar diciendo:

-Al fin y al cabo, quién no arriesga no gana.

Me rendí. Clavé mis ojos en los suyos durante lo que pudo ser una eternidad. Sus esmeraldas verdes brillaban intensas y mareantes, y supe que tenía razón. Una vez que los hubiese mirado, ya no había marcha atrás.

Y aunque no quisiese admitirlo, había acertado con sus palabras en absolutamente todo.

-No has acertado en absolutamente nada. No me conoces, así que no puedes deducir todo esto sobre mí en unos minutos.

-Tienes razón, no te conozco. Por eso mismo debo hacerlo y una vez que lo haga, podré ver si me equivocaba o no.

Forjó una de sus mejores sonrisas y fue ahí.

Sí, creo que fue ahí donde se me olvidó que hay personas que llegan a tu vida y están destinadas a volverte loca.

En esos momentos me daban igual los riesgos de conocer a aquel enigmático chico.

Porque mi burbuja se iba a ensanchar un poquito más.

*********
Blanca:

Me solía sonrojar muy a menudo, porque era muy tímida. Pero desde hacía unas horas que no podía parar de hacerlo. Cada vez que pensaba en los ojos de Marcos mirándome fijamente, mi rostro enrojecía sin poder evitarlo. Sabía que era una chica que se ilusionaba rápido y por eso mismo me decía a mí misma que aquello no había significado nada para. Que era tan sólo un amigo animándome a seguir mis sueños. ¿Amigo? Si lo único que había hablado con él antes de ayer fue preguntarle la hora, y ya me costó mucho hacerlo. Definitivamente se me estaba yendo de las manos todo esto, y eso que no era casi nada. Pero recordar la simple mano de Marcos en mi hombro me hacía temblar. Decidí no darle más vueltas al asunto y centrarme en otras cosas.

Por ejemplo, si le iba a hacer caso a Marcos e iba a apuntarme a clases de canto. Mierda, ya volvía a mi cabeza aquel momento. Quizás lo hiciera, aunque tendría que vencer mi timidez y cantar delante de un profesor o incluso de una clase. No, no podría hacerlo.

-Tierra llamando a Blanca. ¿En qué piensas tan concentrada?

Me sobresalté al escuchar la voz de Anne, que tenía una sonrisa burlona.

-En realidad, en nada. Estaba empanada.

- ¿Empanada pensando en unos ojos mieles y una voz grave quizás?

No tardé ni 5 segundos en sonrojarme. Como sabía que Anne me iba a comentar lo que ocurrió nada más verla. En realidad, si hubiese sido al contrario yo también lo hubiera hecho. Ahora llegaba el momento de decidir si iba a ser sincera con ella o si le iba a mentir. Cuando hablé, se veía que estaba nerviosa.

-No sé a qué...a qué te refieres. Pero bueno, eso de espiar a la gente por los parques está muy mal.

Disimulé muy mal, se notaba mucho que algo me pasaba y que estaba relacionado con el tema de conversación.

Anne rió levemente y me miró fijamente.

-Apuesto lo que quieras a que te lo pasaste muy bien. De hecho, deberías agradecerme esto, porque estuve presente y miradas así no se ven todos los días. Seguro que Marcos y...

- ¡Calla! No digas en voz alta su nombre, a ver si alguien nos va a oír.

- ¿Y qué más da? Si no te atrae, te daría igual. Admítelo, sentiste algo.

Rendida, decidí contarle lo que me rondaba la cabeza, sabiendo que Anne era de confianza.

Me giré para comprobar que no había nadie ahí y, más roja que nunca, le confesé:

-Bueno, puede que sí sienta algo. Pero como le digas cualquier cosa o hagas...

- ¡Lo sabía! Y estoy bastante segura de que él también vio algo en ti. Sería genial que dos de mis mejores amigos salieran juntos.

Mis labios contrastaron con mis dientes al formar una sonrisa, y poco a poco, mientras seguíamos fantaseando con aquella curiosa pareja, mis mejillas volvieron a su estado habitual. Que era extremadamente pálido, por cierto.

Pero lo que yo no sabía, era que en unas horas volverían a encenderse.

Y esta vez con mucha, mucha intensidad.

Pero yo tenía una duda.

- ¿Pero tú no ibas a llegar a segunda hora a clase?

-Sí.

- ¿Y qué ha pasado?

Unos ojos verdes, eso ha pasado.

-Nada, me he retrasado un poco y he esperado fuera hasta que acabara la hora.

Recordé que Alex también estaba fuera, y le lancé una mirada cómplice.

-Sí, te han retrasado, quieres decir...

Mi boca se curvó en una mueca burlona y Anne no hizo otra cosa que mirar a otro lado y contradecirme secamente. La miré y supe que ese chico iba a hacerle cambiar sus principios. Supe que la Anne fría y distante tenía los días contados. Pero ignoré todo aquello y le pegué suavemente en el hombro riéndome. Este curso iba a ser interesante.

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