Anne:
Me gustaba la lluvia. La gente la odiaba y prefería el sol, pero yo siempre había sido más de quedarme en casa tranquilamente mientras escuchaba las gotas contra la ventana.
Estábamos ya casi al final de noviembre. Era increíble como pasaba el tiempo cuando tu vida era medianamente interesante.
Mi situación con Alex hacía que todo pasara más rápido. No por nada, sino porque nunca había tenido alguien tan cercano nunca, y me ayudaba a pensar relativamente más positiva. Es cierto, tenía a Blanca y a mis amigas, y a mi hermano y a Marcos, pero con Alex era simplemente distinto. Pensar en él me hizo sonreír, y le miré en su pupitre.
Estábamos en clase de francés, y como él había estudiado en un internado en Francia durante dos años podría decirse que se la sudaba el profesor.
Tenía la mirada perdida y mordía el boli distraídamente. Notó mi mirada y clavó sus ojos en los míos. Ya casi me había acostumbrado a aquellas esmeraldas verdes, por lo que le hice una mueca divertida señalando al boli.
Él frunció el ceño y lo miró soltando un grito ahogado. De tanto morderlo se le había petado la tinta por toda la sudadera y el labio.
No pude evitar reírme y el profesor nos llamó la atención.
-Vaya, parece ser que el señor Martínez está teniendo problemas. Anne, acompáñalo al baño y a objetos perdidos, a ver si encuentra otro jersey.
-D’ accord- le dijo mientras trataba de no volver a burlarme de Alex.
Nos levantamos y salimos por fin de aquel infierno.
-Tío, no puedes ser más gafe. Además, la ropa de objetos perdidos huele fatal- dije nada más cerrar la puerta de clase mientras nos dirigíamos a dirección.
-Lo peor es que no es la primera vez que me pasa. Creo que muerdo demasiado fuerte- señaló guiñandome un ojo.
Algunas imágenes vinieron a mi mente y me sonrojé irremediablemente. Lo escondí tras una expresión fría y, sacudiendo la cabeza, le dí una colleja en la nuca y él se rió.
-Perdona, me sale solo. Me encanta vacilarte.
-¿Sabes qué me encantaría a mí? Dejarte estéril de una patada- le comenté intentando sonar seria.
-Diablos, señorita- dijo haciendo referencia a los memes y levantando las manos en señal de derrota.
Por eso justamente me gust… me caía tan bien. Era tan yo que dolía. Y últimamente, aunque lo hubiera intentado e intentado, ya no me quedaban ganas de cerrarme a él. La actitud distante e indiferente que yo tenía al principio se había ido transformando en bromas y complicidad. Ya no me resistía a su amistad… pero a otras cosas sí tenía que resistirme.
Llegamos a objetos perdidos y empezamos nuestra búsqueda. Era realmente difícil encontrar algo decente allí, ya que todo era 5 tallas más pequeño de lo que Alex consideraba adecuado.
Y yo tenía razón, aquello olía como si un cadáver hubiese estado probándose la ropa hace unos minutos.
-¿Qué tal esto?- me dijo pasándome un jersey azul marino cedido y con bastante polvo.
Lo olí y arrugué la nariz, olía a casa de mi abuela. Eso me dió un poco de nostalgia y a la vez pena. Hacía mucho que no la veía.
Me acordé de mi situación familiar en el momento. Estos últimos meses mi padre y Natalia habían estado muy bien juntos. Demasiado bien para ser real, concretamente. Además, mi hermano estaba más alegre que de costumbre, y se llevaba muy bien con Natalia. Cada vez que Henry les veía reir, sonreía y comentaba lo que le gustaba que se llevaran tan bien.
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hilos
Teen FictionTodo parecía ir normal. Un colegio, una chica, un nuevo. A veces, aunque no desees algo, llega solo. Hay hilos que nos acercan, hilos que nos separan... E hilos que nos atan.