17. Tentación

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Lucas:

Después de un largo día de burlas en el colegio, llegué a casa y me tumbé en la cama. De verdad que la gente ya no sabía qué hacer para entretenerse. Habían hecho varios edits de mi vídeo con Blanca, y era sencillamente ridículo. Tampoco es que me afectara, tenía la suficiente autoestima como para hundirme con bromas de este estilo, pero eran molestas igualmente.

Que si había vuelto a una santa una puta, que transformaba a cualquiera, que están a punto de subir el vídeo a pornhub...

Y yo no entendía nada. Era una mierda de beso, como cualquier otro que dí aquella noche, con la mejor amiga de mi hermana pequeña.

De verdad que todo el drama que la gente estaba montando era innecesario. Para Blanca debió de ser peor, pero para mí, que ya estaba acostumbrado a estas cosas... sobraba bastante.

Es cierto que el vídeo era bastante intenso y que había mucha tensión sexual, pero ahí se quedaba.

Dejé el cuaderno de física a un lado, me levanté y me tumbé en la cama. Sonreí al recordar la nota de esta asignatura que me habían dado ese mismo día. Había sacado probablemente el primer 7 de física desde que había nacido.

Suspirando, salí de mi habitación y fui a por algo de comer. No había nada apetecible para picar. Mi hermana no estaba, y eso era bastante raro teniendo en cuenta que era bastante antisocial.

Seguramente estaría con el palurdo de los ojos verdes. Apreté los puños, pero recordé lo que Marcos me había dicho en la fiesta. Ella puede hacer lo que quiera, como yo. De verdad estaba intentando cambiar, aunque a veces se me olvidara.

Escuché la cerradura de la puerta abrirse, e imaginé que Anne ya había llegado.

Pero mi padre y Natalia entraron riéndose y con bolsas de papel cargadas en las manos.

Por fin alguien hace la compra en esta casa, pensé para mis adentros.

-¿Qué tal esta mi chico favorito?- me preguntó Henry con un tono burlón pero cariñoso.

-En general todo bien, aunque estoy bastante cansado.

-¿Y eso?

-Supongo que este último año de colegio me está consumiendo- asumí encogiéndome de hombros.

-Hombre, tampoco te hagas el dramático que has suspendido varias asignaturas. Mucho no te puedes estar esforzando- contestó con una carcajada burlona.

Me empezó a hervir la sangre y sentí la furia crecer en mi interior. ¿Y él qué coño sabía? Ni siquiera se preocupaba por nuestra vida escolar. Era verdad que antes no hacía nada, pero desde hacía unas semanas me estaba poniendo en serio y me costaba sacar las cosas.

Por eso, la ira habló por mí:

-Oh perdona, me olvidaba que te preocupabas tanto por nosotros que sabías todo sobre nuestras vidas. Ah, espera, no es así. No hables de mis estudios como si supieras algo de lo que hago porque llevas sin ver mi boletín de calificaciones desde hace 5 años, papá. Así que déjame en paz y vete a follarte a tu novia, que a ver cuánto te dura.

Me fui de allí cabreado y di un portazo cuando llegué a mi habitación. Escuché a Herny gritándome que volviera allá en ese momento, pero no pensaba hacerlo.

Vete a la puta mierda, pensé mientras ponía música alta.

Eso de mejorar como persona y cambiar no estaba yendo como yo lo había planeado. Soy muy impulsivo y me cuesta quedarme callado cuando debo estarlo. Supongo que sería un proceso largo.

Se me habían quitado las ganas de estudiar. Maravilloso, ahora sí que iba a suspender de verdad.

Mientras maldecía por dentro, alguien llamó a la puerta.

Yo le ignoré y seguí a lo mío, pero al final la puerta se abrió y Natalia se metió en mi cuarto.

Cerró la puerta suavemente tras de sí y me apagó la música.

-¿Se puede saber que estás haciendo?- le dije bastante molesto.

Por muy buena que estuviese, seguía siendo la irritante novia de mi padre.

-Tienes que calmarte un poco, Lucas.

-No me da la gana. Aquí todo el mundo actúa como si Herny fuese el padre perfecto, cuando en realidad es un padre de mierda.

-No hables así de él- me reprendió severa y cogiéndome de la nuca.

Su tono autoritario y su cercanía me hicieron callar por un segundo. Me fijé en sus rasgos marcados y en su cuerpo, y, joder si estaba buena.

Sus ojos recorrieron mi cuerpo y se pararon unos segundos en mi entrepierna. Llevaba un pantalón gris de chándal y se me marcaba bastante a través de la tela.

Volvió a fijar su mirada en mí y sonrió maliciosamente.

-Tienes que aprender a comportarte un poco... Con tanta ira no llegarás a ninguna parte- continuó mientras me tocaba el pelo dándome un escalofrío. Colocó su mano en mi muslo y me lo masajeó suavemente.

Algo no va bien, pensé.

Mis ojos bajaron involuntariamente hacia su escote y me mordí el labio. Parecía saber lo que estaba haciendo y, era imposible estar impasible al respecto. Mis pulsaciones se aceleraron y maldije internamente.

Ella se acercó más a mí hasta que sentí su respiración en mi boca. Sus dedos estaban enredados en mi cabello y noté como su mano avanzaba por mi pierna.

Esto está mal, me decía a mí mismo.

Estaba completamente quieto. Normalmente siempre tomo el control en este tipo de situaciones, pero en ese momento no podía moverme. No sabía qué coño hacer.

Me estaba calentando poco a poco, y me costaba resistir mis impulsos. Hacía bastante tiempo que no tenía sexo, y estaba utilizando toda mi fuerza de voluntad para no agarrarla del pelo y arrancarle la ropa de un tirón.

Cuando su mano terminó en mi ingle, un debate interno entre lo correcto y la tentación empezó dentro de mí.

-Apártale- exclamó lo correcto.

-Pero estás muy cachondo- señaló la tentación.

-Es la jodida novia de tu padre.

-Ese al que se la sudas y es un cabrón.

-Tiene putos 25 años, te va a traer muchos problemas. ¿Dónde está tu objetivo de mejorar como persona?

-Está en tus pantalones. Deja tus objetivos allí y disfruta ahora.

Mis pensamientos se detuvieron bruscamente cuando Natalia colocó su mano en mi polla y la apretó.

Retuve un gruñido y sentí cómo mi erección crecía con su tacto. Metió la mano en el pantalón y empezó a tocarme lentamente. Demasiado lento. Ya no podía aguantarme más.

Ella me miró juguetona y me susurró al oído:

-Yo podría enseñarte a comportarte bien.

Dejando a parte mis principio y la razón, la agarré del cuello y la tumbé en la cama, colocándola debajo de mí.

-Yo no me porto bien. E intenta no gritar mucho.


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