Capítulo 5: Celos.

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Capítulo 5: Celos.


Weasley y Malfoy continuaron peleando pese a las detenciones y consejos de algunos maestros, no había clase en la que no soltaban un comentario insultante, lleno de odio.

Se odiaban.

Había demasiado rencor entre sus familias.

Los ojos verdes siempre le seguían, pero él nunca se daba cuenta, nunca se percataba. A pesar de pertenecer a la misma casa nunca se habían hablado.

Él objeto de su curiosidad no sabía de su existencia.

Bostezó.

La abuela le había mencionado el anillo nuevamente, era un anillo hermoso, realmente hermoso con una enorme piedra preciosa adornándolo y sosteniéndolo el metal transformado en bellas enredaderas.

Su abuelo lo había tenido y él lo quería para él.

Su abuelo había muerto con el anillo en su mano al igual que sus antepasados y él quería ser nombrado como cabeza de la familia.

Las pruebas se acercaban con cada día que pasaba.

Tenía que obtener excelentes calificaciones en todas sus asignaturas.

— ¿Tú quién eres?

Alzó la vista y se encontró con aquella voz, aquel rostro al cual siempre le prestaba atención.

Él dejaría cualquier cosa con tal de escuchar esa voz y aquel sentimiento empezaba a causarle miedo.

Demasiado miedo para su propio bien, no recordaba haber tenido miedo antes.

—Harry Potter—le contestó.

Dejó el libro a un costado para prestar su entera atención al niño delante de él.

—Yo soy Draco Malfoy—extendió su mano.

Harry tomó la mano, era suave, cálida.

—Harry esta es la primera vez que te veo—comentó—o quizás... ¿tu abuela es Dorea Potter?

Él asintió mientras le veía tomar asiento a su lado en la sala común, ahora vacía.

—Puedo llamarte Harry ¿verdad? —dudó.

Era extraño hablar con él, le hacía sentir algo raro en su pecho, en su estómago.

Él estaba siendo amable. Eso lo sabía.

Draco conocía a su abuela por consiguiente la escandalosa historia de su familia y su procedencia.

Era tan extraño, pero Draco parecía brillar en la oscuridad de la sala común, era un ángel caminando por el purgatorio y él se sintió tan sucio.

—Sí, eso quiero decir que te puedo llamar Draco—le respondió con una sonrisa.

Parecía sorprendido por unos segundos.

—Sí bueno.

Draco quería algo. ¿Por qué otra razón iba a dignarse a hablarle?

—Me he enterado que tu padre era bueno en quidditch, a los de primer año no se nos permite estar en el equipo, pero él próximo año postularé y quería saber si tu también lo harás.

—No me gusta el quidditch—le contesté molesto— ¿eso es todo?

Quiso reír en ese momento, Draco había venido un año antes para saber si postularía para ingresar al equipo de quidditch.

—Realmente puedes ser insolente Harry.

La voz arrogante jamás perdió la elocuencia, seguridad y ese tinte de desprecio que se incrementaba al sentirse incómodo.

Miró el bello rostro mientras sentía como lentamente se formaba una sonrisa en sus labios hasta adquirir sonido convirtiéndose en una carcajada.

— ¿De qué te ríes? —preguntó exaltado con el ceño fruncido.

Y aunque Malfoy no lo sabía esa era la primera vez que Harry reía de verdad, la primera vez que sintió tanta felicidad.

La primera vez que se sintió feliz.

Su abuela se preocupaba por él a veces.

—Lo siento Draco—se disculpó—acabo de recordar algo.

—Ah... ¿sí? y ¿qué podría ser tan gracioso?

—El rostro de Longbottom cuando el caldero explotó.

El niño rubio pareció meditarlo por unos momentos hasta materializar su veredicto con una tenue sonrisa.

—Sí. Tienes razón, Longbottom es un idiota. Creo que empiezas a agradarme Harry—comentó tocando su hombro.

El toque fue suave no como la mano de su padre que le obligaba a permanecer en un lugar.

—Me voy a descansar. Nos vemos Harry—se despidió dando una palmada en su hombro.

Esa fue la primera y más larga conversación que tendría con Draco dentro de algún tiempo.

Él sonrió con nostalgia al verle partir, quizás porque presentía que faltaría mucho tiempo para volver a estar cerca de él.

Empezaba a creer que estaba un poco celoso de Weasley.

—Harry eres bueno en pociones ¿no es cierto?

—Creo que sí.

—Quizás podamos ser compañeros, estoy cansado de que Weasley arruine mi trabajo.

Él no esperó su respuesta, sólo se fue, pero eso era porque él no creía que alguien lo iba a rechazar.

Le daba tanta curiosidad.

¿Qué era esa extraña sensación? 

El príncipe mestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora