|CAPÍTULO DIEZ|
Perspectiva; capricornio: Carina Lester (multimedia)
Lo abracé sintiéndome bien ante el tacto.
— ¿Volverás?—sentí sus manos acariciar mi cabello y cerré mis ojos.
— Claro, siempre volveré mientras tú estés esperándome—sonreí y me apegué más a él rogando a mis adentros que aquel momento no acabase nunca.
Leonard pusó sus manos sobre mi hombro y me separó levemente. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas al instante.
—Por favor no—rogué.
—Cari, prometo que volveré.
Aquella promesa no me servía de nada; amaba la sensación de tenerlo a mi lado y con su partida me sentía más que vacía.
—¿Qué necesito hacer para que te quedes?—lo miré con súplica, el rubio sonrió con pesar.
—Sabes que quisiera quedarme a tu lado, pero no puedo, debo irme—al escuchar eso las lágrimas salieron de mis ojos.
Ya este momento era algo anticipado pero nunca pensé que dolería tanto.
Tengo dos años de relación con Leonard y justo ahora su egoísta padre decidió mandarlo con su madre a Italia; hace unos meses me lo había confesado y en aquel instante no dolía tanto como ahora.
Sentí el tacto de sus labios sobre los míos silenciando mi llanto.Dolía demasiado.
—No sufras por mi bonita.—dijo una vez nos separamos—Superaremos esto, como siempre.
Ya retenerlo no servíria de nada. Luego de un último beso lo ví subirse a su auto y emprender marcha. Por mis mejillas aún escurrían las lágrimas, lo amaba tanto y ahora simplemente se había marchado.
Lo único que me aliviaba era que ambos contamos con una buena situación económica y no sería un problema las visitas mutuas.
Pero me había acostumbrado tanto a él.
Mi papá y el suyo siempre fueron buenos amigos, cuando nos presentaron no pude evitar notar que entre nosotros sucedería algo, y cuando luego de un año de conocernos sucedió aquella confesión puedo jurar que nunca me sentí más dichosa que en aquel momento.
Lo material nunca había complementado mi vida; todos los lujos, viajes y ropa nunca han sido de gran importancia para mi, por ello constantemente me sentía vacía, claro estaba que cuando inicié mi relación con Leonard todo eso cambió para bien, él era mi soporte, me hacía sentir jodidamente especial; era ese algo que le faltaba a mi vida.
Sentí la presencia de alguien a mi lado, voltee encontrándome con mi madre, me abracé a mi misma en mi lugar.
—Es un simple hombre Carina; los hombres van y vienen—soltó en tono neutro.
Generalmente las cosas que suele decir mi madre me enojan pero está vez sus palabras hicieron mucho más que eso.
Mi madre era para mi pesar una mujer vanidosa; demasiado para mi gusto, para ella todo era reemplazable con el dinero, su más grande ambición.
Mi relación con mi madre nunca ha sido buena por el simple hecho de que ella esperaba poder moldearme como una plástica más, sin embargo nunca se lo permití; ahora yo era complemente distinta a ella, y eso le jodía, mucho.— Leonard no era un solo hombre más, madre.—la miré, ella tenía su ceja alzada con una expresión burlona, sabía que ella tendría mucho que responder así que simplemente me adelante—No te pido que lo entiendas, tú nunca serías capaz de entender este sentimiento.
Avancé hacia la puerta entrando a casa y dejándola sola con todos sus reproches.
—Cuando crezcas entenderás que el amor no es todo, pequeña—la escuché decir mientras subía las escaleras hacia mi habitación.
Deseaba responderle como constantemente hacía pero el dolor en mi pecho no me lo permitió.Al entrar a mi habitación me recosté sobre mi cama y lloré, lloré como nunca antes.
No quería aceptarlo pero lastimosamente era dependiente a Leonard, en todos los sentidos y no sabía si sentirme alegre o como una estúpida.
Tal vez alegremente estúpida.
Luego de un tiempo sentí mis ojos hinchados por el llanto, no obstante no me importó demasiado aquella situación ya que seguí llorando, como si mis lágrimas fuesen eternas.
Ahora parecían serlo.
Escuché como la puerta de mi habitación fue abierta, levanté mi rostro rogando a mis adentros porque no fuese mi madre.
—Dios, así que era cierto—Leska me miró con brazos cruzados, yo fruncí mi ceño—Tu madre me dijo que estabas en tu habitación llorando como una perra desesperada.
Nada nuevo viniendo de mi madre.
Ella adoraba a Leska como a una hija propia; aveces llegaba a dolerme el como la trataba mucho mejor que a mí, pero luego de un tiempo simplemente me acostumbré a esa sensación. Mi madre adoraba a Leska porque la castaña era todo en lo que me intentó convertir en vano; en una perra despiadada.
—No estoy para tus bromas—dije seria, ella pareció sorprendida por mi respuesta, aún así entró por completo a mi habitación dejando su bolso en un sillón individual ubicado a un lado de mi cama.
Noté como se sentó en una de las esquinas de mi cama.
—Carina lamento mucho que Leo se haya tenido que ir—dijo sinceramente, Leska—pero la vida continúa y es una estupidez que llores por él cuando posiblemente le diga a su millonaria madre que le pague un vuelo hacia aquí el próximo mes.
¿Por qué nadie parecía entenderme?
—No es por eso, maldición...—solté sabiendo que con mi mejor amiga podría ser sincera—temo perderlo, Les. Temo que las cosas no vuelvan a ser igual entre nosotros y que se termine olvidando de mi.
Leska se acercó a mi lado y me abrazó.
—Oh cariño, ninguna italiana se compraría a ti jamás, Leonard sería un imbécil si te llegase a olvidar tan fácil.—confortó en medio del abrazo, utilizando un tono burlón. Reí junto a ella—Ahora sal de esta depresión antes de que termines como Acacia Johnson.
Un escalofrío recorrió mi columna. Las bromas de Leska casi siempre eran de mal gusto, pero bromear sobre la situación de Acacia era una mierda.
—Les, sabemos el porqué está así, no sé cómo no te sientes en lo absoluto culpable—la miré de reojo, noté como agachó su mirada.
—Acacia debería superar lo que pasó en esa fiesta, todos lo hemos hecho, ¿tú no?
Asentí con la mirada perdida.
¿Como se podía superar algo como eso?
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Leonard es un personaje SECUNDARIO perteneciente al signo aries.