La niña que luchaba contra monstruos (TAMBIÉN EN FÍSICO)

CARTA A LOS LECTORES

Gracias por llegar al final de la historia. Me quedan todavía algunas cosas para contarles, espero que puedan tomarse algunos minutos para leerlas.

Antes que nada, me gustaría agradecerles por haber acompañado a nuestra pequeña niña, por haberse unido al ACOMA —o ACHMA— y por decir en voz alta: "¡Yo sí creo en los monstruos!".

No imaginan qué tan hermoso se siente saber que, del otro lado del texto, hay un puñado de personas que son (o que un día serán) adultos atentos y bondadosos. Confío en que no permitirán que un monstruo se apodere de ustedes ni de sus hogares, que no dejarán que los monstruos se aproximen a sus seres queridos.

Gracias.

Y, ya que estoy escribiendo esto, aprovecho para responder una pregunta que me hicieron varias veces:

¿La protagonista tiene nombre? No, no lo tiene. Tampoco le he dado una edad exacta.

Me gustaría que no asocien esta historia con una niña en particular, sino que el relato les evoque la imagen de otros tantos pequeños que están en su situación.

Ella podría ser una hermana, una hija, una sobrina, una vecina o, quizá, un reflejo de ustedes mismos. Tal vez no es una niña, tal vez es un niño o un adulto. Cualquiera puede ser una víctima.

Y cualquiera puede ser un monstruo...

Espero que, al pensar en la historia, recuerden que, lamentablemente, el mundo está lleno de monstruos y que muchas personas deben luchar contra ellos a diario sin que nadie los proteja. Los monstruos vienen en múltiples formas y tamaños, el catálogo es amplio.

Por esto mismo es que otros personajes de la historia —incluyendo a la madre de la niña y a al mismísimo monstruo— no llevan nombre. He sido muy quisquillosa a la hora de seleccionar quiénes necesitaban una identidad particular para que el texto no resultara confuso y quiénes eran un colectivo, una representación de un rol en general.

Jamás entenderé cómo es que, muchas veces, aquellos que deben cuidarnos son los que nos lastiman y los que ignoran nuestros pedidos de ayuda.

Den una mano siempre que puedan. No es necesario ser un profesional en temas delicados para hacerlo. No miren hacia otro lado. No duden de las palabras de los que sufren. Presten atención a lo que dicen, a lo que hacen, a cómo se expresan. Crean en sus reclamos, confíen en ellos en lugar de en los monstruos.

Si todos los adultos creyeran en monstruos y protegieran a los pequeños y a los más débiles, el mundo sería un sitio mucho mejor. Las personas tendemos a anteponer nuestra propia felicidad, también tendemos a creer que los niños mienten para llamar la atención; en ocasiones no tomamos en serio a las víctimas y no creemos sus palabras. Nuestros prejuicios nos hacen pensar que es imposible que ciertas personas que apreciamos sean monstruos, estamos cegados y en negación al respecto. No vemos lo que hay debajo del disfraz.

¡Hay que abrir los ojos! Por favor, nunca duden de una posible víctima. Jamás se unan al bando de los monstruos.

Gracias de nuevo por estar del otro lado, por todo el amor que le brindaron a la protagonista de la historia. Ella también se los agradece desde el fondo de su corazón.

Como muchos se lo deben estar preguntando, les cuento que, por fortuna, yo no he tenido grandes encuentros con monstruos en mi vida personal, pero eso no quita que me duela su existencia. Algunos de mis seres queridos han sido atacados en el pasado y sus historias me destrozan.

Por cierto, antes de cerrar esta nota ¿me permiten pedirles un par de favores?

El primero es que nunca se conviertan en monstruos.

El segundo es que nunca dejen de creer en ellos.

El tercero es que cuiden a los niños y a los más vulnerables, que estén atentos a ellos.

El cuarto es que, si La niña que luchaba contra monstruos les pareció una buena historia, la recomienden. No porque yo busque popularidad, sino porque me encantaría que más personas pudieran decir: "Yo sí creo en los monstruos". Deseo que el mensaje llegue a tanta gente como sea posible.

¡Nos vemos pronto!

-Nathalia-
uutopicaa

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