ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ ᴛᴀɴ ᴅᴜʟᴄᴇ ᴄᴏᴍᴏ ʟᴀ ᴍɪᴇʟ || Aiteda [FINALIZADA]

9. ¿Solo un poquito?

Narra Cepeda

Me tumbó en el sofá y me puso una manta.

Se puso de rodillas y me acarició la mejilla con su dedo índice.

-¿Te traigo ibuprofeno?- Preguntó sonriendome.

-Gra-gracias prince-esa.- Conseguí decir mientras tiritaba y finjia una sonrisa para no preocuparla.

-Me encanta que me llames princesa.- Susurró con una sonrisita boba.

-Y-y a mi ve-verte sonreír.- Se mordió el labio inferior y miró hacia abajo tímida.

La cogí de la barbilla para que me mirara y le pasé ese pelo rebelde que siempre se escapaba por detrás de la oreja.

Me dedicó una cálida sonrisa y me besó la frente.

Se fue a la cocina y volvió con el ibuprofeno. Me senté en el sofá y sin mucho pulso cogí el vaso que parecía que se desbordaría de un momento a otro con el tambaleo de mi mano.

Me lo tomé de una y simulé una arcada. Aitana rio ante mi gesto y yo le saqué burla.

Me mire la mano y encaje una ceja. Aitana ladeo la cabeza mientras me miraba extrañada.

-Me veo la ma-ano super pequeña.- Susurré mientras examinaba cada milímetro de esta.

-Luis está igual.- Rio leve y me ayudó a tumbarme de nuevo en el sofá.

-¿Estoy delirando?- La miré asustado.

-Si, descansa un poco, ¿vale?- Susurró mientras me acariciaba el pelo y me miraba tierna.

Asentí y mis párpados se fueron cerrando poco a poco hasta que me quedé dormido.

(4:13 a.m)

-Cállate, está malo joder.- Escuché la voz de Aitana desde la cocina.

-¿Te has acostado con él?- Era la voz de un hombre, pero no conseguía diferenciarla.

-¿Qué? No, claro que no.- Se escusó ella.

-¿Te crees que soy tonto?- Dijo elevando un poco el tono.

-Pues sí, un poco sí.- Confesó Aitana.

Se hizo el silencio y a los pocos segundos escuché el ruido de un guantazo.

Me levanté intentando no armar mucho escándalo y me asomé medio adormilado a la puerta de la cocina.

-¿Aitana?-

Narra Aitana

-¿Aitana?- Luis se asomó por la puerta de la cocina rascándose la cabeza con unas ojeras enormes.

Yo estaba apoyada en la encimera de la cocina, con la mano sobre la mejilla y los ojos cristalizados. Vicente estaba justo en frente mía.

Lo miró y frunció más el ceño, Luis hizo lo mismo y dio un paso hacia alante.

-Luis, déjalo, ve a dormir.- Le puse la mano sobre la frente. -Va, descansa que te ha subido la fiebre.-

No, no quería más líos por hoy. Luis estaba malo y lo último que le faltaba era que le metieran un puñetazo.

-¿Otra vez aquí? ¿Es que no te cansas?- Me ignoró y dio otro paso hacia delante pese a mi intento de frenarle.

Vi a Vicente apretar la mandíbula, eso no era buena señal.