2

1.9K 147 20
                                    


Las escaleras del edificio de su trabajo nunca se le habían hecho tan eternas como ese día. Harleen acostumbraba subirlas. Tres pisos. Pero esa mañana deseó fuertemente caer de ellas y morir en el primer escalón. Se preguntó si sentiría mucho dolor al romperse el cuello. No era extraño que Harley tuviera esos retorcidos pensamientos, de hecho eran bastantes frecuentes. Sonrió levemente ante la ironía de una psiquiatra con pensamientos suicidas. «Patético» pensó.

Llegó a la puerta de su consultorio. Leyó la placa en la misma que decía "Dra. Harleen F. Quinzel – Psiquiatra". Ni siquiera ella se creía esa placa. En esos momentos, era más una candidata para entrar a un psiquiátrico que una psiquiatra. No vestía ni siquiera como una. Y menos se veía como una. El cabello desteñido de rubio, se lo había hecho hace tiempo. Su madre le prohibió rotundamente teñirse, pero Harley, en su afán de llevarle la contraria, apareció una noche en su casa con la cabeza dorada. La madre no le habló por tres días, excepto para decirle lo vulgar que se veía. Ahora ya lo tenía gastado, y las raíces oscuras, bastantes largas. «Una decisión estúpida» se decía a sí misma cada vez que se veía al espejo, pero el rostro de furia de su madre le animaba cada vez que lo recordaba. La ropa que llevaba no era, ni por lejos, algo que usaría una doctora en su trabajo, pero Harley no veía pacientes. Sólo expedientes, así que su vestimenta era bastante irrelevante. Hacía un año que ejercía como doctora, pero no había podido ingresar a Arkham. Una docena de solicitudes, todas rechazadas.

Finalmente entró en su oficina. Era pequeña. Acogedora. Tenía un escritorio junto a la ventana que daba a un callejón. Una repisa con libros y un archivero. Dejó su bolso sobre el escritorio y se sentó dejando caer todo el dolor de su cuerpo. Suspiró. Miró por la ventana. Un golpecito en la puerta llamó su atención.

­—Hasta que llegas—Era Becca. Una chica delgada, de baja estatura. Tenía el cabello oscuro y lo ojos verdes. «Una muchacha muy risueña» según Harley. Entró a la oficina y se acercó inmediatamente a Harley, como buscando pruebas de lo que ya sospechaba.

—Hola, ¿estás bien?

—Estoy bien— dijo Harley con una sonrisa. No quería hablar del tema ni que Becca comenzara hacer preguntas que luego terminarían en un sermón— ¿Llegó el Dr. Markus?

­—Sí— respondió Becca, resignada— tiene que hablar contigo, es sobre tu solicitud de ingreso a Arkham.

— ¿Entré?

—Creo que sí.

«Al fin una buena noticia en esta mierda de día»

Odin Markus fue su profesor en la Universidad. Le había ofrecido el trabajo como su asistente en lo que conseguía un lugar en Arkham. No fue por nada, por supuesto, tuvo su precio. Uno de los tantos motivos de sus peleas con su novio Guy Kopski.

—Iré a verlo luego.

—Harley, ¿Qué pasó anoche?

Harley suspiró. No podía evadir el tema, y es que Becca siempre lograba sacarle algo cuando había problemas.

—Salimos a comer...—comenzó a decir, con la mirada baja, no se atrevía a levantarla. Sentía demasiada vergüenza— todo iba bien. Estaba de buen humor, él estaba...alegre. Parecía que todo iba bien, entonces... uno de los meseros me quedó mirando. Yo no me di cuenta, él notó al hombre que me observaba, ya tenía unos tragos encima— la voz se le quebró. Becca escuchaba atenta— Guy enloqueció. Le dijo al hombre que quien se creía, que no podía mirarme. Que yo era suya. Lo empujó. Intenté detenerlo, pero me tomó del brazo y me sacó de allí. Me subió al auto y condujo hasta casa. Entramos, le dije que era un exagerado. Que yo no era de su propiedad.

Harley suspiró, levantó la vista y Becca vio las lágrimas asomarse. Suspiró. Tomó las manos de Harley.

— ¿Qué pasó luego?

—Él... él me abofeteó. Me empujó contra la pared. Creo que le dije algo, no sé. Lo llamé idiota, lo siguiente que sé es que me arrojó al suelo, y comenzó a patearme. No sé cuánto duró, fue eterno. Después me dijo que yo era una cualquiera y que no volviera a hablarle de esa forma, salió del apartamento y se fue. Ni siquiera tomó las llaves del auto.

Harley se limpió las lágrimas. Sonrió como si eso fuera a borrar todo lo que dijo.

—Harley... te he preguntado esto miles de veces, y no me has respondido nunca... ¿por qué no lo dejas?

—Lo intenté, pero apenas me alejo de él, comienzo a extrañarlo, es una locura lo sé, pero es inevitable.

—Debes hacerlo, o te matará, un día de estos te matará.

—Pido todos los días que lo haga— dijo en voz baja, pero Becca logró escucharla.

—No digas eso.

Como lo supuso, la conversación terminó en un sermón. Becca se fue y Harley se quedó viendo expedientes de algunos pacientes. Cuando llegó la hora del almuerzo decidió ir a visitar a Markus.

Se subió en un bus y se fue al fondo del vehículo. Se sentó del lado de la ventana. La ciudad estaba repleta de bolsas de basura, suciedad. Ratas. La voz de Becca se repetía una y otra vez en su mente, como el eco de su conciencia. « ¿Por qué no lo dejas?» «No lo sé» respondió la suya propia. Y en verdad no lo sabía, odiaba a Guy por lo que le hacía pero ella siempre volvía. Ambos volvían. Si ella se iba, él iba a buscarla. Sí él se iba, ella lo buscaba. Por un momento Harley pensó que eso acabaría solamente el día que uno de los dos muriera.

Finalmente llegó a su destino. Esta vez utilizó los ascensores del hospital de Arkham. La oficina de Markus quedaba en uno de los últimos pisos. La cita fue breve. Según Markus, se estaban haciendo muchos despidos en el hospital. Fue un milagro que lograra ingresar a Harley. No la habrían aceptado, de no haber sido por las influencias de quien ahora sería su jefe.

Nada más sucedió luego de eso. Los días eran bastante monótonos para ella, especialmente aquellos luego de una pelea. Cuando regresó a su casa, encontró a Guy sentado en el sillón. Harley no supo bien que hacer, pero se sintió aliviada cuando él se acercó a ella, abrazándola, pidiendo disculpas. Lo mismo de siempre.

—Harley— dijo él tomándole el rostro con ambas manos— te estaba esperando.

Ella no respondió.

—Quería disculparme por lo de ayer...

—Olvídalo.

—Te juro que intento no volver hacerlo, pero sabes cómo soy.

—Dios, si lo sabré yo— dijo zafándose de las manos de Guy— hace años que lo sé.

—Harley, por favor.

—Guy, no quiero discutir contigo. Mi cuerpo no soportaría otra paliza hoy.

—No seas tan cruel conmigo, sabes que no lo hago a propósito.

Harley no pudo hacer más que lanzar una carcajada ante el cinismo de Guy. Siempre lograba torcer las cosas para quedar él como la víctima. No le dio más vueltas al asunto. "Aceptó" sus disculpas y se fue a dormir. Cuando Guy fue a acompañarla intentó abrazarla en la cama, Harley lo apartó diciendo que estaba muy adolorida y que no la tocara. Él le dio la espalda toda la noche. 

Arlequín || Joker ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora