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Harley tenía varios raspones en la cara, en las manos y en los brazos. Una herida en la pierna, a causa de un vidrio. Y una importante lesión en la cabeza, que la había dejado inconsciente por casi cuatro días.

Cuando despertó, el mundo le daba vueltas. No recordaba casi nada. Solo una macabra sonrisa dibujada con sangre. El dolor era casi insoportable. Por lo que los médicos le daban calmantes fuertes y Harley no tenía noción de los días que pasaban.

Dos semanas. Fue el tiempo que estuvo hospitalizada. La habían encontrado inconsciente en la calle, cuando la policía llegó a poner orden a todo el caos que había en la ciudad. Los médicos se la llevaron, y le diagnosticaron un traumatismo en la cabeza a causa del golpe que se dio cuando el taxi chocó contra el auto de la policía. Becca iba a verla cada vez que podía, pero ahora trabajaba en un centro hospitalario fuera de la ciudad, por lo que el tiempo que estaba con ella era escaso. Markus fue a verla un par de veces. Sus padres no fueron nunca. Al menos, no al hospital. No se sorprendió. Pero al estar allí, se dio cuenta de lo sola que estaba.

Le preguntó a Becca que había sucedido con Arthur. Según las noticias, lo habían internado en Arkham. Había confesado los tres homicidios del tren, el asesinato a uno de sus compañeros de trabajo y hasta de matar a su propia madre. Fue declarado culpable, aunque debido a su condición mental, fue sentenciado a permanecer en el hospital psiquiátrico.

Harley no podía estar más feliz de oír aquella noticia, pues supo inmediatamente que podría estar cerca de Arthur todo el tiempo que ella quisiera. Incluso, atenderlo, cosa que sabía que no sería fácil. Pero no imposible.

Sharon había ido a visitarla a su casa y se quedó una noche allí para hacerle compañía. Por supuesto no faltaron las preguntas de «— ¿Pudiste dar con el payaso loco?» a lo que Harley respondió con un simple "No".

Fueron días eternos, pero finalmente, allí estaba. A tan solo unos pocos metros de distancia de Arthur. Él estaba adentro de una habitación y hablaba con Ruth Adams, una de las psiquiatras más especializada en Arkham y que había sido asignada para tratar al mismísimo Joker. Harley los observaba a través de un vidrio en la puerta.

Ahora que lo veía sin la pintura, solo con una camisa y un pantalón blanco, no podía creer que aquel hombre fuera un criminal. Ella lo veía tan... puro. Y a la vez, su sonrisa tenía algo sombrío.

— ¿Señorita Quinzel?

Se dio la vuelta y vio al detective Garrity acercándose a ella. Tenía una herida en el labio que ya estaba sanando y un ojo levemente marcado. Harley recordó que dos policías habían sido atacados la noche de la manifestación. «¿Se trataba de él y su compañero?» Burke no venía acompañándolo, por lo que dedujo que sí.

—Detective, ¿Qué hace aquí?

—Podría preguntar lo mismo.

—Este es mi lugar de trabajo.

Garrity dio una rápida mirada al interior de la habitación donde estaba Arthur.

— ¿Es su paciente?— preguntó, haciendo una seña con la cabeza.

—No.

—Bien. No debería estar aquí. No es bueno que tenga contacto con ese criminal.

—Criminal o no, no deja de ser un hombre enfermo.

Garrity no respondió. Dio un par de golpes en la puerta y Harley dio un paso atrás, temerosa de que Arthur la viera a través del vidrio. No quería que él supiera quien era ella, no todavía.

Ruth salió de la habitación, no se sorprendió de ver a Harley pero sí hizo una mueca de disgusto al ver que ella estaba ahí.

—Doctora Quinzel, ya le dije que no puede estar aquí— dijo, cerrando la puerta tras sí.

—Con su permiso— dijo Harley de mala gana.

—No se vaya lejos, señorita— le pidió Garrity— tengo que hablar con usted.

Harley asintió con la cabeza y se fue por el pasillo hasta el ascensor, que estaba en el final. Observó de lejos a la doctora Adams y al detective, ambos hablaban arduamente y de vez en cuando miraban el interior de la habitación donde estaba Arthur.

Harley le había suplicado a Markus que le permitiera diagnosticar a Arthur. Pero a pesar de sus múltiples suplicas, no se lo permitió. Era obvio que no le sería fácil, dada su relación los homicidios que Arthur había cometido. La doctora Adams, así como todo el mundo, solo veía un homicida allí. Un asesino. Alguien que no tenía cura. Harley, en cambio, veía un hombre dañado.

Cuando entró en el ascensor y las puertas estaban a punto de cerrarse, un brazo las detuvo. Era Garrity.

— ¿No me escuchó cuando la llamé?— preguntó en tono de broma.

—No— respondió Harley, confundida— lo siento.

—Descuide. ¿A qué piso va?

—Al dos.

Garrity marcó el dos. Después de un momento de permanecer en silencio, habló.

— ¿Cómo se encuentra?

Harley lo miró algo extrañada. No entendía si se refería a ella o a como estaba luego de ver a Arthur.

—Yo estoy bien.

— ¿Por qué estaba ahí?

— ¿Disculpe?

—En la puerta. Observando al asesino de su novio, ¿Qué hacía ahí?

Harley se rio.

—Sentí curiosidad de saber quién era, solo eso.

— ¿Enserio? ¿Y por eso fue a buscarlo la noche que mató a Murray?

Harley permaneció con la vista clavada en el suelo, que de pronto pareció moverse bajo sus pies.

— ¿Cómo sabe eso?

—Hablamos con Debra Kane, la asistente social que antes atendía a Fleck. Nos dijo que usted fue a averiguar acerca de unos pacientes y especificó que buscaba a un payaso, además de que la encontraron inconsciente, a tan solo unos metros de donde estaba Fleck la noche que lo arrestaron—Harley no respondió. ¿Acaso la estaba acusando de algo?— señorita, ¿acaso usted sabía quién era él?

— ¡No!— exclamó, observándolo a los ojos— de verdad, yo lo supe en el momento que apareció en la televisión. No tenía idea.

— ¿Por qué fue con Debra? ¿Y por qué no fue con nosotros cuando supo de Fleck? Sabemos que Debra le habló de Arthur. Usted sabia de él, ¿no es así?

Harley se quedó muda. No sabía que responder. El tono en la voz de Garrity se había vuelto acusatorio y ella comenzó a temer que la estuviera acusando.

—Lo siento, no supe que hacer. Estaba... confundida. No les oculté información, no tenía idea de quien era él hasta que confesó los homicidios en la televisión.

El ascensor se detuvo. Las puertas se abrieron. Garrity le hizo un ademán para que Harley saliera, él caminó detrás de ella.

—Señorita Quinzel— dijo con voz rasposa— entiendo que usted quisiera saber quién fue el asesino de su novio. Pero no vuelva a ocultarnos información. Si vuelve a hacerlo, tendré que arrestarla.

Harley se limitó a asentir con la cabeza. De pronto la voz de Guy resonó en su mente como un susurro.

«¿Ya ves lo que obtienes por defender a ese asesino?»

Harley hizo un gesto de molestia, como si quisiera sacarse esa voz de la cabeza.

— ¿Se encuentra bien?— preguntó el detective.

—Sí, sí, estoy bien. Si eso es todo, debo volver a trabajar.

—Adelante.

Harley se dio media vuelta y se fue a su oficina. Caminaba despacio, las piernas le temblaban y su respiración se había vuelto pesada. Desde que sufrió el accidente, las voces en su cabeza eran más frecuentes, por supuesto, no se lo dijo al médico. Creía que eran solo sus pensamientos y que con el tiempo desaparecerían, pero no fue así. 

Arlequín || Joker ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora