Harley sentía una sensación extraña cada vez que pasaba por el cementerio. De hecho, sentía que la observaban constantemente. Esos ojos bajo tierra aunque ya no veían, Harley los sentía, como cuchillos en su espalda. Tal vez eran las almas de aquellas personas que la juzgaban desde el más allá. Tal vez era su propia conciencia que le pasaba una mala jugada, tal vez su imaginación. No lo sabía, pero la sensación estaba presente.
Se encontraba de pie donde, hacía ya unos cuantos días, habían enterrado a Guy. Aún era temprano, la mañana estaba nublada. Fresca. A Harley se le erizó la piel cuando una brisa sopló. Parecía que el viento le hablaba y le decía «vete».
— ¿Por qué no puedes dejarme en paz?— dijo con la voz baja, como si los demás muertos pudieran oírla y ella no quisiera— Sólo quiero que desaparezcas de mi vida... solo eso—suspiró—lamento haberte dicho...lo que te dije— Harley ni siquiera se atrevía a repetirlo, como si fuera una maldición que pudiera recaer en alguien más— de haber sabido que serían las últimas palabras que te pudiera decir, no lo habría dicho jamás.
Harley necesitaba, en lo más profundo de su corazón, despedirse totalmente de Guy. Ella sabía que, si bien a veces lo extrañaba, también estaba feliz de que se hubiera ido. Pero su recuerdo se mantenía presente. Harley lo recordaba, cada vez que veía alguna prenda suya. Cada vez que miraba el periódico. Incluso en su piel, lo llevaba marcado, alguna que otra cicatriz de discusiones violentas.
Recordaba cada una de las peleas que habían tenido, por pequeña que fuera. Cada grito de ella suplicando que se detenga, y él, enfurecido y encerrado en un ataque de celos. Y Harley, que siempre tenía una respuesta para sus recriminaciones, lo hacía enojar más. «Nunca supe cerrar la boca». Ambos eran temperamentales. Celosos uno del otro. Harley más de una vez le reclamó a Guy por alguna mirada a otra mujer que él, siquiera, intentaba disimular. Ella nunca supo si él alguna vez le había sido infiel. El imaginarlo le daban ganas de escupir sobre su tumba.
A pesar de todo, Harley lo quería. Ni siquiera sabía cómo podía amarlo después de tantos años de celos y golpizas. Pero lo hacía. Y ella sentía que en el fondo, Guy también la amaba.
En ese momento, se preguntó si algún día alguien pudiera hacer que ella se olvidara completamente de él.
—Nunca sabré porque terminaste así...—dijo, con la voz baja— asesinado por un payaso...por un payaso—se echó a reír—... eres patético hasta para morirte, ¡te mató un payaso!— Harley no pudo contener las carcajadas, se rió como si le estuvieran contando el chiste más gracioso del mundo, pero solo ella lo entendía.
Finalmente, guardó silencio al ver que un hombre caminaba cerca. Él la miró a los ojos, la había visto reírse. «Seguramente debe creer que estoy loca» pensó, pero el hombre le dedicó una sonrisa que a Harley le hizo sentir un cosquilleo en el estómago. Ella le devolvió el gesto y se sostuvieron la mirada por unos segundos. Harley pensó que en cualquier momento el cuerpo de Guy se levantaría de la tumba y la tomaría por el cuello por sonreírle a otro hombre.
El extraño siguió caminando y se alejó. Ella lo siguió con la vista. Asistía al entierro de alguien. Solamente él. Vestía un traje rojo oscuro y Harley pensó que era extraño que usara ese color para asistir a un funeral. Quién sabe, después de todo, ella estaba feliz de que Guy muriera. Tal vez aquel hombre también se alegraba de la muerte de alguien.
ESTÁS LEYENDO
Arlequín || Joker ||
FanfictionHarleen Quinzel, una psiquiatra hundida en la violencia de una relación enfermiza, pronto se verá envuelta en una obsesión que se irá fundiendo con la locura.