Navy Yard. Zona común
Ziva cogió su teléfono para llamar a Tony pero este lo tenía apagado. ¿Dónde se habría metido? Su vuelo llegaba esa noche pero quería informarle antes de que se enterase de una forma más brusca. Adoraba a la niña, siempre que se hacía un pequeño rasguño jugando en el parque la agobiaba a preguntas, no quería imaginarse como se pondría cuando se enterase de aquello. Y además estaba enojada con él, debería estar siempre localizado. ¿Y si le hubiera ocurrido algo grave?
El director Vance observaba a madre e hija desde lo alto de la escalera.
- David, conmigo- ordenó Vance.
- Mami tiene problemas- murmuró la niña.
- Creo que sí. Quédate aquí con McGee- le pidió acercándose a ella- No le desesperes, de eso ya se encarga tu padre.
Ziva entró en el despacho junto con Gibbs. El director les esperaba con el semblante serio.
- ¿Qué hace aquí, Gibbs?
- Es una agente de mi equipo y supongo que se va a hablar de una investigación que está en marcha bajo mi mando- explicó él sentándose en una silla dando a entender que no pensaba marcharse de allí.
- Agente David, voy a darle la oportunidad que se explique- dijo Vance ofreciéndole una silla es su mesa de reuniones.
- No hay nada que explicar. Tengo una hija, han intentado secuestrarla y ahora buscamos al culpable.
- Lo que quiero que me diga es porque se lo ocultó a esta agencia-le exigió directamente.
- No creo que la vida privada de un agente federal tenga que estar en conocimiento de todos.
- ¿Rebecca DiNozzo? Querrá decir la vida privada de dos agentes- le corrigió el director señalando la partida de nacimiento de la niña- ¿No tenía una regla contra esto, Gibbs?
Ziva miró desafiante al director, este había hecho sus deberes pero no tenía por qué meterse en su vida. Había hecho lo correcto al ocultarla, tal vez no de sus compañeros y amigos pero si de él, de eso estaba segura.
- Sigue siendo un asunto personal entre ellos dos- dijo Gibbs- Y sí, hay una regla, pero tampoco deben andar sin cuchillos ni involucrar abogados y no las obedecen.
- Quiero la verdad- exigió Vance con autoridad.
- No queríamos que corriera ningún riesgo- explicó Ziva.
- ¿Riesgo por qué?- preguntó Vance.
- Debido a su relación con el director del Mossad- contestó Ziva evitando llamarle padre.
- ¿Qué la hace pensar qué está detrás de esto?
- Una cámara de seguridad grabó a un oficial del Mossad en los alrededores de la escena del crimen- notificó Gibbs.
- Eli David no intentaría secuestrar a su propia nieta- señaló Vance.
- Tampoco dejaría a su hija en un campamento lleno de terroristas abandonada a su suerte- dijo Gibbs sosteniéndole la mirada. Vio que Ziva se revolvía nerviosa en su silla.
- De acuerdo, yo me ocupo de esto- dijo el director - Gibbs encuentre a ese hombre y deténgale.
A Ziva no le gusto que el director se hiciese cargo de la situación. Sabía con seguridad que lo primero que haría sería informar a su padre y quería evitar por todos los medios que se enterase de la existencia de Rebecca. Si es que no lo sabía ya, dadas las circunstancias.
En cuanto salieron del despacho, Vance telefoneó al director del Mossad.
