-¿Te diste cuenta a donde llegamos?-Me pregunto con una risa entre dientes.
-No...-Después d mirar bien unos segundos, fije mi vista en ese lugar, en ese preciso lugar donde comenzó todo, donde si no hubiera sido por mi enfermedad no habría conocido a una persona tan especial como lo es Justin-Ah... ya veo.-me desanime un poco, solo por recordar que estaba o estoy enferma.
-Pero preciosa no debes ponerte así-
<<Es en ese momento donde te das cuenta que las cosas pasan por alguna razón, que todo tiene sentido y tu vida dará un giro de 180 grados para abrirte los ojos y decirte que todo estará bien>>
-¿Vamos a casa?-Dije con un lagrima en la mejilla.
-________...-Me tomo de las manos y me miro fijo a los ojos, poniéndome nerviosa como solo él sabía-Tu... ¿Quieres ser mi novia?...-
Estaba anonadada, la vos no me salía y realmente me había emocionado, cuanto no había esperado este momento, hasta que por fin llego.
-Justin...yo...-Me sonroje.
-Si no quieres no importa te entenderé-me soltó las manos decepcionado. Estaba por darse la vuelta cuando yo lo agarre con brusquedad y lo atraje hacia mí. Uniendo nuestras bocas, dando paso a un beso.
-Claro que si amor-Dije entre besos- Te amo, te amo te amo.-Le dije sobre sus labios, y poco a poco sentí como él me abrazaba con más fuerza, con pasión. Con amor.
***
Llegamos a casa, ya que hacía mucho frío... Me quería tomar un chocolate caliente para nivelar mi temperatura corporal.
-¿Qué haces?-Me pregunto Justin abrazándome por sorpresa por atrás cuando yo preparaba mi chocolate caliente.
-Lo estás viendo-Me di la vuelta para quedar frente él y robarle uno que otro beso.
La cosa no terminaría así, terminamos en su habitación entre besos y jadeos desesperados.
Cerró la puerta.
Inesperanadamente me besó, de inmediato nos envolvimos en una atmosfera llena de lujuria y pasión.
Delicadamente me tomaba de mis caderas y recorría todo lo que podía de mi cuerpo.
Mientras más me acercaba a él más, más podía sentir su miembro clavarse en mi abdomen, algo que era fabuloso y hacia que un deseo inmenso de pasión recorriera todo mi cuerpo, mis manos también hacían un tour por cada milímetro de su bien formado cuerpo.
Rodee mis manos en su cuello, acariciando su cabello, para así intensificar aun más ese beso, sus besos eran únicos, su sabor era distinto al de cualquier otro chico que haya conocido. El beso se tornó salvaje y apasionado, no queríamos separarnos un solo segundo, yo gemía y temblaba al sentir ya por varias veces el sexo de Justin rosar con mi abdomen, ya que él es más alto que yo.
Besos apasionados por todo el cuello y a veces pequeños mordiste que una que otra vez hacia que se me escaparan los gemidos.
Con un profundo cerrar de ojos me deje llevar en toda su acción, estábamos en su cama y podía sentir su perfecta anatomía en cima de mi.
[Narra Justin]
_________ La chica perfecta, la tenia nuevamente bajo mis brazos, nuevamente la aria mía, mejor dicho haremos una sola persona.
Aquella joven era la diosa Afrodita en persona. Es una adicción tocarla, sus carnosos labios me pedían más y más de los míos. Que tonto no se restaría a sus atributos. Y que tonto se atrevería a romperle el corazón.
Lentamente fui subiendo su diminuta polerita y le dejo al descubierto ese fantástico torso, que ahora solo lo cubría el sostén. Con mi dedo índice recorrí el costado del cuerpo de MI _________. Era una delicia sentir sus ahogados jadeos llenos de placer. Su suave y sensual voz era como un bálsamo para mis oídos, me encantaba escucharla gemir, jadear o gritar del placer que solo yo sabía darle.
El calor invadió mi cuerpo nuevamente concentrándose todo en mi entrepierna, mi evidente erección ya me dolía, por lo que en un solo movimiento desabroche mi pantalón y lo tiré a un lado de la habitación junto con mi polera, quedando únicamente con bóxers.
Ella me miraba anonadada, sus brillantes y hermosos ojos no los merecían nadie, nadie más que yo.
Una vez más, no me resistí a esos encantadores labios, los bese de una forma desgarradora, lo hacía con un constante movimiento que hacía que nuestras cabezas se movieran al unisonó, un beso lleno de amor, pasión que luego se transformo a lujuria. Pero sin perder la delicadeza con que se debía tratar a una mujer.
Mis manos sobaban cada centímetro de la cintura de ________, tan delgada, tan fina, tan suave, en ese momento solo ella era la "perfección". No dejaba de desviar una mano a su entrepierna haciéndola estremecer y de vez en cuando me regalaba pequeños pero gratos jadeos. Solo dos prendas en el bello cuerpo de ________ no daban tregua a nuestro amor, lo único que quería era sentirme amado, sentirme que por un momento valgo en esta vida.