INDECISIONES [Confesiones#2] (Completa)

CAPÍTULO 32

(Kylian)

Escucho a Zoe gritar como una autentica loca, diría que incluso parece que se está desgarrando la garganta. Estoy en el jardín hablando por teléfono. Mi madre por fin ha llegado a su destino y estaba contándome como le fue el viaje.

Avanzo por la escaleras lo más deprisa que mis piernas pueden. Al verla sola, sobre el colchón, mostrando una expresión de miedo, pienso que debe tratarse de una pesadilla muy horrible. Su piel está más pálida de lo habitual y su pecho sube y baja de forma acelerada. En cuanto me ve aparecer dirige sus manos hacia su cabeza, se echa el pelo hacia atrás y seguidamente se tapa los ojos con ambas manos comenzando a sollozar.

- Estoy aquí, ¡estoy aquí! – le digo en cuanto me acerco a su cuerpo para abrazarla.

La tengo entre mis brazos y la siento temblar, está sudando pero se aferra a mí como si estuviéramos más allá del muro de juego de tronos.

- ¿Has tenido una pesadilla? – le pregunto acariciando su cabello.

- ¡¿dónde estabas?! – se despega de mí empujándome - ¿Por qué hay sangre aquí? – su voz ahora es ronca después de sus gritos.

- Verás... - comienzo a decir pasando una mano por mi nuca – quería ofrecerte un buen desayuno, y sé que te gusta la fruta cortada. Empecé la faena y me hice un corte – levanto mi pulgar y le muestro el esparadrapo que tengo puesto en él – pensé que era una tontería pero cuando subí para ver si ya estabas despierta y traerte el desayuno me coloqué junto a ti al ver como seguías durmiendo y cuando me di cuenta empecé a mancharlo todo de sangre. No sé cómo ha salido tanta sangre de ese corte tan pequeño.

- ¿Don...Dónde estabas? – pregunta desconcertada.

- Fuera, hablaba con mi madre, ya está en casa.

- Joder, Kylian...No vuelvas a asustarme así – me pide lanzándose sobre mí, haciendo que caiga de espaldas contra el colchón.

Le doy un beso profundo y le limpio la humedad que hay bajo sus ojos.

- Vamos, tenemos una cita en el gimnasio.

- Al menos dime que la fruta no se ha manchado de sangre... - pide con los ojos cerrados calmando el sofocón que tenía hace muy poco.

- Toda tuya.

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