Al llegar a Roissy decidí tomar un taxi, no tenía ningunas gana de volver entre aventones a causa del transporte público. En el coche me llegó un mensaje de Isabel: «Padre e hijo están juntos de nuevo». Por un instante, sentí alivio.Pagué la cuenta y subí a mi casa sin echar siquiera un vistazo a La Gente ni a Mike. Al descubrir las cajas de cartón medio llenas en mi estudio, me dio vergüenza de lo hipócrita que había sido con Erwin. Le había hecho tener esperanzas en una historia y una vida en las que yo no creía. Tiré mi bolsa de viaje y cerré la puerta.
Entré en mi café por la puerta de atrás, vi a algunos clientes —a los que no saludé— y pasé detrás de la barra.
—Hola, Mike —me limité a decir.
Tomé el cuaderno de cuentas y comprobé las anotaciones de los días precedentes. Más por mantener las manos ocupadas que por un interés real...—Hola, Mike, ¿qué tal estás? ¿No te has aburrido mucho de estar aquí solo? ¡No te vas a morir por ser amable conmigo! —gruñó mi amigo.
Le dediqué mi mirada más sombría. Abrió los ojos como platos.
—No habrás hecho ninguna estupidez.
—¡Ninguna! ¡Déjame en paz!
—¡No te vas a librar de esta tan fácilmente!
—¡Pues tómate la tarde libre, debes de estar cansado! —exclamé.
—¡Pero bueno! ¿Te has vuelto loca?
—Por favor, Mike —suspiré—. No puedo permitirme derrumbarme ahora.
Me agarré al mostrador, apreté los dientes intentando controlar mi respiración.
—De acuerdo, te dejo... ánimo.
—Mañana, Mike..., mañana hablamos. Te lo prometo.
—¡No te preocupes! ¡Te conozco bien! Te desinflas igual de rápido que te inflas.
Tuve que esperar a la hora de cierre para ver llegar a Erwin, alicaído. Abrió la puerta, yo permanecí detrás del mostrador, como tras una barrera de protección. Se sentó en un taburete y se acodó en la barra mirándome fijamente. No conseguí abrir la boca. Miraba todo a su alrededor, a la izquierda, a la derecha, arriba, abajo, como si intentase memorizar el lugar. Tendría que haber contado con lo perspicaz que era, se había dado cuenta de todo.
— Erwin ..., ya no puedo fingir...
—El único culpable soy yo. Quería creer en ello, esperaba superarlo... Desde la exposición, desde el primer instante en que te vi con él, me negué a enfrentarme con la realidad. Y, sin embargo, siempre he tenido la impresión de que era a él a quien amabas...
—Perdóname...
—No quiero saber lo que ha pasado entre ustedes ni desde cuándo. Lo que me apena realmente es que él no te hace feliz...
—Es nuestra situación la que me hace infeliz, él no tiene la culpa.
—¿Su hijo?
—La distancia.
Bajó la cabeza.
—Si yo hubiese tenido un hijo ni siquiera me habrías mirado...
Tenía razón.
—No quiero retrasarlo más..., no sirve de nada. Llamaré a la agencia inmobiliaria para romper el contrato...
—Lo haré yo.
—No.
Se levantó, fue hasta la puerta de entrada y la abrió antes de volverse hacia mí. Erwin me había ayudado tanto, me había cuidado tanto, había tenido tanta paciencia..., y yo lo estaba apartando de mí.
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-Levihan- La vida vale la pena, ya verás
Random[TERMINADA] [Continuación de La gente feliz lee y toma toma café] Desde su regreso de Irlanda, Hange ha pasado página tras su tumultuosa historia con Levi y ha decidido reconstruir su vida en París. Con la ayuda de su amigo Mike, se ha entregado en...