Adestia y el misterio del castillo

Capitulo 23

-¡Adestia tu hermano y tu padre están aquí! -me grita mi madre.
Termino de ponerme mis botas y bajo apresuradamente.
Las ultimas dos semanas fueron las semanas mas tranquilas que he tenido en meses y porfin entiendo cada vez que mi hermano decía que ya queria regresar a Celestia. Extraño mucho a Melva y las clases y estar en un lugar tan grande.

Hable con Melva durante varios días y le conté y leí la carta. Claro que ella continua pensando que todo esto esta mal.
Y cada vez que ella me lo dice pienso en mi hermano y los amigos que perdió y como nunca a hablado de eso.

Al ver a mi hermano sonrío y corro hacia él.
-¡Pequeña! -chilla Laurence y me abraza con fuerza -yo voto porque Adestia se quede a salvo en terra -exclama mi hermano.
Yo le hago una mueca pero vuelvo a sonreir.

Todos entramos a la casa
-¡Que viaje mas agotador! ¡tuvimos que hacer una parada en Angora, ese mundo tiene sus propios problemas! -exclama mi padre.
-ni que lo digas -masculla Laurence.
-¿Angora? -pregunto.
-si, es un mundo en donde la Corte Suprema no puede ejercer mucho su cargo y la política es un desastre -explica Laurence.
-estan en guerra, poco mas y nos quedamos varados -cuenta papá.
-la siguiente semana viajo con ustedes, tengo licencia para un viaje directo -exclama mi madre.

-pero bueno, solo me queda un día para compartir con mi hermanita. Iremos al centro -exclama Laurence.

Mi hermano tardó varios minutos en convencer a mi padre de que nos dejara ir al centro pero cuando por fin obtuvimos su permiso salimos alegremente de la casa a la parada del tren.
Durante todo el viaje me distraigo observando el paisaje de color verde. El sonido del vehículo truena sin cesar y cada vez los edificios empiezan a llenar el paisaje.
- te noto distraida -comenta mi hermano mientras alimenta a Bill.
-tengo mucho en qué pensar, ademas, hace meses que no observaba Terra -le digo acomodando mi cabello.
-Celestia es como una segunda casa, extraño ir ahí, la vida era... más fácil -me explica.
-hablas como mamá -le digo pero le sonrío.
Mamá siempre dice que sus mejores años fueron sus años en Celestia, habla de la juventud plateada que tuvo. No se mucho de la historia de mis padres, ellos siempre me limitan la información.

Al llegar a la parada nos bajamos y nos dirigimos a nuestro restaurante favorito.
. . .

-sinceramente, Celestia esta pasando por un momento duro, los padres de la Ignis que murió han puesto una demanda en contra del mundo y... no me parece buena idea que regreses -termina mi hermano.
Yo arrugo la nariz pero no digo nada.

Nos quedamos en silencio unos segundos hasta que hablo.
-me gusta estar allá, tengo amigos -respondo.
Laurens levanta las cejas.
-¿El Aqua de aquel día? -me pregunta y durante varios segundos dejo de respirar.
-tu también tenías amigos de otros mundos -ataco.
Mi hermano deja caer la barbilla y casi se atraganta con el trozo de pan que intentaba comer pero luego de unos segundos se recompone.
-¿De donde has sacado eso? -pregunta intentando restar importancia.
-El profesor Vasilyev me contó una anécdota -digo pero sin verlo a los ojos.
-que descuidado -masculla- ¿por qué te ha contado eso? -me pregunta.
Me encojo de hombros.
-me ha contado todo lo que pasó... -digo un poco más bajo.
Laurens abre los ojos pero luego solo deja caer la cabeza.
-no es buena idea hablar de eso aquí.

Comimos en un silencio incómodo, el lugar es rústico, una cabaña de madera con plantas por todas partes y anchas ventanas que dejan que la luz del sol ilumine el lugar.
Pero aún con el ambiente cálido y pintoresco me sentí nerviosa, no quise sacar el tema para molestar a mi hermano y arruinar nuestro pequeño viaje, pero quiero saber que sucedió con sus amigos.

Luego de comer salimos, aún en silencio. Observé la calle y a los elementales ir y venir.
Vaya que extrañaba en olor de la ciudad, un olor a bosque. Ver solo personas de mi propio mundo se siente extraño después de haber compartido tanto tiempo con tantos elementales distintos.