🌙Tres.

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Poco a poco, el vínculo entre Jaemin y Jeno se fue haciendo cada vez más fuerte, eran casi inseparables. Jaemin le visitaba todos los días, sea al hospital o a su casa, había tomado afecto hacia el señor Donghae y a Mark, siempre mostró mucho apoyo a la pequeña familia.

Un día, Martes para ser exactos, Jaemin salió de la Universidad y fue casi corriendo al hospital, hoy su amigo tenía una quimioterapia importante.

— ¡Hey, Jaemin! ¿Te llevamos? — Gritó Yeri desde lejos. Jaemin volteó rápidamente y negó

— No, gracias chicos. Iré a ver a Jeno.

Sus primos y su hermano ya estaban enterados de la existencia de Jeno, ese chico enfermo con el cual Jaemin se había encariñado. Aunque le advirtieron, "Cuando Jeno muera, te dolerá, así que alejate de él" No iba a escucharles.

Los seres humanos no deben escapar de los problemas. Siempre y pase lo que pase, todos saldremos lastimados alguna vez. Era completamente absurdo alejarse de su amigo por miedo a salir lastimado por su muerte. No iba a dejarlo solo. Estaría junto a Jeno hasta el fin de los tiempos.

Jaemin se subió al bus y tomó asiento al fondo y empezó a reproducir su canción favorita, Deja Vu de Nu'est. Comenzó a pensar en Jeno. En su bonita sonrisa, en como a pesar de quedar calvo se veía igual de hermoso. En como le había cambiado la vida.

No más de 15 minutos pasaron, Jaemin bajó del bus y entró a una panadería que se ubicaba en frente al hospital, para comprar las galletas favoritas de su amigo. Las galletas con chispas de chocolate.

Compró muchas, pues hoy pasaría la tarde con su amigo, le ayudaría a estudiar y estaba seguro de que la pasarían de lo mejor.

Subió por el ascensor impacientemente, estaba ansioso por llegar, las puertas de ese coso se abrieron y caminó alegremente con la bolsa de galletas en sus manos y la mochila en su espalda.

Tocó tres veces y escuchó la aprobación de Jeno para entrar, así hizo y corrió a su amigo para darle un gran abrazo, procurando no lastimarlo.

— Te he extrañado, Nana. — Susurró Jeno.

— También yo. Mira — Se separó y alzó la bolsa de galletas — Traje tus favoritas.

Jaemin tomó asiento en el sofá individual al lado de la camilla de Jeno, acto seguido le extendió la caja de galletas. Observó a su amigo unos segundos, un dolor en el pecho se hizo presente, le dolía verlo conectado a todos esos cables. Algunos salían de su nariz, otros de sus muñecas, y escuchar el escalofriante sonido de su pulso en la máquina le causaba algo de ansiedad.

— Nana, están deliciosas. Pero hace tres días me traes galletas y no te doy nada a cambio, déjame pagarte. — Dijo Jeno mientras le ofrecía una galleta a Jaemin. Este la aceptó y le dio una sonrisa.

— No, Jeno. No voy a aceptar nada a cambio, Tu simple existencia es un regalo para mí.

Jeno estaba a punto de llorar, era la primera vez que le decían algo tan tierno, y viniendo de Nana, era más especial aún. Jaemin se perdió en la mirada de su amigo, empezó a acercarse lentamente y al estar a pocos centímetros, Jeno cerró sus ojos esperando el impacto de los labios de él con los suyos.

Pero alguien interrumpió ese tan esperando momento, la puerta de la habitación se abrió bruscamente y los dos voltearon asustados, Jaemin volvió a tomar asiento inmediatamente al ver a una mujer matándolo con la mirada. Una señora de no más de 45 años, vestida elegantemente con un traje de oficina, el cabello atado en un moño y un bolso negro en sus manos, los estaba mirando enfurecida. Jaemin miró a Jeno, estaba confundido, y quizás él le podría explicar qué carajos estaba pasando. Pero la cara de Jeno mostraba sorpresa y miedo.

— M-mamá — Dijo apenas audible. En seguida entraron DongHae y Mark agitados, como si hubieran perseguido a la mujer.

— ¡Lee Jeno! ¡Necesito una explicación ya mismo! ¿¡Quién mierda es este mocoso y qué mierda estaban haciendo!? — Gritó la que aparentemente era la mamá de Jeno, roja de ira.

— Dara, esto no es necesario... — Susurró incómodo Donghae.

— Tu cierra la boca — Le dijo amenazante, y el hombre se encogió en sus hombros.

— ¡Ya basta! ¿Qué carajo quieres? ¿Por qué estás aquí, bruja? — Le dijo Mark, ubicándose frente a Jaemin para darle cierta protección.

— ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Vengo a visitar a mi hijo enfermo y está besándose con otro chico completamente desconocido! ¿¡Quién carajos te crees para llevar a mi hijo por el mal camino!? ¿¡También le das drogas o qué!? ¡Eres un marica! — Reclamó más que enfurecida

— ¡Mamá! ¡Deja a Jaemin en paz! — Gritó Jeno, llamando la atención de todos — ¡Hace dos meses, dos putos meses estoy enfermo, y no viniste a visitarme! ¡En cambio él, ha estado todos los días junto a mí, así que respétale por favor!.

Jaemin tragó duro al ver llorar a su amigo mientras le gritaba a la mujer, pero un nudo se armó en su estómago cuando la vio acercarse a él.

— ¡Tú! ¡Mocoso del demoño! ¡Quiero que te alejes de mi hijo! ¡Juro que si vuelvo a verte en esta habitación o en este hospital, te voy a denunciar!.

Jaemin se intimidó ante la muchacha, ella luego de gritarle, salió dramáticamente del lugar dejando a esos cuatro hombres perplejos.

— Disculpa, Jaemin, no queríamos hacerte pasar por eso... Luego te explicaré. — Dijo Mark apenado. Tomó a su padre del brazo y salieron dejándolos solos.

— Yo... Lo siento Nana... Ella... Agh, no volverá a molestar, lo juro — dijo Jeno, tomando con fuerza la mano de su amigo.

— Jeno, perdón pero creo que será mejor que no vuelva a verte — Se lamentó Jaemin

— ¿De qué hablas? ¿Estás loco?

— Jeno, no quiero problemas, quizá tenga razón, estábamos a punto de besarnos, y no sé si a ti te gustan los chicos, quizás te esté llevando por un mal camino... Y yo no quiero lastimarte, porque en serio eres muy especial para mí.

Jeno no podía creerlo, lágrimas brotaban de sus ojos a cada palabra que pronunciaba Jaemin.

— Nana, no puedes dejarme solo... No ahora... Por favor — Suplicó el rubio, llorando. Eso dejó el corazón de Jaemin echo pedacitos.

— Estarás bien, te lo prometo. Tu padre y tú hermano te apoyan mucho. Volveré a visitarte, no mañana, ni esta semana, pero volveré. Te quiero Jeno, te quiero mucho...

Jaemin se acercó y depositó un beso en la mejilla de su amigo, luego quedaron muy cerca, y Jeno tomó la iniciativa para darle un pico a Nana. A pesar de estar sorprendido, Min le dió un abrazo y se despidió.

El chico del hospital ; nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora