Un Experimento | TG

Adrian

Adrian

Uno de los hombres más peligros del mundo cumple su sentencia perpetua en una cárcel internacional. Se lo acusa de trata de personas y múltiples asesinatos suficientes para una pena de muerte, la misma que fue negociada a cambio de experimentos en su cuerpo sin derecho a tener conocimiento sobre el mismo.

Adrian se mantuvo en negociación durante meses llegando a una muere civil dentro de su conocimiento mientras sus familiares y amigos fueron informados de su muerte un día después de la negociación. Apenas comenzaba el luto en sus seres queridos, Adrian era esposado con una venda en los ojos trasladado a otras instalaciones.

El viaje duró doce horas, suficientes para que quede exhausto y se duerma o eso fue lo que él pensó, pues minutos antes recibió una bebida gaseosa con un tipo de somnífero.

Adrian despertó en una habitación, iluminada y acogedora. La habitación parecía un resort, tenía amplias ventanas con vista hacia el mar, el clima era perfecto y la cama era muy cómoda.

Pero había un detalle que Adrian tardó en darse cuenta. Llevaba un vestido corto y algo apretado de color rojo, de igual manera dentro del vestido llevaba un brasier que no tapaba nada pero generaba un bulto. sus piernas estaban cubiertas con un par de medias de muslo de color negro agarradas con una liga a unas bragas rojas. Sus uñas, tanto de sus manos como los pies combinaban con el mismo color del vestido. Adrian se levantó asustado y en el piso le esperaban un par de tacones no muy altos pero con un diseño extravagante que combinaban con el vestido.

Así como la habitación era acogedora, también era perturbadora, pues podía observar diversos aparatos que no entendía. La habitación tenía 5 cámaras, una en cada esquina y otra en el centro.

Adrian ignoró los tacones y se paró sobre el piso, algo que no duró mucho tiempo pues en cuestión de segundos el piso se comenzó a calentar hasta un punto insoportable para El ser humano, haciéndolo regresar a la cama.

Adrian nuevamente miró toda la habitación y pudo observar una mesa donde estaba un banquete, el mismo que le recordó el hambre intenso que llevaba. Adrian inmediatamente, comenzó a retirarse lo que traía puesto con un poco de dificultad pero mientras lo hacía la habitación se iba obscureciendo y unas luces frías se prendían. El clima pasaba de cálido a frío, mientras más tiempo pasaba la habitación se hacía más fría.

Adrian miraba un marcador de temperatura como bajaba hasta que paró en un punto tolerable pero frío para el ser humano.

- No puedo usar esto. No soy una mujer. - Gritaba algo desesperado.
Adrian intentando calmar el frío con las sábanas de la cama, no paraba de mirar la habitación, y notó que aquel banquete se había cambiado por un tazón de engrudo y agua.

Alado de la mesa había un espejo, donde pudo observar cómo su cara estaba con un sutil pero notorio maquillaje. Con las sábanas que cubría se limpió la cara con una actitud molesta.

-¿Mierda que me hicieron ? - Gritó Adrian, pero nadie le respondía.

Apenas terminó de hablar Adrian y ruido insoportable sonó en la habitación durante un corto tiempo.

- ¡Aaaah carajo ! - Nuevamente aquel ruido sonó.

- ¡Mierda ! - El ruido continuó, mientras Adrian se quejaba.
- Por favor, Por favor -  rendido comenzó a rogar que paren y el ruido paro.

Adrian se dio cuenta que sus insultos eran los que provocaban aquel ruido insoportable. Mientras respiraba con fuerza comenzaba a asimilar que estaba completamente atrapado pero en la cárcel siempre fue aquel hombre que aguantaba todo y era el líder. El macho alfa de todo.