Prólogo

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No sigas...porfavor- digo.

Mis ojos se humedecen involuntariamente a la vez que un dolor punzante crece en mi pecho.

Su mirada está perdida y apagada...sin el característico brillo de siempre. Y eso fue algo difícil de ver.

Su rostro y manos llenos de líquido carmesí.

Toma su cabeza entre sus manos y se jala el cabello.

-Lo siento...-dice en un susurro- ellos me obligaron.




ANARCHISTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora