✦ 𝙊𝙉𝙀 𝙎𝙃𝙊𝙏𝙎 ✦ ━ Ｓｏｕｔｈ Ｐａｒｋ━

Craig (7m)

Lo primero en lo que pensé en cuanto leí el nombre en el papel, era que estaba jodida. No había chances, existían millones de universos paralelos y estaba segura de que en ninguno Craig se fijaba en mí.

— ¿Y bien? Vamos, dilo, estás matándome de la ansiedad— Wendy estiraba su cabeza intentando leer el papel a toda costa.

—Craig—murmuré, luego levanté la cabeza y repetí su nombre en voz alta para que me escuchara—Craig Tucker.

Estaba recostado en el sofá con sus amigos, dándole una calada a su cigarrillo hasta que mi llamado lo detuvo. Intercambió miradas con Clyde y Token, que lo codeaban incitándolo a levantarse, mientras yo me moría de vergüenza.

Craig era el chico malo del Instituto, no le importaba un carajo nada y su aire de superioridad tenía a todas las chicas  a sus pies. Incluyéndome, lamentablemente.

Me gustaba fingir que yo no era una más, que sus encantos a mi no me afectaban, pero era científicamente imposible resistirse a su sonrisa ladeada y a aquella mandíbula tallada por los dioses, por no mencionar que su actitud lo hacía un millón de veces más sexy, transformando acciones cotidianas como encender un cigarrillo, en un espectáculo para los ojos.

Craig se levantó del sofa, apagando la colilla contra la suela de su zapato, y se metió en el armario sin rechistar.
Yo tuve que pensármelo dos veces, definitivamente quería meterme ahí con él, pero las miradas de las chicas en la habitación hacían que quisiera correr por mi vida antes de ser asesinada.
No tuve tiempo de titubear, Wendy me empujó de un caderazo y cerró la puerta detrás de mí, dejándonos a oscuras.

—Parece que es tu día de suerte—lo escuché decir.

—Quizás, o puede que sea el tuyo—intenté parecer confiada, pero me intimidaba tanto que titubeé.

A Craig pareció gustarle mi respuesta de todas formas, ya que sonrío y se acercó un paso más hacia mí con las manos en los bolsillos de su pantalón. Se acercó lo suficiente como para rozar mi frente con su cabello y  arrancarme un suspiro.

—Sí, puede que lo sea—susurró.

Me dejó sin palabras, no estaba segura de si lo decía en serio o solo intentaba tomarme el pelo, pero no me dió tiempo a preguntarle. Sus labios se acercaron hacia los míos con fuerza y poco a poco infiltró su lengua en mi boca, jugando con la mía hasta tomar el poder de la situación.

Sentía su respiración acelerarse y sus resoplidos por la nariz, lo cual no hacía más que subir la temperatura en mi cuerpo.

Estaba tocando el cielo con las manos, había soñado con esto durante tanto tiempo que me parecía irreal que estuviera sucediendo.

Craig separó sus labios de los míos para observarme durante un momento y luego volvió al ataque, posando sus manos en mis mejillas para acercarme mejor a él. Yo quería más, quería asegurarme de que esto no se quedaría aquí y se terminaría en cuanto acabaran los 7 minutos, pero Craig no me dejaba hablar y dominaba mi cuerpo con el suyo casi como si estuviera acostumbrado a eso. Me pegó a la pared de un empujón con su pecho y luego pegó sus labios al lóbulo de mi oreja, mordisqueándolo.

Aproveche su momento de distracción para zafar una mano de la presión de su cuerpo contra el mío y la dirigí directamente a su entrepierna. Sonreí para mi misma al escucharlo proferir un jadeo sorprendido en mi oreja, me gustaba provocarlo y al parecer a él también lo volvía loco.

Agarro mi trasero con sus manos, pero antes de que pudiera hacer nada, escuchamos la voz de Wendy en el exterior.

— ¡Se acabó, voy a abrir!

Wendy tardó en embocar la llave en la cerradura, lo que le dio tiempo a Craig de recomponerse y, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba con las manos en los bolsillos y su típica cara de nada.
Yo aún seguía jadeando cuando se abrieron las puertas de par en par. Las chicas se amontonaron entre ellas, estirándose para ver qué ocurría dentro del armario, y si no fuera por mi sonrojo hubieran creído que Craig ni siquiera se me había acercado.

Él se dirigió a sus amigos, frío y despreocupado, pero no pude evitar notar como me guiñó un ojo minutos después de que yo hubiera vuelto a sentarme.

Existían millones de universos paralelos, pero quizás, y sólo quizás, en uno de ellos tenía una oportunidad.