Nada

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  • Dedicado a Mónica Mendez;*
                                    

Y ahí estaba yo. Yacente en la vieja hamaca del jardín de la entrada. Mirando hacia la nada, y a la vez contemplando todo. Hundida en mis pensamientos percibí el ruido del mecanismo de la afamada carcacha de Catherine, decidí llevar mi atención a ella y me lleve la sorpresa de que quién conducía no era precisamente Cath,sino más bien un tipo joven pero sinduda unos cuantos años mayor que yo, de un estado atlético envidiable. Sus ojos celestes resaltaban en su rostro alargado y detentaba una tez blanca que lo hacía lucir bastante atractivo. Instintivamente me mordí el labio inferior. El muchacho me observó un momento a través del cristal del parabrisas y me regalo una agradable sonrisa mostrando una hilera de relucientes perlas. Cuando al fin se digno a bajarse del Chevrolet- Nova me acerque a lo salude un tanto pasmada. Cuando caí en la cuenta de mi estado incliné la cabeza pretendiendo esconder mis ruborizadas mejillas.

-Hola- me dijo depositando un beso en mi mejilla y no pude evitar estremecerme al sentir su fresco aliento tan cerca.

-¿Qué hay?- saludé- Oye no quiero sonar grosera pero... acaso ¿hurtaste el carro de Catherine? Porque de ser así déjame decirte que estás muy mal amigo, mira que no es feo, pero hay mejores- bromee

-Pues a mí me parece lindo ¿no te gusta?- sonrío ampliamente- ¿Cómo crees? Soy Bradley-extendió su mano y yo la tome

-Alli- no supe que más decir así que opte por callar.

Aclaró su garganta- Eh... Catherine me mando para... aplicar el abono nuevo- Su manera de hablar tan lenta y despreocupada, y su voz ronca simplemente me enloqueció.

-Ah sí, vamos al invernadero... ven, es por aquí- indique el camino hasta llegar al viejo invernáculo en el que mi madre solía pasar gran parte del día, sin duda uno de mis lugares favoritos en nuestra casa.

Residimos el resto del día en el invernadero platicando de todo, riéndonos, cantando y trabajando en este. Brad era un tipo muy abierto, me hacía sentir que lo conocía de toda la vida aunque sólo lleváramos menos de 4 horas tratándonos. Era tan apuesto y tan varonil que, aunque no fuese mi tipo de hombre, no pare de coquetear con él, pues estaba cien por ciento segura que Brad podría bien ayudarme con mi venganza... Aunque él no necesariamente se daría cuanta.

Llego el tiempo de su partida y me adentre en la casa, no sin antes hacerle prometer que volvería la semana siguiente. Con una sonrisa de satisfacción, porque todo había salido perfecto.

¿Por qué tan sonriente?- Escuché una voz masculina a mis espaldas. ¿Siempre tenía que llegar alguien a arruinarme el día?- Espera un momento ¿Qué hiciste con Alli?- dramatizo

-Porque no sólo dejas de fastidiar, Ryan-

-¡Huy perdón! No es mi culpa que siempre estés de amargada- Este tipo que se cree. Para empezar nunca me habla y ahora viene y de la nada me trata así.

-No, es que de hecho sí es tu culpa he- me defendí

-Así me gustan...- me tomo de la cintura y me puse nerviosa, ¿Qué rayos intentaba hacer? ¿Violarme?- Amargaditas, pera endulzarles la vida.- Susurro en mi oído y me estremecí.

-Suéltame imbécil ¿qué te crees?- le di una patada en las bo.las y subí rápidamente a mi habitación.

En cuanto cerré la puerta me recargue en está y no sé porque pero comencé a llorar. Joder y todo por culpa de Daniel. Ojalá y lo arrolle un camión... Un camión de basura. Y ojalá yo vaya en ese camión. ¿Por qué no podía sólo despertar de esta horrible pesadilla y volver a ser todo como era antes? O quizá sólo dormir. Cerrar mis ojos fuertemente y alcanzar los sueños que me salvarán de la realidad. Eso es. Me coloque mi camisón para dormir y una vez recostada en la cama me cubrí completamente con las sabanas. Me limpie las lágrimas "No voy a llorar hasta quedarme dormida como una idiota". Y si en algún momento dudé o pensé en retractarme, ahora tenía claro una cosa. Mis deseos de venganza aumentaban cada vez más. Cerré mis ojos. Arrugue las sabanas con mis puños, y comencé a patalear como si le estuviera dando una golpiza a Daniel. Mordía las almohadas y tire de ellas hasta deshacerlas por completo. Me retorcía por toda la cama hasta caer al suelo. Tomé lo que pude y lo lancé con todas mis fuerzas. El ruido del impacto en la pared y luego los vidrios cayendo al piso me devolvieron a la existencia. Sin querer, había roto el retrato de mí y Daniel que se suponía debía estar en el buró al lado de mi cama. Mi respiración se había tornado agitada e inconscientemente me lleve las manos hacia el corazón. De pronto sentí mis ojos pesados, muy pesados. Y después, no sentí nada.

Where did your innocence go?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora