Cartas en Relatos

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Mientras dormía una figura tomo forma frente a mí, aquella figura que yo había recorrido con la vista hasta mas no poder, esa figura que me traía antiguas y dolorosas memorias, una figura tan nítida que casi sentía la suavidad de su piel bajo mis dedos. La figura corrió y bailo por todo el salón, lo tiño con sus colores distintivos, gris y rojo, extendiendo su magnificencia y dejando su huella, la figura canto y narro nuestras historias juntos, como si de una enorme odisea se tratase, y cuando el final comenzó caer, se me acerco y susurro débilmente en mi oído.

Desperté desorientado y extrañando aquel rostro, pero pronto me encamine hacia mi escritorio y allí extendí papel y lápiz, y comencé a desvariar sobre nuestros momentos juntos, principalmente para no olvidarlos jamás, las horas pasaban mientras te pensaba, mientras analizaba como plasmar tu esencia en una hoja, entonces lo supe... en aquel momento no hacía más que extrañarte y lamentarme, así que escribí todo aquello que sentía, y cuando termine y comencé a leerlo rompí en llanto, porque había conseguido trasmitir en tinta todo aquello que sentía por ti, a aquel texto le llame "Quizá Ella" y no tarde en atesorarlo, pues había plasmado un pedazo de mi alma en aquellas palabras.

Continúe escribiéndote porque mis heridas estaban abiertas y con cada frase que yo escribía buscaba coser y sellar aquella etapa de mi vida, y al final termine por glorificarte y volverte aún más importante de lo que eras antaño, pues ahora eras el motor por el cual yo seguía adelante y por el cual escribía, por el cual continuaba en pie y podía mantenerme estable, pero un día supe que había llegado nuevamente al borde y que ya no podría seguir escribiéndote sin que tú lo supieses, asique tome el primer texto que escribí y lo envié, esperando que lo recibieses y pudieses sentir todas las sensaciones que me atravesaban.

SEPTIEMBRE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora