El Vampiro sonrió cuándo la vio allí parada, desafiante, enfrentándose a él, como si fuera una visión etérea del más allá. Observó detenidamente su adorable figura, envuelta en aquel precioso vestido blanco salpicado de florecitas rojas, que a él tanto le gustaba. Era el mismo vestido que llevaba Sookie la primera vez que la vio en el Fangtasia. Eric sabía perfectamente que la chica recordaba ese detalle y por eso había vuelto a ponérselo esa noche concreta para venir al bar. Era su traje de guerra para vencer en aquella noche tan esperada: la noche en la que "Su Sookie" se había entregado a él por completo, en cuerpo y alma, aunque, la pobre, todavía no fuera consciente de ello.
Parecía un ángel allí parada en mitad de su oficina, con los cabellos rubios y ondulados cayendo sobre sus hombros igual que una cascada de fuego y oro. Permanecía muy erguida, atemorizada, pero orgullosa, temblorosa, pero expectante mientras le retaba con la mirada. La tela estaba manchada con gotas de sangre. Sus pechos deliciosos se movían cada vez más rápido, arriba y abajo, a medida que su respiración se aceleraba más y más. Eric se moría de ganas de arrancarle la ropa y abrazar su cuerpo desnudo. Quería apretar los senos con sus manos. Quería sentir la dureza de los pezones entre los dientes, rasgar la piel exquisitamente suave y dejarse amamantar por ella bebiendo la cálida sangre de su pecho. Podría encontrar la paz y el olvido que había anhelado durante tanto tiempo, reclinado en el pecho de Sookie...dejándose alimentar por su dulzura.
Por supuesto, Eric ya suponía que Sookie iba a desobedecerle. Él conocía a la chica y sabía que no estaba preparada para escuchar una orden de esas características, y obedecerla sin más. Era terca, y era orgullosa. Le costaría trabajo reconocer su deseo de ser sometida, aunque él estaba seguro de que, en el fondo, ella lo anhelaba tanto cómo él.
Había olido la excitación de Sookie cuando le dijo lo que quería qué hiciera. También se había sonrojado un poco, y Eric la amó todavía más por ello. Le encantaba su inocencia fingida. Por supuesto, ella había ocultado su deseo, y había intentado parecer escandalizada, pero Eric conocía el oscuro secreto que escondía su corazón. ¡Oh sí! Eric lo sabía.
Ahora, se vería obligado a castigarla, que era lo que él esperaba desde el principio. Y estaba seguro de que ambos iban a disfrutar del castigo.
De un par de zancadas se acercó a ella y le acarició suavemente la mejilla. Después agarró un mechón de sus cabellos dorados y lo olió.
- Mi querida Sookie- susurró con una sonrisa, tan seductora cómo peligrosa- Has desobedecido una orden muy sencilla y muy clara. Me parece que no has comprendido bien los términos de nuestro...acuerdo.
- ¿De verdad esperabas que me reclinase sobre tu escritorio cómo si fuera una vulgar fulana?- replicó ella. Su corazón latía alocadamente, pero no le tembló la voz.
Sookie era muy, muy valiente. Eric la admiraba por ello. Si no fuera tan valiente, no la amaría tanto. O quizás, lo que le pasaba era que no se tomaba las palabras de Eric totalmente en serio. ¡Oh! Pero el Vampiro se iba a encargar de cambiar esa actitud muy pronto. Su polla se había puesto dura como una barra de hierro pensando en todas las cosas que le haría a Sookie antes de que llegara el amanecer.
Tuvo que esforzarse por poner una expresión seria, ya que su cuerpo estaba bailando de alegría, pero arrugó la frente y le habló severamente:
- ¿Quién te ha dicho que te comportes cómo una fulana? ¿Acaso no te he explicado ya ésta noche, que para mí eres mi compañera y mi esposa?
Sookie asintió lentamente, desconfiada, sin sabe muy bien cómo reaccionar ante sus palabras.
- No quiero que vuelvas a compararte con una puta, ¿me has entendido? - le enseñó los colmillos para enfatizar sus palabras con un gruñido ronco - Independientemente de lo que te pida que hagas, para mí eres mucho más que una fulana, ¿lo entiendes o no?
Sookie dio un respingo cuando él mostró sus largos caninos, pero también notó el enorme bulto que hinchaba los pantalones de Eric. En realidad, no estaba enfadado, ella podía percibirlo a través de la sangre de él, que seguía circulando por sus venas. El Vampiro estaba feliz, y también malditamente excitado.
¿En qué demonios estará pensando? - pensó con suspicacia.
- Sookie, respóndeme - dijo él.
- Está bien Eric. Te he entendido.
- ¿Y por qué no me has obedecido?- preguntó él acercándose más. Estaban tan cerca uno del otro que Sookie casi podía ver su silueta reflejada en los ojos de hielo de Eric. Sintió una inmensa necesidad de besarle.
- Porque me daba vergüenza - respondió - Y porque me parecía humillante.
Entonces Eric se incorporó sobre ella y miró al techo por un momento. Después bajó la mirada y volvió a clavar sus ojos azules en Sookie. Sus bellas cejas rubias se arquearon con frustración. Frunció el ceño en clara señal de disgusto.
- Sookie, yo no quiero humillarte, ni degradarte - explicó - Yo te amo. Nunca he amado a una mujer cómo te amo a ti.
Los ojos de Sookie se llenaron de lágrimas al escucharle.
- Pero yo no soy un hombre. Soy un vampiro. Y necesito que me permitas tomar el control y que te dejes llevar-Eric se había puesto muy serio.
- Por favor, confía en mí - su voz, tan melodiosa, había adquirido un matiz de súplica - No te haré daño. Lo prometo. Y si te lo hago, sólo tienes que decírmelo y pararemos inmediatamente - La besó en la frente con una ternura cautivadora - ¿Estás de acuerdo?
Sookie lo miró y leyó en sus ojos el anhelo que se escondía tras la máscara. Ahora, volvía a parecerse a "Su Eric". Aquel Eric inocente y dulce, y un poco bobo. Le sonrió con timidez. A pesar de que le daba miedo lo que implicaban las palabras del Vampiro, una parte muy traviesa de ella sentía...sentía curiosidad, ¿para qué iba a negarlo?. Y además volvía a notar la humedad que se filtraba entre sus piernas, indicándole una vez más que su cuerpo sabía lo que quería mucho mejor que ella.
Sin más preámbulos, Sookie le echó los brazos al cuello, se apretó contra él y lo besó. Eric, inmediatamente le respondió, abriendo la boca para introducir su lengua entre los labios dulces de la chica. Sookie hizo un ruidito de lo más sensual que salió del fondo de su garganta, y el Vampiro se volvió loco al escucharlo.
En unos segundos, la pasión volvió a encenderse entre ellos, tan ardiente y arrolladora cómo si hubieran pasado meses, y no días desde la última vez que habían hecho el amor. Con un movimiento brusco, Eric le bajó la cremallera del vestido y deslizó los tirantes por sus hombros. Al segundo siguiente, la ropa yacía inerte a sus pies mientras ella, cubierta solamente con la ropa interior, intentaba desabrochar los pantalones de Eric para liberar su polla enorme.
El sujetador, de color crema, siguió el mismo camino que el vestido y entonces Eric pudo acariciarle los pechos desnudos. Se dedicó a provocarla, jugueteando con ellos mientras pellizcaba los pezones rosados hasta ponerlos tan rígidos qué le dolían.
Ella se estremecía con el contacto mientras le acariciaba el miembro a través del pantalón. Por alguna jodida razón, era incapaz de soltar la hebilla del cinturón para liberar su pene. ¡Pues a la mierda! Que se la sacara él solito.
- ¿Estás caliente Sookie? - preguntó Eric de repente.
- ¿Qué? - dijo ella distraída intentando tirar de él y arrastrarlo consigo al sofá.
- Te pregunto que si estás caliente.
- Ummmm, sí - respondió Sookie- ¿Acaso tú no?
Eric se rió.
- Perfecto- susurró - Te tengo cómo quería, caliente y mojada. Ahora, ha llegado el momento de que seas castigada.
Sin una palabra más, y sin darle tiempo a que reaccionara, la sujetó por las caderas, la montó a horcajadas sobre uno de sus anchos hombros sujetándole las piernas para que no pudiera patalear, y con velocidad vampírica la sacó de la oficina rumbo a un destino desconocido. Sookie intentó gritar, pero sus protestas apenas fueron audibles, ya que su pecho y su cabeza colgaban boca abajo. Lo único que podía mover con libertad eran los brazos, así que apretó los puños y golpeó con toda la fuerza de la que fue capaz, la amplia espalda de Eric. Por supuesto, no le sirvió de nada.
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El verdadero peligro / True Blood
VampireBien, ésta historia habla del momento, posterior a la Guerra de las Brujas, en que la sangre de Bill desaparece del organismo de Sookie, y ella puede decidir por fin quién es el Vampiro del que está enamorada. Va al Fangtasia a reencontrarse con Eri...