Capitulo 14

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Eric sintió su preocupación a través del vínculo, y la apretó contra su corazón. Ésta vez no la llevaba a horcajadas sobre sus hombros cómo si fuera un trofeo de caza, sino que la transportaba en brazos cuidadosamente, igual que si fuera una novia en su noche de bodas, mientras ella se acurrucaba junto a su pecho y apoyaba suavemente la cabeza contra él, aspirando el aroma de sus cabellos rubios.

A ratos, Sookie temblaba, no sabía si de frío, ya que estaba completamente desnuda, a no ser por los lindos zapatitos blancos que aún llevaba puestos, o de miedo, ya que no tenía ni idea de los planes del Vikingo para pasar el resto de la noche.

Él todavía no había encontrado su propio placer, y Sookie sabía que Eric era muy, muy resistente. Pudo comprobarlo aquellos días que pasaron juntos en su casa, aunque en todos sus encuentros íntimos se comportó como un perfecto caballero.

Fue un amante muy dulce, muy lento y muy tierno. Nada que ver con la cópula bestial que sus ojos indiscretos pudieron contemplar en aquel Sótano repugnante.

Sin embargo ahora...éste Eric era muy diferente. Sookie pensaba en su interior que el sexo no había hecho más que empezar, y probablemente tendría que estar preparada para lo peor. Y, si era sincera consigo misma, en el fondo lo deseaba.

Su castigo no había sido más que el comienzo de un camino tortuoso de placer extremo y brutal, estaba segura...

El Vampiro no podía leer la mente de Sookie, ya que el poder del vínculo no llegaba a tanto, pero sí podía percibir su inquietud y las rápidas miradas que echaba fugazmente a su alrededor. El Sótano le daba miedo.

El hedor de las lágrimas y del dolor que allí habían sufrido muchas de sus víctimas, seguía impregnando el aire con su aroma inconfundible de muerte y putrefacción. Era como un perfume sutil y terrible que invadía cada rincón de aquella estancia, y que se negaba a desvanecerse, a pesar de que hacía mucho tiempo que nadie había sido torturado allí. Eric era inmune a ese perfume maligno, pero "Su Sookie" no.

Le dio un beso en la frente para tranquilizarla. Sabía exactamente lo que estaba pensando, y la respuesta era NO. Aquel sitio no era para Sookie.

Pensaba someterla a todo tipo de vejaciones y prácticas sexuales poco ortodoxas...pero, desde luego, antes de follarla en el Sótano, lo haría limpiar y desinfectar. No quería que su preciosa niña pillara una infección o se muriera de frío en aquella mazmorra de piedra.

En realidad, Eric había utilizado aquel lugar como calabozo, desde mucho antes que se hiciera pública la Gran Revelación, ya que el lugar le pertenecía desde principios del siglo pasado, cuando se construyó aquella parte de la ciudad.

Durante decenas de años, lo usó para torturar prisioneros, ya fueran Vampiros o humanos, que le hubieran hecho enfadar por cualquier motivo. De todos era sabido que el Vikingo podía llegar a ser muy cruel, y que gozaba de practicar placeres oscuros y sádicos con aquellos tan idiotas cómo para contrariarle.

Aunque a él le gustaba pensar que también era justo. Eric no castigaba sin motivo, pero cuando tenía que hacerlo, no conocía la piedad. Por eso su nombre era respetado y temido en todos los confines del mundo. Eric Northman se hizo famoso entre los suyos, hacía ya muchos siglos: primero en la Vieja Europa, y después en el Nuevo Mundo.

Más tarde, cuando la Autoridad Vampírica aprobó la integración, Eric tomó la decisión de convocar a Pam a su lado y mandó construir el bar en el piso de arriba.

El Sótano se quedó para ser utilizado sólo en ocasiones excepcionales, cómo cuando encerró a varios traficantes de Zumo V, y los interrogó para intentar encontrar a su amado Godric.

Lafayette lo pasó muy mal aquellas dos semanas, sin embargo, el trato al que fue sometido no había sido nada, nada...en comparación con las prácticas sadomasoquistas que Eric conocía y dominaba a la perfección. Después de todo, Lafayette tuvo suerte...Eric se había vuelto blando con el paso de los siglos, o tal vez fue su amistad con Sookie la que le salvó la vida en realidad.

El Vampiro, todavía seguía guardando en el Sótano, variados mecanismos de tortura. Pero estaban ocultos bajo llave y, por fortuna, Sookie no podría verlos, a no ser que tuviera que castigarla más en serio. Esperaba que no fuera necesario.

Eric conocía muchas técnicas de tortura. No en vano, él ya existía en los tiempos de la Inquisición. La Santa Madre Iglesia, en su "infinita sabiduría", le enseñó muchos trucos refinados para causar dolor, algunos de los cuales eran tan retorcidos, que hasta el mismísimo Conde Drácula se habría estremecido.

Pero, en su justa medida, el dolor podía llegar a causar un placer delicioso. Eric lo sabía muy bien, y pronto, Sookie también lo sabría.

En ocasiones, utilizaba la mazmorra como sala de juegos sexuales. No solía hacerlo a menudo, porque prefería llevar a las Colmilleras a su Oficina para alimentarse y jugar un rato con ellas. Sólo cuando encontraba alguna mujer especialmente ruin y detestable, elegía bajarla al Sótano para degradarla mientras gozaba de ella.

Así lo hizo con aquella maldita Yvetta. Pudo percibir su ambición y su falta de escrúpulos desde la primera vez que entró por la puerta meneando el culo, pero era lo suficientemente hermosa cómo para recibir las atenciones de su pene. Aunque Eric procuró demostrarle en todo momento que para él no era más que una simple perra en celo.

Disfrutó insultándola mientras la follaba, dándole cachetes en las nalgas y enculándola sin ningún tipo de preparación, mientras ella aullaba de dolor, pero también de gozo.

Después, decidió atarla para que Yvetta no pudiera tocarlo, ya que su roce le causaba una profunda repugnancia, y en esas estaba cuando había aparecido Sookie...

La presencia de Sookie le molestó, porque no quería que ella viera esa faceta de él. Le hizo sentirse sucio y no le gustó nada esa sensación. Sus sentimientos por Sookie ya eran muy confusos en aquella época y, aunque disimuló su rabia con una falsa apariencia de coqueteo y chulería, la expresión de asco y decepción de la chica se clavó dentro de él cómo un puñado de dardos afilados que le desgarraran las entrañas. Esa dolencia tan fuerte y desconocida, lo había irritado profundamente ¡maldita sea!

Sookie nunca debió verle follando en el Sótano. No estaba preparada y él no quería asustarla.

El verdadero peligro / True BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora