Capítulo 23

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Escucho lejanas voces a mí alrededor. Mis ojos me pesan toneladas, pero aún así intento hacer el esfuerzo de abrirlos. Lo veo todo borroso y varias personas están cerca de donde estoy.

Y con la voz ronca, pregunto:

-¿Dónde estoy?

Tres pares de ojos se giran a observarme. Alguien se acerca rápidamente y me dice:

- ¡Dios hija, menos mal que despertaste!

- ¿Dónde estoy?- repito de nuevo

El silencio reina en la habitación durante unos segundos, hasta que mi madre contesta a mí pregunta

- En el hospital. Te trajeron ayer por la noche - dice en un susurro

- ¿Que me pasó?

- De camino a casa, un coche te atropelló cuando cruzaste el paso de cebra - dice reprimiendo las ganas que tiene de llorar

Mi vista empieza mejorar y ya puedo distinguir la cara de las personas.

Nadie dice nada. Quiero pregunta un montón de cosas pero mi cabeza no puede pensar con claridad

- Voy a avisar a la enfermera de que has despertado

Asiento y al incorporarme siento un pequeño dolor en la parte baja de mi espalda

- Lo siento - musita Bruno acercándose a la camilla

- Tú no tienes la culpa

- Sí la tengo, debí haberte acompañado a tu casa

- Yo te dije que no varías veces, solo respetaste mi petición - digo recordado, cuando anoche me insistía en acompañarme

- ¿Como te encuentras? - pregunta la enfermera entrando a la habitación

- Me duele la parte baja de la espalda, pero por lo demás todo bien

- ¿Y la pierna? - dice observándola

Cuando la miró, veo que la tengo envuelta en una escayola. Estaba tan perdida que no me había dado cuenta de mi pierna escayolada

- No me duele, ni siquiera me había dado cuenta de que la tenía

- Tienes una rotura en el tobillo. Menos mal que el coche solo te rozo, si no. Las consecuencias hubiesen sido muy graves. Respecto a la espalda, solo debes mantener reposo y no andar mucho. Ahora después te recetaré unos antibióticos

- ¿Cuando podrá irse? - pregunta mi madre

- Dentro de unas horas, antes debemos hacerle antes unas revisiones. Vendré dentro de unos minutos - dice la enfermera antes de irse

- Voy a llamar a Pilar para que encargué unas muletas

- No hace falta señora, yo tengo unas en casa de cuando me caí patinando - interviene Zaida por primera vez

- Oh no hace falta de verdad - dice mi madre

- No es ninguna molestia, nadie en mi casa las utiliza

- Muchas gracias - respondemos mi madre y yo al unísono

- De nada - dice sonriendo

- Marco vendrá a verte ahora - dice Bruno

- ¿Ha venido?

- Sí, pero mientras estabas dormida ha ido a ver a un amigo suyo que tiene a su abuela aquí

- Chicos debéis salir. Tengo que empezar con las pruebas - dice la enfermera entrando a la habitación

Zaida me abraza y me susurra que me esperara afuera y por último Bruno se acerca y me deja un pequeño beso cerca de la comisura de mis labios.

Algo extraño [COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora