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Hola, disculpen la demora pero heme aquí actualizando la historia. Espero poder terminarla en esta semana. 

No creas que se me ha olvidado @CeciliaGallegosMedel   y aunque es algo tarde, espero hayas pasado un muy buen cumpleaños, felicidades y que Dios te bendiga.

Capítulo 11

Varias explosiones de armas sacudieron a la vez la diminuta estancia, dejando sorda a la joven. Todo se llenó de humo y el fuerte olor a pólvora le quemó las fosas nasales. Se quedó paralizada, con el revólver aferrado en la mano y el cañón sobresaliendo de los restos de su bolsillo, quemado y hecho jirones. Peeta apareció de pronto ante ella, a pesar de que Katniss no recordaba haberlo visto entrar. Alguien gritaba.

Peeta también gritaba mientras le golpeaba en la pierna y la cadera, pero la joven no sabía qué decía debido al zumbido que llenaba sus oídos. Empezó a sollozar intentando apartarlo de ella y entonces se dio cuenta de que su falda estaba en llamas.

De golpe, la realidad volvió a imponerse en su confusa mente.

Después de sofocar el fuego de su falda, Peeta atravesó la habitación para alejar el revólver de la mano estirada de Trahern con una patada, y los gritos se convirtieron en quejidos. Katniss consiguió dar unos pasos con piernas temblorosas y al ver al cazarrecompensas encogido en el suelo, se quedó inmóvil de nuevo.

La sangre empapaba su bajo vientre, tiñendo su camisa y sus pantalones de negro en las oscuras profundidades de la cabaña. Formó un charco a su alrededor y por debajo de su cuerpo, filtrándose a través de las grietas del suelo. Tenía los ojos abiertos y su rostro estaba totalmente pálido.

—¿Por qué no me has disparado? —le preguntó Peeta a Trahern con aspereza, al tiempo que se agachaba sobre una rodilla junto a él. Sabía que le había ofrecido la oportunidad perfecta cuando le dio la espalda para apagar las llamas que habían prendido la falda de Katniss. Pero nada más pareció importar, excepto llegar hasta ella antes de que el fuego se extendiera.

—¿Para qué? —respondió Trahern con voz ronca—. No voy a poder ir a recoger el dinero. Al diablo con él.

Volvió a gemir y continuó hablando.

—Maldita sea. No se me ocurrió en ningún momento comprobar si ella estaba armada.

El horror invadió a Katniss. Había disparado a un hombre. Había oído varios disparos, pero, de alguna forma, supo que Trahern ya estaba cayendo incluso antes de que Peeta atravesara la puerta. Ni siquiera sabía cómo había logrado levantar el percutor, sin embargo, la bala había dado en el blanco y Trahern estaba en el suelo desangrándose.

De pronto, recuperó la movilidad y se dio la vuelta para coger su maletín, arrastrándolo por el suelo hacia el cazarrecompensas.

—Tengo que detener la hemorragia —dijo desesperadamente mientras se arrodillaba junto a Peeta.

Al ver de cerca la horrible herida de Trahern, Katniss no pudo evitar estremecerse. El disparo le había alcanzado el intestino y sus conocimientos médicos le dijeron que era hombre muerto, aunque su instinto le gritaba que hiciera algo para ayudarle.

Llena de angustia, alargó las manos hacia él.

—No —se opuso Peeta, sujetándola con fuerza. Estaba convencido de que ni siquiera el tacto curativo de Katniss podría funcionar con una herida de tal magnitud—. Ya no puedes hacer nada por él, cariño. —Sus ojos azules tenían una dura expresión.

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora