Capitulo - 90

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Tres meses después.

Jimin miraba con atención el cachorro durmiendo en la cuna. Sus ojos azules no se apartaban del pequeño cuerpo del bebé, viendo cada detalle, cada movimiento que hacía su pequeño pecho a la hora de respirar. Estaba bien abrigado y con su manita sobre su boca. Las manos del alfa estaban entrelazadas a la altura de su boca, una línea recta dibujada a lo largo de sus labios carnosos. Todo estaba en silencio, sólo eran él y su hijo.

Era hermoso, era simplemente perfecto. Jungkook le había dado a su hijo perfecto y si ponían mucha atención, se parecía al castaño.

Suspiró pesadamente mientras se ponía de pie. Park estaba con uno de sus trajes, esperando que Magdalin trajera de vuelta el biberón con la leche para despertarlo y darle de comer. Sus dedos fueron a dar a la mejilla del pequeño, inhalando su aroma a perfume que le había puesto unos momentos atrás después de haberlo bañado y vestido.

Apenas eran las cuatro de la tarde y se supone que debería estar trabajando, pero no, su alfa le había implorado regresar a casa para poder cuidar de su pequeño, se resistió todo el día, hasta que no pudo más y le informó a sus padres.

Sus padres, ellos estaban tan emocionados. Habían acogido al pequeño como si fuera de ellos. Abuelos al fin, iban a consentir en todo a su nieto. Sun Hee siempre llegaba en las noches a cuidarlo, Chung Hee jugaba con él sacándole carcajadas y poniendo un poco celoso a Jimin pero nada fuera de lo normal. Más allá de eso, terminaron aceptando el descuido de su hijo y le heredaron la empresa desde aquel día, donde Jungkook tuvo la cesárea.

Ver a su hijo le recordaba toda la adrenalina que pasó hace tres meses. Como su corazón se había dado el lujo de correr, quebrarse, detenerse, estirarse hasta doler. Había valido la pena, porque ya estaba con ellos. Recuerda las horas que lloró sentado afuera en la sala de espera del hospital, cuando un doctor salió y habló con él, abrazándolo en señal de apoyo y acompañándolo dentro de la sala de operaciones porque no podía ni caminar bien.

Cuando le entregó el cuerpo del cachorrito en sus brazos y vio a su omega en el peor estado del mundo. Inmóvil y conectado a una máquina. Permaneciendo a su lado sin importar qué.

-Llevas al menos una hora viéndolo. -y esa voz lo trajo de vuelta a la vida. Miró con una sonrisa de felicidad pura a Jungkook en el marco de la puerta.

Cargó a su hijo entre brazos antes de caminar hacia el amor de su vida y entregárselo en señal de amor. Como un pequeño lobo buscando el calor de su alma gemela. Jimin no tardó en abrazarlos los dos con sus tatuados brazos. Besando los labios del castaño y acariciando la cabeza de su cachorro.

¿Qué? ¿Olvidé decir que los omegas mueren unos segundos siempre que dan a luz? Pues sí, Jungkook tenía embarazo de alto riesgo, por lo que su muerte fue más prolongada a un minuto sin vida mientras le aplicaban la cesárea. Normalmente mueren como mecanismo de defensa, en pocas palabras el cerebro manda la orden al cuerpo para desconectar todas sus funciones por pequeños lapsos de tiempo, hasta que vuelve a reactivar todo y seguir con el proceso de curación, reparando los tejidos dañados, claro que con algo de ayuda de los doctores. Vivió y eso no podía hacerlo más feliz. Se lo había prometido a su alfa muchas veces, nunca se iría de su lado, jamás lo dejaría.

Rompieron el beso y juntaron sus frentes para poder ver al pequeño entre sus brazos. Lo habían llamado Jung. Park Jung. Jimin simplemente saboreaba el nombre con todas las ganas del mundo. Jungkook suspiró y miró con ese brillo en sus ojos, el que había recobrado hace tiempo cuando se mejoró de la cuarentena y pudo seguir con su vida normal. Cuidando junto al alfa a su cachorrito, viendo como Jimin se levantaba para cantarle en la madrugada hasta dormirlo. Un periodo hermoso que estaban viviendo juntos, como habían prometido.

Don't You Hurt Me Jikook (Adap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora