1. Don't cry in front of me.

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Había una extraña sensación en su interior, una que no había sentido en ninguna ocasión, se sentía miserable por no comprenderlo y por ser la primera vez, se maldecía en voz baja y es que DeathMask (Ángelo), había sentido de todo... de todo menos compasión o empatía.

Y ahora estaba sentado en la puerta de la cuarta casa tratando de deshacerse de ese sentimiento que oprimía su corazón, pero no podía, al parecer su mente no colaboraba con él y cada vez que quería olvidar, lo único que conseguía era recordar esos ojos, ese cabello, esas finas facciones, pero sobre todo, esas gotas que caían por sus suaves mejillas; se levantó maldiciendo su suerte y salió con dirección a la penúltima casa, de seguro Camus le podría dar respuesta.

Alguna vez pensó que las escaleras del santuario eran un completa tortura, pero ahora le parecían infinitas, sobre todo porque había una notable distancia entre la cuarta y la penúltima casa, aún con la molestia en su ser subió, subió y subió, soltando palabrotas por lo bajo, en cuanto llegó a su destino escuchó un par de ¿risas?, si, risas, frunció el ceño, se le hizo raro que Camus riera, sin importancia siguió ascendiendo por las escaleras que le faltaban para poder entrar, en ese momento salió un alegre Shura quien paró en seco ante la presencia de su amigo.

— Death, amigo, ¿Que te trae por aquí?— preguntó Shura notando en la mirada del otro una confusión extraña.

— un asunto importante con Camus. — respondió

— no te entretengo más, suerte. — se despidió el guardián de la décima casa.

Después de despedirse, Death se paró frente a su destino, Camus salió al sentir su presencia y le invito a pasar.

Camus escuchó atentamente lo que el guardián de la cuarta casa tenía que decirle, se le hizo extraño que alguien como el sintiera ese tipo de cosas, lo había visto en combate y valla que era impresionante como su expresión se transforma en una llena de maldad y burla hacía sus enemigos, pero ahora era distinto, sobre todo porque Camus sabía la otra parte de la historia, sin darle muchas vueltas el guardián de la penúltima casa trató de ser claro en su respuesta y valla que lo fue pues DeathMask salió maldiciendo a todos y queriendo desaparecer a medio santuario junto a sus, ahora, sentimientos, y como un rayo llegó hasta su respectiva casa.

Se adentró en su templo y comenzó a susurrar un "no", sabia a la perfección que ese sentimiento no tendría que tener cabida en su interior, pero no podía sacarlo de ahí, solo había una cosa que hacer y tomaría la propuesta de Camus, pero ahora necesitaba descansar y armar un plan que resultara como él quería.

Luego de dar un par de vueltas en su habitación salió en busca del guerrero de la belleza que brilla entre el cielo y la tierra, si Camus decía la verdad, había que comprobarlo ¿no?, para su suerte y su desgracia Dita pasó como rayo a su lado, con las manos en la cara, como ocultándola, esto lo sorprendió y salió tras él, de verdad esas escaleras lo mataban, pero ahora había algo más importante como para preocuparse de la tortura que se estaban llevando sus piernas, Dita entró en la última casa seguido por DeathMask quien lo tomo de un brazo haciendo que el de cabellos celestes girara bruscamente.

Y ahí estaba de nuevo esa imagen que odiaba ver, sus ojos enrojecidos por las lágrimas, su mirada triste y esos labios, esos malditos labios, entreabiertos, soltando jadeos de dolor, no se contuvo, esta vez mandaría al carajo su orgullo, abrazo a Dita de manera protectora causando en el contrario sorpresa, pero no lo alejó, más bien se aferró a Death como si el mundo se acabara a su alrededor y se soltó en un mar de llanto, para Death, eso hacía que su corazón se estrujara y su alma se sintiese herida, sin hacerle caso a su sádica conciencia, siguió abrazando al último guardián.

Y se perdió, se hundió en esa mirada celeste, se ahogó entre esos finos cabellos claros, sus brazos lo rodearon aún más tratando de consolarlo; los sollozos pararon y él último guardián se separó del otro, dispuesto a irse, no quería dar explicaciones sobre lo que le había pasado, dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección a su habitación, pero no pudo, una mano le detenía, volvió su mirada hacia atrás.

— ¿Qué pasó? — dijo Death casi en un susurro.

Dita se sorprendió, ¿Desde cuándo a Death le importaban los demás?, negó con la cabeza, su día había sido una completa desgracia como para que dejara que el cuarto guardián se burlara de él.

— ¡DIME QUE PASÓ!— volvió a decir Death, le dolía verlo de esa manera, aunque no lo aceptara.

Volvió a negar, estaba harto de las ofensas y las burlas, había pensado muchas veces en escapar del santuario pero ¿Que no eso era de cobardes? Y él no era uno, entonces comenzó a ignorar lo que decían de él, pero al parecer los demás intensificaban sus palabras y ese día no aguanto más.

— ¡MALDICIÓN, AFRODITA! — Death estaba perdiendo la paciencia, pero no lo demostró, — Maldita sea, odio verte así, no me gusta verte llorar, no me gusta verte sufrir, compréndelo, maldita sea.

Abrió sus ojos sorprendido, ¿Había escuchado bien?, las lágrimas volvieron a salir de sus claros ojos, sin pensarlo dos veces Death comenzó a limpiar las gotas amargas de esas suaves y sonrojadas mejillas, cuando logró calmarse le dijo todo cuanto había pasado, el rostro de Death cambió por completo, su enojo era notorio.

— Déjalos, no vale la pena.

— No, van a pagar, en cuanto a ti.— tomó las manos de Dita entre las suyas.— no vuelvas a llorar enfrente de mí, si lo haces, desapareceré a todo el santuario, desde ahora voy a cuidar de ti.

Dita se limitó a sonreír, eso le había sorprendido y como agradecimiento le invito esa noche al bar de Rodorio.

Camus tenía razón, lo que se siente hay que comprobarlo y aceptarlo, aunque el orgullo no te deje, aunque parezca una tortura, aunque no se haya experimentado, para todo hay una primera vez ¿No?, en cuanto a la otra parte de la historia, ese es asunto que solo Camus sabe y quizá siga guardado en su memoria.

Dan R

Between you and meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora