28: Haciendo algo ridículo.

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Podría parecer lo mas simple del mundo pero en realidad era más difícil de lo que se veia, una batalla para ver quien de los dos se embriagaba más rápido, era definitivamente algo ridículo, pero ahí estaban, ambos muchachos sentados uno frente al otro.

El cuarto guardián del zodiaco contra el doceavo, una batalla por la resistencia, una lucha a muerte, no era una guerra de mil dias pero era igual de fiera que una de ellas, los tarros iban y venian, aquel líquido pasaba con rapidez por sus gargantas, ninguno daba tregua, Mu llevaba la cuenta de Afrodita mientras Shura la de Death Mask.

— Afrodita, 15.

— Death Mask 16.

El de cáncer estaba ya comenzando a teñir sus mejillas de rojo y a marearse por los efectos del alcohol en la bebida mientras el de piscis apenas y sentía cambios en su cuerpo, en ese instante le daba gracias a su diosa por ser el guardián de la último casa zodiacal, aquel que tenía una sangre lo suficientemente fuerte para soportar el veneno de las rodas de su jardín y eso también le hacia un poco inmune a los efectos de la cerveza.

Maldecia eo momento en el que se atrevió a retar a su compañero de piscis, ¿Ganarle? Podría ganarle a cualquiera de sus compañeros, a Mu, a Shaka, a Milo, incluso a Dohko, pero no a él, no a Afrodita, pero era todo menos un cobarde, seguramente debió pensar muy bien en lo ridículo que podía ser esa apuesta, desde que eligió a su oponente supo que había perdido pero en un afán de demostrar lo contrario ahora se encontraba en el bar de rodorio sin conciencia, solo oyendo como los demás caballeros dorados reconocían a piscis cono el vencedor.

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A la mañana siguiente despertó con una horrible resaca que le impidió moverse de su cama, había decidido entonces quedarse ahí pero para su desgracia alguien entró, su sonrisa se lo decía todo, era patético haber aceptado el reto pero lo hecho, hecho está.

— ¿Como te sientes, Death? — preguntó inocente.

— después del ridículo de ayer y de tu victoria, no sé, deberías responder por tu cuenta.

— no te enfades, traje para ti una pastilla para el dolor de cabeza.

No dijo nada, simplemente se tomó aquella pastilla y volvió a cubrirse con la sabana para poder dormir un poco, definitivamente iba a pensar dos veces a la próxima, Afrodita negó con la cabeza y salió del cuarto templo rumbo al coliseo para seguir entrenando.

Dan R

Between you and meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora