Capítulo 2

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Cuando estoy en la puerta me vuelvo hacia Edee y le doy un silenciosos adiós, él levanta ambos pulgares y sonríe exageradamente. Me agrada, que bueno que sea mi amigo, de esos en los que uno puede confiar.

Lo primero que siento al entrar es la fría y examinadora mirada del psicólogo. No lo veo desde que tenía diez, pero sigue siendo igual de atemorizante. Sus ojos azules siguen mi trayectoria, cada pequeño movimiento es observado hasta que me siento en la incómoda silla frente a él, su cabello negro y entre canoso se menea cuando se inclina para darme la mano. Es fría como el metal del arca en la madrugada.

—Bienvenido, Aleck — su voz es bastante grave. Meneo la cabeza asintiendo, con la boca seca — ¿cómo estás? —pregunta en un mero afán por romper la tensión mientras juguetea con los papeles manchados de tinta.

—Bien— no tengo más que decir así que me limito a observar el consultorio que es solo un poco más grande que mi dormitorio, las paredes están oxidadas, hay una pequeña ventana por donde entra un aire cálido y con olor a seco, la pintura verde claro se desprende por partes, formando manchas irregulares con formas extrañas.

—ya conoces el ejercicio Aleck, ¿lo recuerdas? — no me muevo —¿cuándo eras pequeño?

— Sí, sí. Lo recuerdo — froto mis palmas sudorosas en el mono. El psicólogo me ve nervioso y sonríe tratando de tranquilizarme, su sonrisa es aún más terrorífica, como cuando peleas con alguien a muerte y pierdes, y lo último que vez antes de morir es esa sonrisa diabólica de victoria.

—Vamos a empezar, ¿bien? — Trato de eliminar los pensamientos macabros que se acumulan por todas partes, mientras él saca uno de los cartones — me vas a decir lo primero que veas en él, depende del resultado te haré un pequeño grupo de preguntas relacionadas para estar más seguros — asiento, él voltea el cartón para que vea la tinta, pero no veo nada, parpadeo un par de veces y lo único que veo es una mancha irregular y sin sentido. Observo bien y tal vez logro ver una máscara, si, es una máscara que oculta un rostro.

— Es una niña — miento. El hombre parece imperturbable. Aprieto los ojos con miedo y respiro, no debería jugar con esto, me estoy jugando mi futuro . Cuando los abro decido que sea lo que sea que vaya a pasar, voy a decir la verdad, Grace tiene razón, nací para el herbario, ¿qué habría de temer?

— ¿Y este? — cambia el cartón por otro. Esta tiene color y si veo algo medianamente claro.

—Dos hombres que están subidos sobre otros hombres, como a caballo, parece que se despides o así—El psicólogo se remueve en la silla y saca uno un poco más grande —Dos hombres que hablan, o se esconden — saca la siguiente.

—¿Qué ves aquí, Aleck?

—Es como un monstruo, que está a punto de atacar —la siguiente es de un color similar —Es como una mariposa —él sonríe levemente mientras cambia a la siguiente —Es ...— me pongo un poco rojo, de seguro —en la parte de arriba parece un... pene —cambia a la siguiente, gracias a dios —Dos mujeres que hablan, o pelean —la siguiente está llena de color —hay dos lagartijas a los costados que trepan tratando de esconderse o huir —no sé por qué esa respuesta me hace sentir vulnerable.

—¿Qué ves en esta? —también es colorida.

—Arriba hay dos animales, en medio parece un perro y en la parte de abajo... son flores —¡Flores! Me alegra al fin ver flores o algo por el estilo.

—La última, Aleck, dime qué ves —me remuevo en el asiento, esta sí que tiene muchos colores.

— Son como animales del fondo del océano.

La Última GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora