Capitulo 4

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Pasillos, pasillos, comedor, sala común, escaleras. Cuando cierro la puerta de mi cuarto estoy tan agitado que me tumbo en el suelo y recuesto la espalda en ella. No me molesto es cubrir a rosa en mi afán de desaparecer antes de que el hombre regresara, pero por suerte cuando pasé por el comedor parecía una rosa normal. Respiro bocanadas de aire un par de minutos hasta que mi ritmo cardíaco se normaliza. ¿de qué hablaba Grace? ¿por qué Emma ya no es segura?, ella nunca me había dicho mi niño. Cuando comiencen a suceder cosas malas ignóralas, has como los demás, ¿cómo se supone que voy a interpretar eso? Haz como los demás. Sacudo la cabeza para eliminar la migraña que me acecha. ]Entonces eso haré, actuaré como los demás si eso es lo que me conviene. Cierro los ojos con fuerza mientras recuerdo los suyos; dos pozos negros perdidos en la oscuridad, en el miedo, un miedo tan profundo y contagioso que hace que se me acelere de nuevo el corazón, sea lo que sea que esté sucediendo, esa mujer de allá afuera no era Grace, no mi Grace: era una Grace poseída, atormentada, oscura.

Es un genocidio. Sus palabras resuenan en mi cabeza. Ni siquiera le importó que yo tuviera que mudarme, solo me dijo: será lo mejor. No, esa no era Grace. Miro a rosa que agita sus hojitas tan tierna, tan inocente, tan rara. desaste de la rosa, córtala o lánzala por la escotilla. Que nunca la vean.

Me pongo de pie, agarro la maceta y la pongo sobre la mesita, abro un cajón y saco unas tijeras que robé hace tiempo, están oxidadas y el color verde se ha desteñido, pero servirán. Levanto la mirada y me encuentro con ella, con sus hermosos pétalos y su profunda boca, ¿qué le había dicho Edee? Prométeme que cuidarás a Jack Frost por mi cuando yo no esté.

—Creo que no vas a cumplir tu promesa— le susurro mientras ubico las tijeras en la base de su tallo. No temas, Aleck, me digo, todo acabará en un segundo. La rosa se estira, recuesta el capullo en mi pecho y sus hojitas tratan de abarcar mi estómago. Me abraza. ¿acaso todo tiene que ser siempre tan complicado? Jina tenía razón, me encariño demasiado rápido, y no importa si es una rosa carnívora que conozco hace un par de horas, es demasiado inocente. Ella no tiene la culpa de existir, existe aquí y ahora, y yo no lo voy a cambiar.

No he almorzado ni cenado, y estoy demasiado cansado para salir a buscar algo, así que tomo una de las bolsas de palomitas del suelo, apago la luz, me recuesto, y mientras mastico trato en vano, como todas las noches, de recordar.

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: La noche esta estrellada y tiritan, azules, los astros a lo lejos. El viento de la noche gira en el cielo y canta.

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Cuando despierto tengo tanta hambre que el dolor en mi estomago es casi insoportable, sube por la garganta y me produce náuseas. Me siento en la cama y apoyo los codos en las rodillas mientras acuno la cabeza en las manos. Mi última noche en Emma no fue para nada agradable: pesadillas en las que Grace moría, me gritaba que corriera mientras borbotones de sangre le escurrían por la boca.

Sacudo la cabeza y me pongo de pie, me organizo el mono y antes de tomar la maceta de rosa veo que apenas son las cinco treinta de la mañana. El pasillo está vacío como todas las mañanas, y con rosa me cuesta un par de minutos más trepar hasta la escotilla. Marian exagera un poco, para ella, que tiene diez años, soy demasiado alto, pero en realidad no creo superar el metro con setenta y cinco, pero la gente de aquí arriba no es demasiado alta y para ella no es muy difícil sentarse a comparar. De todas formas, me cuesta un poco subir. El aire es espeso, el sol comienza a despuntar y arrasa el frío nocturno del desierto con su aparición. El efímero amanecer explota en lo profundo de las montañas, lanzando destellos que parecen acariciar, aunque sea por un segundo, la tierra herida de este marchito planeta. Me siento en el metal frío como todas las mañanas y pongo la maceta con rosa junto a mí. Después de un rato el sol ya es insoportable, entonces me obligo a entrar de nuevo. Rosa resulta ser una excelente cazadora, comiéndose todos los insectos que tratan de acercarse. Mientras la veo no dejo de imaginarme a una serpiente atacando. Cuando regreso a mi habitación son casi las siete, entonces me pongo a organizar las cosas que tendré que llevar a Capricornio. Vaceo la bolsa que me dieron ayer en la selección y me pongo a meter mis pocas pertenencias: Las calcomanías de mi padre, el reloj, un par de pantalones y camisas, mi cepillo de dientes, un pequeño frasco con perfume que hice hace unos meses con Grace y por último el uniforme que venía en la bolsa. Sobra demasiado espacio. La bolsa está flácida y uniforme.

La Última GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora