9| Diferentes lados del espejo

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 — A I X A —

   Metálico

    Ese era el gusto que lograba saborear dentro de mi boca. Sangre metálica y ligeramente salada que, tras unos segundos, se tornaba amarga y totalmente repulsiva. Se escurría por mi cuerpo, desde el cabello hasta la punta de los pies, volviendo todo pegajoso a su paso. 

El agua llegaba al suelo ya teñida de rojo, mezclada, a su vez, con gotas de la misma sangre pero color dorada. Era algo imposible de creer, no solo desde lo racional, sino también desde lo científico. Quedaba claro. Era diferente, y todos sabían eso, pero la verdadera pregunta era: ¿Por qué? 

Ahora, tenía un metafórico cartel sobre la frente del que todos podían leer: "Aixa, el bicho raro" . Pero ni siquiera estaba segura de eso. Yo, Maxine, esos sueños, todo era tan jodidamente confuso.

Pero no podía pensar en eso en aquel instante. 

Ni en la fiebre, ni en Costia, y tampoco en Thomas.

Primero, necesitaba saber que todo a mi alrededor era real, que no iba a desaparecer de repente y, que tampoco volvería a despertar en esa enfermeria. Ya no podría soportarlo. La idea de cables, azulejos blancos, y ese solitario encierro sería el causante de mis futuras pesadillas, eso era seguro. Y no solo mías, sino también de un castaño amigo.

—Mierda. — logré mascullar al notar que si pellizcaba mi brazo el dolor no era solo superficial.

Tonta, tonta Aixa.

El frío en mis pies al recorrer aquellos pasillos también se sentía real, al igual que las agujas y las personas, al igual que todo. Sensaciones que no podría borrar.  Quizás seguía soñando en ese mismo instante y aún no me enteraba. La pregunta era ¿hasta cuándo? 

Tres golpes en seco, para ser exactos, sonaron sobre la madera de la puerta, logrando sacarme de mi trance. Sabía quién estaba al otro lado. Antes de que pudiera responder, la puerta chilló al abrirse y, aún con la cortina plástica y varios metros entre ambos, logro ver mediante las sombras la cabellera rizada de Chuck asomarse por la apertura. 

—Aixa, soy yo, Chuck. — se anunció.

Una sonrisa dibujó mi rostro.

—Lo sé, — admito—has sido tú las últimas cinco veces, Chuck.

—Si, bueno — una risa nerviosa e infantil sonó por sobre el barullo del agua —. Newt pregunta si estás bien y si la sangre de tu nariz ha disminuido; él parece bastante nervioso con este asunto de la fiebre.

—Dile que sigo igual de bien que hace 5 minutos. Y si, mi nariz está bien, gracias.

No mientas, nada está bien. la voz de mi inconsciente burló.

—Oh, bueno. — su pausa antes de continuar me resultó graciosa porque sabía lo que pasaría a continuación—. Y también quería saber si tú...

—Sí, almorzaré con ustedes. — su sombra se mueve en un asentimiento rápido — Pero para eso necesito terminar de ducharme, y no puedo hacerlo si entras cada cinco minutos haciendo las mismas tres preguntas.

—Está bien, lo siento.

—Dile, por favor, que si tiene más preguntas la próxima vez, sea él quién venga. 

—De acuerdo. dijo soltando una pequeña risita.

—Gracias, Chucky.

De inmediato sonó la puerta cerrarse a la par que la sombra desaparecía.

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2021 ⏰

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