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Nota: Exceso de TouKen, solo no me tiren la chancla xd.

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Otro largo tiempo había pasado en la vida de Ken, pero ahora ya no era Kaneki, mucho menos Haise. Ahora que había recuperado todos sus recuerdos y las verdades de su existencia, decidió crear una nueva personalidad, un carácter que no sea frío pero que sea fuerte sin perder todas las piezas que había reunido con el tiempo, él era otro…

Pero nunca olvidó sus raíces.

Un año más, un año más había pasado para volver al lado de sus antiguos amigos, entre ellos Nishiki, Hinami y… Touka.

Esta última había contribuido a recuperar sus recuerdos, pero a decir verdad, el verdadero responsable de todo era Hide, su mejor amigo. Pues de todo lo vivido, el peli rubio vivía en el interior de Kaneki, aunque haya olvidado gran parte de sus recuerdos cuando era Sasaki, Ken aún lo recordaba y sabía que sin importar qué, Hide estaría presente.

Al menos en sus recuerdos.

Hide estaba muerto, eso era lo que pensaba Kaneki y era el motivo de la amargura de su corazón, pero estaba tranquilo sabiendo que el de ojos cafés descansaba en paz.

Ese pensamiento lo había impulsado a una cosa y eso era, darse una oportunidad con la peli morada por quién sentía algo más que amistad, sin embargo no podía reemplazar al peli rubio, y eso el peli blanco lo sabía más que nadie, pero aún así intentaría amarla.

—Touka chan ¿Has visto a Nishio san?— Preguntó el peli blanco rascándose la nuca algo frustrado, últimamente nada había salido como lo planeaba, su organización perdía fuerzas.

—Hm… Salió hace unas horas, estamos solos— Respondió la de ojos morados.

—Ah… Ya veo— Kaneki tomó asiento en una de las mesas vacías con una taza de café en mano, ese lugar le traía tantos recuerdos del Anteiku.

Los dos callaron y el silencio se volvió incómodo, mucho más cuando sus miradas se conectaban deseando que el otro dijera algo, pero ninguno lo hacía, hasta que la chica tomó la iniciativa de hacerlo:

—Kaneki… ¿Tú eres… Virgen?— Pronunció algo insegura la de cabellos morados, pero aún así no apartó su mirada de los orbes grises del contrario. —Yo lo soy…—

—Yo…— El mayor tragó en seco, mientras desviaba con cautela su mirada, literalmente sentía sus mejillas arder. —Sí…— Respondió asintiendo levemente.

—Entonces… ven conmigo—

Touka lo tomó de la mano con su diestra, entrelazando sus dedos con los de él para después empezar a caminar. La cafetería había cerrado horas antes por lo que no se preocupó de ello, así que caminó con nerviosismo hasta su habitación llevándose al peli blanco consigo; por el contrario, Kaneki dudaba en dar ese paso, no se lo esperaba y tampoco estaba listo, pero no quería arruinarlo, no después de todo lo que le había causado a Touka.

Ambos llegaron a la oscuridad de la habitación y se miraron, Touka notó lo pálida que era la piel de Kaneki bajo los sutiles rayos de luz de luna que pasaban por la ventana, y no solo eso, también se tomó la libertad de acariciar cada centímetro del rostro del mayor. Su piel era demasiado suave, más de lo que pensaba.

El chico posó sus manos en la cintura de Touka, esa zona estaba bien formada al igual que todo su cuerpo, la miró a los ojos y notó un brillo que jamás percibió, los ojos de Touka eran bellos como todo lo demás. Se acercó a su cuello e inhaló profundamente, sintiendo ese olor tan dulce y embriagador que la diferenciaba de las otras chicas, pero ese perfume no era su favorito, nada de ella lo reemplazaría, pero ya nada podía hacer, Hide había muerto.

𝐸𝑞𝑢𝑖𝑣𝑜𝑐𝑎𝑑𝑜 - 𝐾𝑎𝑛𝑒𝐻𝑖𝑑𝑒 #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora