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—Kaneki… Cómeme…— Dijo una vez más con las pocas fuerzas que le quedaban y una voz temblorosa.

El peli blanco seguía sin moverse ¿Acaso sus oídos le estaban jugando una broma? Pues no, no lo hacían y al darse cuenta de ello, sintió una terrible amargura, no podría hacerlo, no se atrevería a aprovecharse de Hide o eso fue lo que pensó.

—Hide…— Ken lo miró con una tristeza desesperante, quería salvarlo, tenía que salvarlo. Sin dudar le quitó la sábana que antes le había colocado y se puso de rodillas, recostando al peli rubio en sus piernas. —No digas eso, yo no puedo hacerlo… Yo… te salvar-—

—Estoy perdido.— Sentenció Hide, interrumpiendo al contrario.

—No, no lo estás y yo te lo demostraré…— Kaneki llevó sus manos a la herida de Nagachika, tratando desesperadamente de detener el sangrado, sin embargo sus lágrimas le traicionaron —Y-yo… Yo…—

—No me des falsas esperanzas, Kaneki…— Hide sonrió para evitar llorar, no debía llorar.

—Pero…— Kaneki se aferró aún más al cuerpo del de ojos cafés como si su vida dependiese de ello. —No puedo hacerlo, Hide…— Musitó bajo.

—Kaneki…— El peli rubio le acarició suavemente su mejilla izquierda, demostrándole todo el cariño y confianza que le tenía. Después decidió continuar con un tono de voz serio —Kaneki, tú me has salvado en varias ocasiones, pero ahora… ya es tarde— Murmuró —Por eso en este momento yo... Quiero salvarte, así que, por favor cómeme. Adelante se encuentra un hombre muy peligroso. A partir de aquí no hay escape, sé que lo sabes... Tú vas a perder contra él y hasta podrías morir... Es por eso que...— Unas lágrimas empezaron a recorrer las pálidas mejillas del peli rubio, ya se había roto porque para él, todo se había perdido en ese momento. Ya no tendría una oportunidad para decirle al otro que... Lo amaba. —Quiero mostrarte que hay valor en tu vida. ¿Podrías pelear con todo lo que tienes al menos una vez más?—

Hide se limpió rápidamente las lágrimas y miró a Kaneki con tristeza e inseguridad, todo iba a terminar allí, pero al menos le sería de utilidad al oji gris. El peli rubio cada vez se sentía peor, el aire comenzaba a hacerle falta y la visión se le nublaba cada vez más, aún así se mantuvo con ese semblante sereno y despreocupado de siempre, se felicitaba así mismo por eso.

—No…— Respondió el peli blanco con voz temblorosa.

—Ya no soy útil y si voy a morir… Que sea por ti, cumple mi deseo… Kaneki.— Logró responder, mientras su cuerpo perdía las fuerzas. Hide quedó inconsciente.

—Hide…— Mencionó Kaneki entre sollozos.

Tomó el rostro del peli rubio y unió sus labios en un casto beso, y sus ojos siguieron emanando lágrimas, estaba dolido y decepcionado consigo mismo por no poder proteger lo más importante para él, se maldecía por dejar morir a Hide.

Con un dolor en el pecho decidió cumplir la petición de su mejor amigo. Vencería a Arima, lo haría por Hide. El se encargaría de derrotar al rey de un ojo y traería la paz, aunque Hide no estuviese a su lado.

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Mina se había retirado tiempo atrás del lugar de guerra para ir en busca de una pequeña persona que estaba al cuidado de unos conocidos en el distrito 24. Sí, se trataba del hijo de aquella Ghoul que la atacó en el pasado, pero se lo había prometido y no es como si el pequeño le cayera mal.

—¿Kirisaki San?— Murmuró un joven alto de ojos platinados y cabellos color rojizos. Tenía un buen porte y buena figura, Mina lo conocía, era un investigador Ghoul. —No creí verte por aquí, es…—

𝐸𝑞𝑢𝑖𝑣𝑜𝑐𝑎𝑑𝑜 - 𝐾𝑎𝑛𝑒𝐻𝑖𝑑𝑒 #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora