𝐸𝑞𝑢𝑖𝑣𝑜𝑐𝑎𝑑𝑜 - 𝐾𝑎𝑛𝑒𝐻𝑖𝑑𝑒 #Wattys2020

10

Dolor...

Eso era lo que el peli rubio sentía con constancia ¿Hace cuánto lo sentía? Ya no tenía idea, lo único que sabía era que no se iba.

Lo único de lo que estaba seguro era que estaba muerto, pero... ¿Acaso los muertos sienten? ¿Los muertos aún tienen pensamientos? No, no lo hacen. Él estaba vivo.

Aún vivía...

Pero estaba perdido en un vacío que parecía no tener final, sólo lograba escuchar un agudo sonido que era constante, nada más. Sentía que se ahogaba con cada bocanada de aire que lograba contener, quería gritar pero no podía, algo se lo impedía, ni siquiera podía moverse.

Estaba vivo pero él ya no se sentía con vida.

Lograba percibir voces y murmullos, pero no podía reconocer a los emisores, simplemente no podía hacer nada. Sentía un terrible hormigueo y ardor en el rostro y en el vientre; todo su cuerpo se sentía extraño.

Le hablaban, lo tocaban y le acariciaban, pero él no podía reaccionar a ninguna de las acciones ¿Por qué? ¿Qué se lo impedía? Era demasiado frustrante para él. ¿Hace cuánto tiempo estaba en ese estado? Ya había perdido la noción del tiempo, pero sabía que los segundos, los minutos, las horas y los días pasaban; su sentido del oído y del olfato se habían vuelto más agudos, lo único que podía hacer era reconocer cuando alguien caminaba o estaba cerca suyo y reconocer ese perfume tan dulce ¿Pero de quién era?

¿Acaso era Kaneki? Porque si de algo se sentía seguro era que se trataba de un chico, pero debía ser cercano a él pues, siempre le hacía compañía y tal vez velaba por los sueños del peli rubio o rogaba para que Hide volviera a abrir los ojos; era extraño.

Al principio creyó que se trataba de Kaneki, sin embargo no lo era. Ya que, un día el chico posó una de sus manos en las mejillas del peli rubio, quién se dió cuenta de la calidez de estas, por el contrario, las manos de Kaneki eran frías pero mucho más suaves, Hide las conocía.

Todos los días, tal vez a determinadas horas un líquido dulce y tibio se deslizaba por su paladar, jamás había probado algo así por lo que pensaba que era un tipo de medicina porque sí, Hide ya había descubierto que estaba en un hospital a causa de las máquinas que lo mantenían conectado. Y no estaba muy feliz con eso, pero estar en ese lugar le había traído beneficios, sus rostro ya no quemaba y su estómago no le causaba incomodidades, sin duda estaba mejor.

Poco a poco su movilidad volvía y lo notó enseguida, incluso sus párpados hacían un gran esfuerzo por abrirse, pronto vería la luz del sol. Y así fue, días tal vez, él logró mostrar sus hermosos orbes color café de nuevo.

Despertó y la pesadilla continuó.

Pensó que la luz sería un problema pero su sorpresa fue grande al notar la oscuridad que lo albergaba y no solo eso, si no también las cadenas que lo mantenían unido a una especie de camilla de metal aunque no le impedían el movimiento, aún eran incómodas y de los cables ni se diga. A su lado había una mesa, llena de instrumentos de cirugía con manchas de sangre fresca y otras no tanto.

¿Acaso estaba equivocado?

Tocó instintivamente su rostro dándose cuenta de que las heridas hechas por el peli blanco ya no estaban ¿Nunca ocurrió su encuentro con Kaneki? Incluso su voz y su vientre seguían intactos aunque algo más logró inquietarle...

La habitación tenía un olor dulce y apetecible, sin embargo, no había señales de comida; restos de carne de posibles humanos y sangre, era lo único que había.

-¿Nagachika kun?-

Esa voz era la que escuchaba a diario, esa voz fue su única compañía.

-Etto... ¿Quién eres? Perdóname, pero no recuerdo mucho, sólo...- Dudaba en conocer al chico enfrente suyo, pero aún así quería ser capaz de recordarlo.