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‹Sábado, 11 de octubre del 2031›

Pov’s _____›

Admiraba con mis párpados pesados (por estar recién levantada) el cuerpo desnudo de mi pareja, él dormía plácidamente a mi lado, su cabellera rubia alborotada hacía que su rostro angelical se viera tremendamente sexy. 

Me levanté de la cama intentando no despertar al rubio, recogí mi ropa interior suelta del suelo y la prendé, me dirigí a mi cómoda y en esta busqué una ropa para estar en casa, un short de una pijama cualquiera y una camisa roja de tirantes. Al ir al baño y ver el desastre que estaba hecho mi cabello despeinado y un poco húmedo por no dejarlo secar bien anoche, inmediatamente me puse como meta desenredarlo y dejarlo presentable; ya con mi ello cumplido cepillé mis dientes.

Me sentía completamente desconsertada, mi nariz tapada por mocos y mis ganas de seguir con mi trabajo de bella durmiente no eran normales para ser las 10:38AM, toqué mi frente notando que ésta estaba caliente.

«Joder, correr a casa en medio de la lluvia no fue buena idea»

Decidí dejar el café de cada mañana y reemplazarlo por una limonada caliente mientras me sintiera mal, llene una taza con agua y la deje en el microondas por un minuto, a la par de que esperaba osé preparar el desayuno. De la nevera saqué cuatro huevos y tres salchichas, piqué en rodajas las salchichas y sacándome de mi trance el pitido de aquel aparato con el que dejé calentando el agua dándome a entender que ya había culminado el tiempo.

Con sumo cuidado retiré la taza, exprimiendo un limón y vertiendo dos cucharadas de azúcar en ella, bebí un sorbo del liquido padeciendo casi de inmediato una tranquilidad interior, como si todo fuera paz y amor a mi alrededor.

— Buenos días~ —canturreó una voz ronca en mi oído, dejé la taza en le encimera y me gire dando con mi enamorado con tan solo su ropa interior puesta—.

— Buenos día- —un estornudo eliminó lo que restaba de la frase, si, pésima idea—.

— Salud —río tenuemente— ¿También amaneciste enferma? —él, a punto de igualmente estornudar puso un dedo en su nariz evitándolo—.

— Si...

—observo a mi lado, donde los ingredientes para hacer el desayuno yacían— ¿Te ayudo con algo? —inquiere señalando con sus ojos la encimera con los alimentos—.

— Claro.

Lo que nos quedaba de la mañana transcurrió normal, hicimos nuestro desayuno y nos alimentamos con el y limpiamos lo ensuciado.

— ¿Aún no haz terminado el traje? —interrogó mirando el maniquí que se hayaba en la sala con las prendas a medio terminar—.

— No, y eso me estresa.

— Sabes que la pasarela es en un mes ¿No?.

— Si... Pero me niego a dejarlo para última hora como todas las tareas de la universidad —le expliqué riendo—.

Mi celular empezó a sonar de forma repentina, en la pantalla claramente se mostraba el nombre de “Teddy”, mi jefe. Dudaba en responder, y si lo hacía, no sabía que excusa ponerle a Adrien ya que lo más probable es que sea una misión; no estaba en las mejores condiciones para ir a luchar contra el mal pero tampoco quería defraudar a mis superiores. El sonido de mi tono de llamada no cesaba.

— ¿No contestarás? —preguntó con una mirada un poco seria— Ese tal “Teddy” se ve muy insistente...

— ¿Ah? —agarré mi celular un tanto nerviosa, a tan solo un par de milímetros de presionar para denegar la llamada, varios mensajes de mis compañeros empezaron a llegar, dándome a entender que si era importante. Finalicé mi sufrimiento y contesté— ¿Hola?.

Joder, hasta que respondes, necesito que vengas de inmediato a la guarida. Tenemos una alerta roja.

— ¿Qué? Eso es imposible, ¿cómo han podido-.

No hay tiempo para explicaciones, te quiero aquí en media hora —colgó dejándome sin palabras, despegué de mi oído el aparato y temblorosa empecé a derramar pequeñas lágrimas—.

— ¿_____? ¿Estás bien? —no, no lo estaba, maldito sea el gobierno de Francia y sus fuerzas secretas, me recosté en su hombro a seguir desahogándome de la forma más rápida y efectiva que encontré, llorar—.

— Adrien, es mejor que te vayas a descansar... A tu casa. Seguro allá tus sirvientes te darán unas pastillas para aliviar el dolor de cabeza y mejores cuidados que los míos —le eché disimuladamente—.

— ¿Qué te pasa? ¿Qué te han dicho? —me abrazó buscando respuestas que por obvias razones no podría darle, todo es confidencial— ¿Quién sería mejor persona para cuidarme que tú?.

— Enserio, lo hago por tu bien —me separé yendo a mi habitación a recoger su ropa que seguía tirada en el suelo— Ten.

—  ¿____-.

—lo callé con un simple y corto beso y le entregué sus prendas— Estoy bien.

[...]

Corría por los pasillos de la estancia en la trabaja y de donde antes me habían avisado sobre una supuesta alerta roja, espero que solo sea una estúpida broma de mal gusto.

— Diganme que no está pasando —exigí la entrar en la oficina en la que todos estaban reunidos—.

— Jamás jugaría con una cosa así, agente Negra —habló seriamente nuestro superior— Las Fuerzas Secretas de Francia han descubierto parte de nuestra información guardada, entre ella, datos y pistas del paradero de Hawk Moth y la identidad de la mayoría de nuestros agentes... Viuda Negra, le ruego que no se altere pero su identidad ha sido descubierta, por esa misma razón abandonará el negocio; no obstante, le han sedido una última misión como despedida.

— ¿Qu-ué?.

♠♣♠♣

Ustedes decidieron ver el mundo arder JAJAJAJA

La rayis perdió su trabajo, f por ella

Por mayoría de votos (con un voto de diferencia, que arrecho), ganó la opción “1”... O sea, muerte y destrucción para la “profesión” de la raya.

La opción “2” era una tarde linda y llena de amor con Adrien, cuidándose mutuamente por amanecer enfermos... Pero ustedes son cizañeras JAJAJAJA

¡Au revoir!/¡Adiós!

Agente 00Perfeción [Semi-AU] [Adrien Agreste/Chat Noir y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora